¡Los últimos días han sido intensos! La publicación sobre mi decisión de empezar a almacenar mi basura en un frasco de vidrio despertó mucho interés, he recibido muchas preguntas, mensajes, emails…
Todo esto conecta con algo que tenía ganas de hacer hace rato y recién tomó forma: un taller sobre cómo vivir una vida con menos basura. Publiqué la invitación al taller el viernes en la tarde, y el sábado en la mañana ya se habían llenado todos los cupos y eso me llena de felicidad. Por un lado, me alegra el alma —de verdad— saber que este es un tema que despierta tanto interés, que somos tantas las personas que queremos aprender a vivir sin desperdiciar los recursos tan valiosos que nos ofrece el planeta, y sin inundar todo con nuestros desechos. Por otro lado, pasar de la pantalla a “la vida real”, y poder conversar y conectar con las personas que leen las cosas que escribo me parece una oportunidad maravillosa. Y por último (y no es ninguna tontería), encontrar maneras en las que mi trabajo en el blog también se convierta en una fuente de ingresos (y que eso no implique poner publicidad, ni venderte cosas que no necesitas y que siguen añadiendo basura al mundo) me parece ya el sueño máximo multiplicado por mil.
En cada cosa que publico en el blog vuelco todo mi corazón y mi energía. Le dedico horas y horas semanales, aunque tenga que trasnochar y aunque, a veces, eso implique pasar más tiempo frente a la pantalla del que sea saludable. Es lo que más me motiva, me llena, me alimenta el corazón, la mente, el cuerpo. Todo. Y lo sigo haciendo porque sé que al otro lado estás tú, que lees, que pruebas las recetas, que cuestionas tus hábitos, que me escribes correos contándome tus avances y tus dudas, que compartes lo que escribo para que llegue a otras personas. Todo este trabajo y este esfuerzo valen la pena por la gente que está al otro lado recibiendo mi trabajo, así que GRACIAS.
Gracias por cada mensaje, cada correo, cada palabra bonita de apoyo y de reconocimiento a mi esfuerzo. Leo todos y cada uno de los emails y mensajes que recibo, y voy respondiendo en la medida de mis posibilidades (porque si ya me has escrito, sabrás que siempre respondo para mí eso es esencial). No puedo responder con la prontitud que quisiera porque mi otro pedazo de vida (en la que soy también diseñadora, y profesora, y un ser humano que come y que duerme y que se acuesta a leer con su novio y sus gatas) también requiere tiempo, amor y dedicación, así que también te doy las gracias por cada mensaje de agradecimiento, porque me hace feliz saber que todo el trabajo que le pongo al blog se nota y se valora, aún a través de la pantalla.
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Por último, sé que muchas personas se quedaron con las ganas de asistir al taller que haré en Medellín. Me gustaría hacer más talleres, más frecuentemente, pero la planeación y la organización de cada uno requiere una cantidad de trabajo de mi parte que sencillamente hace que no sea sostenible hacerlos con más frecuencia o para más gente. Me gusta cuidar los detalles, y cuando algunas cosas se vuelven demasiado grandes, cuidar los detalles se vuelve una tarea imposible. En mi experiencia como profesora sé que, al menos para mí, un grupo de 10 personas es ideal para tener una experiencia presencial realmente enriquecedora, y no me interesa llenar un salón con 50 personas a las que les voy a poder contar algo a medias, cuando sé que puedo dedicarle una tarde entera a un grupo pequeño de gente que se va a ir a casa más motivada, y por lo tanto van a ser mejores multiplicadores de estos temas que estamos tratando de promover. Por eso mis talleres presenciales no son cada semana, por eso no son para 50 personas y por eso estoy planeando llevarlos al mundo virtual: porque sé que ahí nos juntamos mucho más fácil, sin importar si es en Medellín, Barcelona, Santiago, Managua, Buenos Aires o Kuala Lumpur.
Así que, de nuevo, gracias. Por recibir tan bien mis ideas, por entusiasmarte tanto con la posibilidad de hacer un taller online conmigo, por permitirme soñar con la posibilidad de que mi blog sea sostenible también para mí, por entender que aquí detrás hay un ser humano de carne y hueso que lo está dando todo (y por entender las limitaciones que eso de “ser de carne y hueso” trae consigo), por ser el soporte y la razón para la que mi blog siga existiendo y creciendo, y por seguir permitiéndome imaginar un planeta saludable y equilibrado, lleno de gente tan bonita como tú. Gracias, gracias, gracias
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