Cada vez es mayor la conciencia que tenemos sobre la necesidad de alargar al máximo la vida de nuestra ropa, ya sea usándola más, arreglándola si se rompe, o donándola, a través de los contenedores de recogida de ropa que encontramos en la calle y, desde hace ya un tiempo, en muchas tiendas de moda.
¿Pero qué pasa con esta ropa que está en tan mal estado que nos da la sensación que no tiene sentido depositarla en uno de esos contenedores?
Ese calcetín roto y perdido, este trapo mugriento, esa camisa toda manchada, etc. Pues, lee con atención, es súper importante que también la deposites en el contenedor de la ropa. Y es que ésta es la única manera de asegurarte de que eso que ahora es un residuo textil para ti puede llegar a tener una segunda vida. Seguramente no como una prenda de ropa que encuentres en una tienda de segunda mano, pero sí transformada en hilo para realizar otras prendas o, como te contábamos en este artículo, como material para la construcción. De hecho, ésta es la base de la economía circular que ahora está tan de moda, de conseguir que cualquier producto (en este caso textil), por más trillado que esté, se acabe transformando en materia prima para crear otro, y de esta modo reducir al máximo el uso de materias primas vírgenes (y el desgaste planetario que esto supone) para fabricar cosas.
Si te fijas, se trata de algo que hemos interiorizado muy bien con el plástico, el vidrio o el cartón, pero que todavía nos cuesta con el textil. Seguramente mucho tiene que ver que a que la recogida selectiva de estos materiales hace años que está regulada y que, además, hemos estado sometidos a campañas de sensibilización muy potentes al respecto (en Catalunya nadie ha olvidado eso del “envàs on vas” ¿cierto?)
Por suerte, esta discriminación de la recogida textil acabará muy pronto, y es que de acuerdo a lo que dice la Ley 7/2022, de 8 de abril del 2022, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, el 1 de enero de 2025 todos los ayuntamientos del Estado español deberán contar con un sistema de recogida selectiva para el textil, lo que seguramente se traducirá en que encontraremos, al lado del contenedor amarillo, verde y azul, un contenedor de no sé qué color, que servirá para depositar todo este residuo. Todo este material se llevará a las plantas de gestión donde se clasificará y separará en función del estado y uso que se le pueda dar. Obviamente, y de acuerdo a la “jerarquía de residuos”, se priorizará la reutilización tal cual, ya sea a través de tiendas de ropa de segunda mano o similares, pero cuando no se pueda, se tratará para poderlo transformar en otras prendas u otros productos.
Esta ley, además, regula muchas otras cosas relacionadas con el residuo textil, como que los fabricantes de estas prendas serán los responsables de este residuos, que deberán ocuparse de no generar muchos (por ejemplo deberán dar una segunda vida a sus excedentes de textil y de prenda acabada), o que deberán preocuparse de cuánta ropa suya va a parar a estos contenedores, ya que en principio se penalizará la poca durabilidad de la ropa o el no dar opciones de reparación. Es más, la ley contempla que si se detecta algún producto con una durabilidad muy baja, podrá ser prohibida su fabricación.
Así que ya sabes, siempre que tengas que desechar una pieza textil que no puedes ni reutilizar, ni arreglar, ni regalar, ni nada de nada al contenedor de la ropa. Quizás en unos años te reencuentras con ella como relleno del asiento del coche, como parte de una pared de tu vivienda, o como hilo de tu jersey de lana reciclada.