Me resulta complicado atinar a comprender porqué a mis padres, a mis hermanos, a muchos de mis amigos no les pasa ésto. La vida me llevó a abrir puertas a otras realidades que ya no pude cerrar, mi pensamiento voló a horizontes utópicos de donde ya no pudo desarraigarse y eso me ha llevado a tener múltiples dudas acerca del camino que ando, que aunque no hago evidentes, mi mente siempre está rodeada de pensamientos que no encajan en el mundo en el que me ha tocado desenvolverme.
El sistema ha confabulado un plan para nosotros, un plan que incluye una forma de ser concebido, de nacer, de crecer, de vestirse, de comer, de aprender, de enfrermarse, de morir y de pensar. La mayoría lo ha tomado como la realidad, la normalidad, pero me he dado cuenta con los años de que soy nihilista existencial, ¡vaya!, de manera sencilla significa que no le hayo sentido a los límites que las sociedades humanas han prestablecido para nosotros. Y no es que batalle para adaptarme, pero al final no le hallo el gusto. Al final me siento atrapada en un autómata que va y viene, hace y deshace, pero que por dentro sueña otras cosas.
Hace días por fin me titulé de Doctorado, y la verdad el momento fue más una liberación que una satisfacción, los fines con que las universidades hacen eco de sus hazañas obedece oscuras intenciones corporativas, y aún si las universidades enaltecieran verdaderamente la palabra, el arte y la ciencia como las que debieran ser las soberanas en las casas de estudio, si no hay conciencia en la ciencia y un corazón enrome lleno de emociones y sentimientos para realizarla, la ciencia es cínica, es ególatra, es procaz.
La humanidad desconectada de la raíz, de la tierra, de sus hermanos animales y plantas, de la grandeza de un universo y del amor profundo a la vida, me resulta triste y gris, ya ni odio me produce, porque odiar es marchitarse, pero si me resulta triste e ilógico.
La ciencia me reconforta un poco, porque busca la verdad, pero también ha sido presa del mercantilismo inútil, y aunque trato de quedarme en ciencia botánica muy básica, existe mucha presión para que publiquemos en revistas internacionales, cuando a mi lo que más me satisface es compartirlo a todos a través de la palabra digital, porque al final la ciencia debe servir para hacernos felices, para saber los misterios que nos rodean y maravillarnos con ellos, o saber cómo sortear los peligros del mundo a través de ella.
Si a la mercantilización de la ciencia le sumamos la venta de mi país en manos de gente sumamente avara e ignorante, me encuentro en un callejón sin salida, un abismo del que no podré salvarme y de nuevo la tristeza, la melancolía y la soledad de ésto que siento y que tengo que compartir por acá porque se que no soy la única que se siente así.
Detener el tiempo para ver como nace un polluelo, sentir la tierra bajo mis pies, ver las estrellas, oler la tierra mojada y cocinar cosas simples es placentero, es apremiante en éste suspiro de vida que tenemos, es lo que quiero hacer, y la verdad ya quiero bajarme de éste barco que navega derechito hacia el colapso.