Su esposa se quedó ciega y a él se le ocurrió ESTO para que volviera a sonreír

He leído esta misma historia en diferentes medios con titulares muy parecidos: ''El hombre que por amor plantó miles de flores'' ''el hombre que hizo volver a sonreír a su mujer ciega''....la verdad es que se trata de una de esas enseñanzas que, cuando las conoces, se quedan atrapadas en tu mente o en tu retina para siempre. En una de esas historias que siempre te va a apetecer contarle a alguien. Hermosa, llena de valentía, de superación personal...

El artículo del que me he hecho eco para finalmente redactar este post, hace alusión a una frase de San Agustín que bien puede definir lo que es amar a tu pareja de forma incondicional ''La medida del amor es amar sin medida''. Mientras os dejo que reflexionéis sobre estas palabras, os cuento:

El señor Kuroki amaba a su mujer con toda su alma. Juntos vivían a las afueras de una hermosa villa en Japón, hasta que un día la tristeza asoló a su dulce esposa: una diabetes mal diagnosticada hizo que perdiera la visión, primero en un ojo y finalmente de forma total en ambos. Ante el inesperado desenlace, la mujer cayó en una profunda depresión y tomó una fatídica decisión: no volver a salir de casa nunca más.

El hombre, absolutamente destrozado, pensó en mil y una formas de hacer que su mujer volviera a ver la luz, aunque fuera metafóricamente. Al fin, descubrió que había algo que definitivamente haría recobrar la esperanza y la sonrisa a su anciana mujer. Plantó así, miles y miles de flores alrededor de la vivienda. Tantas, que tardó muchos años en lograr que todas crecieran y que el aroma invadiera cada rincón de la villa donde habían vivido tantos años, en la ciudad de Shintomi, en el pueblo de Mizayaki. Por supuesto, la mujer no pudo resistirse a tan bello acontecimiento y terminó saliendo de la casa, para disfrutar del maravilloso olor de aquellas misteriosas flores.

Un gran océano de rosas olorosas, a día de hoy, inunda dicha zona japonesa que atrae a miles de turistas cada año, tan sólo para contemplar el paisaje. Quien lo ha visitado advierte de que es de las mejores cosas que ha hecho en su vida. Una prueba palpable de lo que el amor puede llegar a conseguir. El anciano y risueño matrimonio no duda en fotografiarse siempre que algún turista se lo pide...



El señor Kuroki consiguió lo que, probablemente, nada ni nadie podría haber conseguido de otra manera: que su mujer saliera de la depresión en la que vivió sumida años, y que recobrara la sonrisa y las ganas de vivir.

Os dejo fotos para que las disfrutéis...
 


Todo gracias al poder de la Naturaleza, pero sobretodo, al poder del amor.

¿Todavía alguien duda de que el amor mueve el mundo?
 
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