"El storytelling de un marca tiene mucho impacto en la durabilidad de sus prendas"

¿Cómo nos relacionaremos con la ropa de aquí a veinte años?, ¿vestiremos igual?, ¿habremos conseguido que la ropa nos dure más o, mejor dicho, darle un mayor uso? En el ciclo de entrevistas que estamos realizando junto a Girbau LAB para reflexionar y aportar luz a aspectos esenciales de la circularidad en la industria textil, no podía faltar esta conversación con Lutz Walter, fundador y director de la Plataforma Tecnológica Europea para el futuro del Textil y la Confección (Textile ETP, por sus siglas en inglés). 

– Lutz, ¿qué cambios va a experimentar la industria textil en los próximos años? 

No sabemos cómo va a cambiar exactamente, pero sí me atrevo a afirmar que van a tener lugar los cambios más importantes de los últimos veinte o incluso cincuenta años. La transformación de la industria textil, y el sector de la moda en particular, en estos últimos veinte años ha sido bastante importante, sobre todo con la liberación del mercado y la externalización de la producción principalmente en el mercado asiático. Pero la transformación que está por venir es radicalmente disruptiva porque abarca todos los eslabones de la cadena de valor del textil: las materias primas, el diseño, los sistemas de producción y distribución, el uso de la ropa y también su fin de vida. Y estos cambios vendrán provocados por las nuevas normativas y regulaciones de Europa y otros países, pero no solo. La digitalización, la biotecnología, la nueva manera de hacer negocios e incluso de consumir van a ser drivers muy importantes. Muchos elementos a la vez están cambiando, es un momento apasionante para el sector.

La transformación que está por venir es radicalmente disruptiva porque abarca todos los eslabones de la cadena de valor del textil.

– ¿Está la industria preparada para todos estos cambios? 

Nadie está totalmente preparado. Algunas empresas sí han empezado a moverse, pero muchas otras no. Y de hecho nadie sabe muy bien qué cambios realmente debe realizar. 

En este sentido, las grandes empresas son las que lo tienen más complicado porque la visión cortoplacista, basada en obtener beneficios trimestralmente, no les da suficiente visión como para tomar ciertas decisiones. En cambio, las empresas familiares y más pequeñas pueden ganar ventaja competitiva si empiezan a incorporar nuevas maneras de pensar y de hacer con una perspectiva largoplazista realmente sincera. El problema, obviamente, es la falta de recursos económicos. Pero también humanos. 

– Necesitamos profesionales cualificados. 

Sí, y en Europa hay pocos, debido, precisamente, a la externalización, que supuso el cierre de muchas fábricas, pero también de escuelas profesionales. En Europa trabajar en la industria textil se ha visto como algo poco atractivo y rentable. Actualmente, el 40% de los trabajadores de la industria textil tiene más de 50 años, lo que quiere decir que en 15 años es posible que no haya relevo generacional. La tecnología y la Inteligencia Artificial pueden ayudar, pero la industria no puede basarse en ello. Hace falta recuperar capital humano. 

En Europa trabajar en la industria textil se ha visto como algo poco atractivo y rentable.

– Lo que sí ya es una realidad es el Reglamento Europeo del Ecodiseño, que condiciona las características de los productos textiles, entre otros, que se comercialicen en Europa. 

En Europa ya existía un Reglamento de Ecodiseño, pero solo aplicaba a aquellos productos que consumen energía para funcionar. Y solo regulaba los criterios relacionados con este consumo. La famosa etiqueta energética que nos dice la eficiencia de este aparato con un semáforo de colores y una nota que va de la A++ a la G. Muy pronto, el nuevo Reglamento de Ecodiseño extenderá este ecodiseño a muchos más productos, y también extiende los criterios de eficiencia más allá del consumo de energía. 

Otro elemento clave de este reglamento es que, de entre todas las categorías de producto a las que aplica, la del textil es prioritaria, lo que significa que va a ser de los primeros sectores a regularse. 

– ¿Y cómo va afectar a las marcas? 

Para saberlo, deberemos esperar a lo que en el lenguaje legislativo se llama el acto delegado del textil, un documento que especificará a qué tipo de textiles aplica el reglamento y qué casos quedan fuera, ya que pueden haber excepciones, como textiles técnicos o ropa profesional. De los productos textiles a los que aplique, definirá qué significa exactamente que ese producto sea más eficiente en términos ambientales y, muy importante, cómo se comunicará esa eficiencia al consumidor. 

– La famosa durabilidad y reciclabilidad de las prendas.

Sí, entre otros parámetros. ¿Irá la durabilidad de una prenda ligada a las posibilidades de reparabilidad? ¿Tendrán que incorporar todas las prendas o marcas un porcentaje mínimo de materiales reciclados en sus productos, o será algo optativo que se comunicará con una etiqueta parecida a la de la eficiencia energética? En este segundo caso, ¿tendrán beneficios fiscales las empresas que incorporen más material reciclado? 

– ¿Crees que este mínimo se debería marcar por ley? 

Lo único que sé es que para que un material sea competitivo económicamente debe incrementar su demanda. Y la manera más efectiva que se me ocurre de incrementar la demanda de materias primas recicladas es obligando a que las prendas incluyan un mínimo. 

La manera más efectiva que se me ocurre de incrementar la demanda de materias primas recicladas es obligando a que las prendas incluyan un mínimo. 

– ¿Se puede reciclar todo?

Técnicamente, me atrevería a decir que, si no todas, la mayoría de fibras textiles son reciclables o lo serán. Pero con esto no basta. Hay muchos otros elementos en juego. Para empezar, hay que poder escalar. Hay fibras que en el laboratorio se pueden reciclar pero a nivel industrial, donde no puedes controlar tanto el proceso, no funcionan. Luego está el precio, que ya hemos visto que depende de la demanda. Y, finalmente, pero no menos importante, el impacto ambiental del proceso. Se da por hecho que, después de reusar, reciclar es lo mejor, porque la alternativa es incinerar o el vertedero, pero a veces hay materiales que para ser reciclados generan muchas más emisiones.

– ¿Y qué papel crees que van a jugar los materiales de nueva generación (next gen materials)? 

Van a ser muy necesarios. 

Por una parte, y aunque eduquemos en el decrecimiento, el consumo textil va a aumentar. La población crece, y los mercados emergentes quieren vivir como nosotros, y tienen todo el derecho. 

Por otra parte, no podemos reciclar eternamente las materias primas existentes, porque pierden calidad y necesitan mezclarse con material virgen. Y los recursos fósiles, como todos sabemos, son finitos. 

Es cierto que mejorando la eficiencia podemos conseguir que la producción de materias primas naturales como el algodón aumente, pero no podemos doblar la producción. Finalmente, podemos recuperar materias naturales que han caído en desuso, como el cáñamo, pero no es suficiente. 

No podemos reciclar eternamente las materias primas existentes.

Yo soy un firme defensor de  las fibras celulósicas artificiales, y estoy seguro que veremos un importante crecimiento. Y también jugarán un papel importante las fibras biosintéticas, sobre todo aquellas hechas con los desechos de la industria alimentaria, ya que es mucho más inteligente convertirlos en materias primas que puedan reciclarse que quemarlos para hacer biocombustibles. De hecho las grandes compañías químicas y agroalimentarias ya están trabajando en ello pero, como siempre, habrá que ver el coste económico y ambiental de producirlas. Y su funcionalidad. 

Dicho todo esto, también es importante tener en cuenta que es muy difícil incorporar una nueva fibra en el mercado. Solo hace falta ver que la última gran incorporación fue el elastano (comercialmente conocido como lycra), y de ello hace más de 50 años. Y solo ocupa el 1% del mercado. 

– ¿Cómo desde la ETP podéis ayudar a la industria textil europea a  esta transición? 

Nuestro objetivo es que nuestros miembros conozcan y entiendan mejor las tecnologías existentes, creen redes y trabajen de manera conjunta para poder acelerar su proceso de cambio. Ofrecemos formación, puntos de encuentro, intercambio de información y conocimiento, y también vehiculamos el acceso a fondos europeos específicos. Uno de los activos más grandes de la ETP es la diversidad de organizaciones que aglutina, ya que no solo trabajamos con empresas textiles sino con la industria satélite, universidades, institutos de investigación,etc., con el objetivo de impulsar la innovación en el sector.

– Hablemos de durabilidad. ¿Qué hace que una prenda dure más? 

Para mí, hay dos elementos clave: un mejor diseño y una mejor comunicación. 

– ¿Mejor diseño es igual a ecodiseño? 

Por supuesto. Pero no solo. El ecodiseño nos ayuda a tomar decisiones más coherentes, como unos materiales de mayor calidad o el hecho de no mezclar según qué fibras. Por ejemplo, mezclar en una misma prenda poliéster y elastano es algo muy arriesgado, ya que el primero tiene una durabilidad enorme pero el segundo se deteriora mucho más rápido. 

Luego hay el diseño emocional, que consiste en hacer diseños más durables, apostando por diseños atemporales (timeless), que no pasen de moda. Y es que de poco sirve poner todos lo esfuerzos en el ecodiseño si luego esta prenda se va a usar muy pocas veces. Y al revés: si conseguimos hacer una prenda que el consumidor quiera y pueda ponerse muchísimas veces, quizás no es tan relevante que durante la fase de diseño hayamos intentado minimizar al máximo los impactos ambientales, porque en la fase de uso los estaremos amortizando. 

“Para que una prenda sea más durable es clave un mejor diseño y una mejor comunicación”.

– ¿No se aburrirá el consumidor de vestir una prenda tantas veces? 

Aquí entra en juego la segunda pata, la de la comunicación. Las marcas deben relacionarse con el consumidor de una manera más inteligente. Deben atreverse a explicarle qué le aporta comprar una prenda y no otra y convencerle de que elija aquella a la que le va a dar más uso. De hecho, la conexión emocional con nuestra ropa a veces es muy potente, y tenemos prendas en el armario de las que no nos queremos deshacer porque nos recuerdan una situación, una persona, etc. Esta es la línea de comunicación que deben trabajar las marcas. Y sobre todo las marcas más pequeñas o nicho tienen más capacidad de diferenciarse en este sentido. 

Las marcas deben relacionarse con el consumidor de una manera más inteligente.

Un ejemplo que me viene a la cabeza es el de la marca Patagonia. 

Las prendas de Patagonia no están lejos de muchas otras marcas por lo que respecta a calidad, diseños, etc. Pero han sabido desarrollar un storytelling muy potente que provoca que el consumidor genere una conexión emocional que le lleva a cuidarla más que otras, usarla muchas veces y resistirse a desecharla. El storytelling de una marca tiene mucho impacto en la durabilidad de sus prendas. 

– ¿Y qué pasa entonces con el fast fashion y el ultrafastfashion?

Las marcas ultra fast fashion que han surgido recientemente no son el demonio, y de hecho en Europa tenemos mucho que aprender de ellas. Han sabido posicionarse en un mercado totalmente desconocido para ellas y en el que no tienen ningún tipo de presencia física ni ninguna infraestructura. Y eso lo han hecho conectando directamente con el consumidor, escuchándolo y sabiendo qué quiere y actuando con rapidez. De aquí podemos aprender mucho, pero obviamente sin copiar la estrategia de venta, que se sustenta en utilizar las redes sociales para activar la dopamina y generar compras compulsivas. 

Tampoco son un buen ejemplo por lo que respecta a la durabilidad del producto, pero estoy seguro que más pronto que tarde se darán cuenta de que ocupar la franja más baja del mercado no es la mejor estrategia e irán modificando comportamientos. 

Otro aprendizaje que debemos llevarnos de estas marcas es su eficiencia, con un inventario mucho menor que el europeo. Si en Europa conseguimos una mejor digitalización de toda la cadena de valor, podríamos tomar decisiones mucho más rápidas y eficientes e incrementar la producción local al 25-30%, que sería todo un éxito. 

Las marcas ultra fast fashion que han surgido recientemente no son el demonio, y de hecho en Europa tenemos mucho que aprender de ellas.

– Si el objetivo es hacer la ropa más durable, ¿cómo pueden las empresas seguir siendo rentables vendiendo menos?

Cambiando el mindest de beneficio igual a más ventas de producto. El alquiler de ropa, por ejemplo, puede tener un gran recorrido. Obviamente no funciona para todo tipo de productos ni marcas, pero sí para aquellas más específicas o de más calidad. Nos hemos acostumbrado a pagar por el uso y será un modelo que irá ganando cuota de mercado. Además, es muy rentable para la marca, ya que cuanto más alquilas esa prenda, más dinero ganas. De esto se están dando cuentas las marcas de lujo, que tras un periodo con este servicio externalizado en plataformas multimarca, ahora los están incorporando en sus propias webs ya que no quieren dejar en manos de un tercero cómo se muestra y se posiciona la marca.

– ¿Otras soluciones interesantes para incrementar la durabilidad de la ropa y generar negocio? 

La limpieza y cuidado de la ropa, sin lugar a dudas. A muchas personas nos supone un quebradero de cabeza el mantenimiento de la ropa, y sería fantástico un servicio que se ocupara de ello de manera sistemática. Me imagino una red de lockers donde dejar la ropa sucia y recogerla al día siguiente lista para volverla a usar. Además, aseguraría una mayor durabilidad, ya que cada prenda sería tratada profesionalmente como se merece. Es un servicio que veo sobre todo en las grandes ciudades, donde además las viviendas son cada vez más pequeñas y podrían ganar el espacio que ocupa la zona de lavado.

Una limpieza y cuidado de la ropa más eficaces ayudarán a incrementar la durabilidad de la ropa. 

– Hablando de espacio, el armario o vestidor ocupa mucho y en el mejor de los casos solo se usa el 60% de la ropa que hay en él. 

Exactamente. El armario compartido es algo que también puede llegar a funcionar. A través de un sistema parecido al del alquiler, podría haber una empresa que gestione tu armario completamente. O también que como particular saques rédito de las prendas que tienes en él alquilándolas entre otros particulares. 

Las posibilidades que surgen por lo que respecta a la servitización del negocio de la moda son muy grandes. Aquí la premisa es cómo crear más valor con menos productos. Ahora es el momento de hacer pruebas piloto. Y seguramente no serán las marcas de ropa las que lideren estos cambios, sino nuevas empresas. O Amazon. 

– Sí, no parece descabellado un servicio de cleaning liderado por Amazon. Lutz, ¿y qué papel juega o jugará el consumidor cuando la ropa llegue a su fin de de vida? 

Un tema clave para incrementar la circularidad de nuestra ropa es gestionar mejor su fin de vida. Y se debe otorgar más protagonismo al consumidor. Creo que la gamificación será un driver importante. Podemos potenciar el retorno de la ropa en los puntos de venta a cambio, por ejemplo, de un vale-descuento. Incluso podría haber distintos contenedores donde depositar la prenda según el material del que está hecha o el estado con el que se encuentra. Y que cada contenedor tuviera una recompensa diferente. Quizás optaríamos por comprar prendas con los materiales o diseños en los que obtengamos mayor recompensa.

Un tema clave para incrementar la circularidad de nuestra ropa es gestionar mejor su fin de vida.

– Aquí el Pasaporte Digital de Producto puede ser de gran ayuda.

Sí, de hecho es el catalizador de muchos de estos servicios que hemos comentado. Por ejemplo, para la reventa, el DPP revelará información hasta ahora desconocida por el comprador, como cuándo fue fabricada la prenda, cuando se compró o, incluso, cuántas veces se ha lavado. También será muy útil para los servicios profesionales, dando información de qué materiales lleva, cómo repararla, etc. 

– Para terminar, ¿cómo imaginas la industria textil y el sector de la moda de aquí a 20 años? 

En algunos temas imagino una industria muy distinta, pero en otros muy parecida. 

Creo y espero que hayamos aprendido a producir bajo demanda; es decir, solo cuando se necesite. Y también espero que toda la cadena de valor esté más centralizada, de manera que la ropa no de tantas vueltas al planeta antes de comercializarse. Para ambos temas, la digitalización es clave. 

Lo mejor de todo, es que seguiremos vistiendo ropa. Y no creo que sea muy diferente a la que vestimos hoy. Eso sí, espero que por lo que respecta a las fibras, el poliéster de base biológica haya reemplazado al de origen fósil. Y estoy seguro que los procesos de producción y de acabados serán mucho más eficientes, también gracias a la digitalización. 

Mi eterna duda es si estaremos usando ropa más inteligente, ropa que se convierta en nuestra segunda piel (smart textiles). Desde hace años que es el “eterno potencial” pero que nunca llega a popularizarse.  

Este artículo forma parte de un espacio de debate impulsado por Girbau LAB y So Good So Cute que persigue generar reflexión y aportar luz a aspectos esenciales de la circularidad en la industria textil.


Girbau LAB es un espacio de innovación colaborativa creado para generar valor a través de la innovación. Girbau LAB identifica y trabaja con los entornos más avanzados e innovadores a nivel global para recoger y desarrollar todas aquellas iniciativas, ideas, soluciones y tecnologías de interés que pueden contribuir a transformar la industria y aportar valor a la sociedad. + info. 

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