Se habla de la contaminación atmosférica o de la contaminación de las aguas de ríos, mares y océanos, pero existen otros tipos de contaminación que muchos desconocen y que también inciden en la vida del planeta. Una de esas 'desconocidas' es la contaminación lumínica. Muchos seguro que os habéis dado cuenta de lo fácil que es ver de noche un bonito cielo estrellado en mitad del campo, es decir, lejos de cualquier núcleo urbano y eso es por ese tipo de contaminación.
A grandes rasgos la contaminación lumínica es el resplandor de luz que se emite al cielo en la noche desde los núcleos donde hay luz artificial, es decir, ciudades y pueblos. Esa luz proviene, principalmente, de las farolas, focos de ciertas instalaciones deportivas, neones, iluminación de edificios públicos u otros sistemas similares. Ese brillo que se expande al cielo puede ser directo, por ejemplo por farolas orientadas con la luz radiando hacia arriba ; pero también por reflexión de la luz, es decir, por reflejarse en otros sitios y expandirse hacia el cielo.
Las consecuencias más destacadas de esta contaminación lumínica son:
- Alteración del ecosistema natural nocturno como por ejemplo alteración en el ciclo vital de aves y otros animales que realizan principalmente sus actividades de noche. Incluso, en algunos casos, cuando las farolas están junto a las ventanas de ciertas casas y radian luz de forma errónea, pueden incidir en el sueño y descanso de la población.
- Un derroche de energía innecesario: la mayor parte de esa contaminación se debe a las farolas que suelen estar diseñadas de forma que derrochan mucha luz y energía. Las más adecuadas son las proyectan su iluminación hacia el suelo y los lados. Además, en muchos casos se usa un excedente de luz para, por ejemplo, iluminar edificios públicos o monumentos.
- Contaminación, además, por los propias farolas. Se utilizan mucho las de vapor de mercurio cuyos residuos son tóxicos, pero que dan una luz 'blanca' que embellece. Las más adecuadas son las de sodio que dan la misma cantidad de luz, pero contaminan menos. Son las farolas que se usan sobre todo en carreteras, de luz anaranjada.
- Pérdida de la posibilidad de contemplar el cielo estrellado en cualquier núcleo urbano. El cielo estrellado ha sido declarado por la UNESCO Patrimonio de las Generaciones Futuras.
La solución no pasa por apagar todas las farolas del mundo, sino por instaurar las que son mejores a nivel ambiental aunque no lo sean tanto estéticamente, así como llevar a cabo iniciativas como mantener iluminados determinados edificios públicos o monumentos sólo ciertas horas por la noche, entre otras muchas propuestas.
¿Habías oído hablar de este tipo de contaminación y sus repercusiones?
Fuentes: Concienciaeco.com; Astrocantabria.org y Celfosc.org
Imágenes: primera, Matt Erasmus/Flickr; segunda, notfrancois/Flickr