2016
El 2015 será recordado como un gran año para el lince ibérico. Fue cuando la especie abandonó la categoría de "peligro crítico de extinción" gracias al sostenido aumento de ejemplares a lo largo de una década. Se siguió repartiendo animales de forma sustanciosa por distintos territorios de la Península, desde Portugal hasta los Montes de Toledo. Los atropellos de linces dieron una mínima tregua, después de un crecimiento disparado de los últimos años. Nacieron los primeros cachorros en libertad fuera de Andalucía en décadas. Y todo esto tiene un colofón final. El censo de 2015 certifica el aumento de su población: después de dos años estancados en torno a 330 ejemplares, hoy hay 404 linces ibéricos viviendo en libertad, el mejor dato desde que comenzó su recuperación.
Ese aumento notable del censo se debe esencialmente a las reintroducciones. Las poblaciones clásicas del lince andaluz, en Doñana y Sierra Morena, están estancadas o en declive pero se ha logrado crear con éxito nuevos grupos de linces en Jaén; no solo resisten, sino que ya se comunican entre sí, favoreciendo la riqueza genética de la especie. Así, solo en Andalucía los linces han pasado de 327 a 361, según el censo de 2015 (PDF) que ha presentado el consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, José Fiscal.
A ese dato hay que añadir los 43 ejemplares que ya se reparten por toda la Península, incluyendo los 10 que ya habitan en Portugal, 16 en Badajoz y ocho en los Montes de Toledo. Además, cuentan 120 hembras territoriales (103 en 2014), el factor que más interesa a los expertos porque estas son las hembras con capacidad de criar. La mortalidad violenta por culpa de los humanos también ha descendido, a pesar de los 15 atropellos y tres muertes causadas por furtivos. En total, murieron 31 linces en 2015 (ocho por motivos desconocidos) dos menos que en 2014, aunque el número de animales expuestos era mucho mayor con las importantes sueltas que se realizaron en distintos territorios.
Según el censo, que firma Miguel Simón como responsable del plan de recuperación del lince, el principal problema que afecta a la dinámica de las poblaciones de lince es la epidemia que está diezmando a los conejos, su principal alimento. El conejo habría caído un 50% en las zonas linceras, según WWF, que no obstante se ha felicitado por las cifras del censo de linces. La enfermedad hemorrágica del conejo estaría dañando especialmente a las poblaciones clásicas andaluzas y forzando a su vez a los linces a aumentar sus áreas de campeo con el consecuente riesgo que implica que se vean obligados a explorar territorios menos controlados, cruzando carreteras en muchos casos.
Fuente: El País
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