Autor: Matt McCall Fecha: 2015-08-03
Los buitres de toda África mueren electrocutados en tendidos eléctricos o aplastados por turbinas de viento; médicos brujos trituran sus cerebros creyendo que el polvo tiene poderes mágicos, o mueren al comer cadáveres de animales cubiertos de insecticida destinado a leones y otros depredadores. En consecuencia, las poblaciones de buitres se están desplomando.
Según los primeros cálculos sobre la decadencia continental de esas grandes aves, las poblaciones de las ocho especies de buitres africanos han sufrido una mengua promedio de 62 por ciento en los últimos 30 años, y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza podría declarar en peligro crítico a seis de dichas especies.
Si bien los buitres no son lindos y adorables, son uno de los carroñeros más importantes de la naturaleza: una bandada es capaz de acabar con un cadáver en cuestión de minutos, informa la líder del estudio, Darcy Ogada, subdirectora de Programas Africanos para Peregrine Fund, organización no lucrativa de Idaho dedicada a salvar aves de rapiña.
No obstante, Ogada predice que estos “recicladores naturales”, que se reproducen con lentitud y requieren años para madurar, podrían quedar extintos en África en los próximos 50 o 100 años.
“El impacto de su decadencia es gigante”, afirma Ogada, cuya investigación recibe fondos de National Geographic. “Proporcionan un servicio tremendo a una población enorme”.
Siguen el rastro de las aves
En 2012, Ogada y sus colegas hicieron una revisión exhaustiva de la literatura científica sobre poblaciones de buitres africanos, incluyendo también datos no publicados procedentes de inspecciones de caminos y recuentos de buitres muertos.
El equipo analizó la información clasificando cada especie de buitre de cada país en una de cuatro categorías: extinta o en grave decadencia, fuerte decadencia, decadencia moderada o no decadencia.
De las 95 poblaciones estudiadas, 85 (equivalentes a 89 por ciento) se habían extinguido o habían experimentado una grave decadencia a nivel nacional, reveló el estudio publicado recientemente en la revista Conservation Letters.
Asimismo, los científicos estudiaron las principales amenazas para los buitres africanos con base en datos publicados, artículos no publicados e informes mediáticos disponibles desde 1961 a 2014.
Su investigación demostró que el envenenamiento por cadáveres animales contaminados con insecticida ocasionó hasta 60 por ciento de las muertes de buitres registradas desde la década de 1970.
Cuando un gran depredador –como un león- ataca al ganado, los granjeros a veces rocían veneno en los cuerpos para vengarse del animal y matarlo, práctica ilegal aunque rara vez penalizada. Sin embargo, los buitres son los primeros en llegar al cadáver y consiguientemente, al veneno.
Los plaguicidas están mal regulados y se usan excesivamente en África, agrega Ogada. A menudo comercializados como “exterminador de leones” en varios países del continente, muchos agricultores no saben, realmente, para qué sirven esas sustancias químicas.
Amenazas para los buitres
David Allan, curador de aves en el Museo de Ciencias Naturales de Durban, Sudáfrica, estudia los buitres de El Cabo en ese país. Explica que esas aves casi han desaparecido de las áreas de cultivos comerciales, donde el uso de plaguicidas es rutinario.
No obstante, agrega que hay muchas otras amenazas además de los insecticidas.
La urbanización acelerada en algunas regiones de África ha expulsado a los buitres de sus hábitats. El crecimiento desmedido de las granjas eólicas en todo el continente es otra inquietud, pues las aves a menudo chocan contra las turbinas.
Los buitres también son blanco de cazadores furtivos, quienes venden sus órganos a practicantes de brujería. Las grandes aves son famosas por su aguda visión y muchos creen que algunos órganos sirven para adivinar el futuro. Con todo, poco se sabe sobre ese comercio secreto e ilegal.
Los carroñeros también mueren al consumir cadáveres animales que dejan los cazadores furtivos. Estos individuos envenenan la carne para despistar a los representantes de la ley, quienes se guían por los buitres que vuelan en círculos para localizar posibles actividades ilegales.
En julio 2013, Ogada topó con una escena espantosa en Namibia: unos 500 buitres muertos, rodeando el cadáver de un elefante repleto de insecticida. Cazadores furtivos habían envenenado a las aves y dejaron los cuerpos pudriéndose.
Una historia perturbadora
El impacto de la desaparición de los buitres puede ser devastador para los países africanos en desarrollo, donde dejan que la naturaleza se haga cargo de los cadáveres potencialmente dañinos, explica Ogada.
Como ejemplo, basta dar un vistazo a la situación de India, interpone Allan, donde las poblaciones de buitres han colapsado más de 96 por ciento desde la década de 1990.
Envenenados con diclofenaco –fármaco utilizado para tratar ganado enfermo-, los buitres de India murieron en masa por insuficiencia hepática. Al interrumpirse la limpieza desde el aire, perros ferales tomaron la función de carroñeros; y al estallar la población de perros, lo mismo ocurrió con enfermedades como la rabia: de las 55,000 muertes anuales de rabia registradas en todo el mundo, 20,000 ocurren en India.
El costo para la salud pública fue enorme: según Allan, se estima que el gasto para atención médica en India creció 34 mil millones de dólares entre 1993 y 2006.
Y Ogada considera que lo mismo podría ocurrir en África Occidental, donde la población humana es muy alta y la de buitres es pasmosamente baja.
En su opinión, el primer paso es que los gobiernos de todo el continente reglamenten el uso de insecticidas; por ejemplo, creando un registro que limite las cantidades que una persona puede comprar en cada oportunidad.
Ogada y otros investigadores también han patrocinado programas sobre los peligros de los plaguicidas para poblaciones locales africanas.
“[El esfuerzo] puede empezar en un país y con suerte, extenderse a otras regiones”, dice.
Autor: Matt McCall. NatGeo