PREVENIR PARA NO CURAR: LA ADOLESCENCIA, VENTANA ABIERTA AL TRABAJO PREVENTIVO DEL PROYECTO MALVA
Aunque existen distintos factores de riesgo asociados a la violencia de género (estrés económico, aislamiento social, roles patriarcales muy arraigados…), uno de los más considerados y valorados por los expertos es el consumo de alcohol y/u otras drogas. De hecho, cada vez son más los estudios que confirman esta relación, aunque ésta no tiene porqué ser una relación causa-efecto.
Atendiendo a este contexto, el Proyecto Malva de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) lleva trabajando desde hace más de 10 años en la prevención de la violencia de pareja asociada al abuso de alcohol, gracias al apoyo de diferentes instituciones. El programa está subvencionado actualmente por el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad y Política Social, y la Agencia Antidroga de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, actuando principalmente en las comunidades autónomas de Madrid, Valencia y Cataluña como programa de prevención de la violencia de pareja asociada al abuso de alcohol y/u otras drogas.
Aunque los colectivos de intervención son diversos, los adolescentes son uno de los principales públicos a los cuales dirige su labor preventiva, ya que han estado y están educados en una sociedad en la que existe una gran desigualdad entorno al género. Por otra parte, se encuentran en una etapa en la cual el consumo de alcohol y/u otras drogas está más generalizado, convirtiéndose éste muchas veces en un elemento socializador. Este consumo se percibe de forma muy diferente entre jóvenes, especialmente en función del sexo, lo cual condiciona su manera de relacionarse. Sin embargo, la adolescencia es una ventana abierta al trabajo preventivo en la que cuestionar creencias fuertemente arraigadas, y modificar valores y actitudes. En este sentido, son múltiples las razones que motivan y justifican una labor preventiva como la que desarrolla este proyecto.
Para lograr cambios significativos, se ha apostado por una metodología basada en la continuidad de la intervención (aproximadamente 7 talleres por curso escolar), de la cual estamos obteniendo muy buenos resultados.
Por otra parte, además de la buena acogida y del apoyo del profesorado y de los profesionales de los departamentos de orientación de las instituciones educativas, algunos de los principales logros a destacar han sido la toma de conciencia entre el alumnado y el compromiso con el pensamiento crítico hacia los mitos del amor romántico y los roles de género imperantes. También, el conocimiento de los factores de riesgo en la aparición de la violencia, entre ellos el consumo de sustancias psicoactivas y especialmente el alcohol, y el énfasis en la aplicación práctica de los conocimientos adquiridos en la vida real, sobre todo en las relaciones sociales y de pareja.
Por último, destacar la oportunidad que han supuesto estos talleres en la detección de casos de violencia familiar, relaciones abusivas entre jóvenes, y consumo problemático de sustancias, pudiendo intervenir sobre ellos y/o derivarlos a otros servicios especializados.