Así que después de ver unos cuántos capítulos de la serie de Netflix, ya habíamos depurado nuestra ropa y casi nuestra casa entera para vivir solo con aquello que nos da felicidad.
Una publicación compartida por Marie Kondo (@mariekondo) el 12 de Dic de 2018 a las 9:32 PST
Pero más allá de toda la dicha que Marie Kondo ha traído a nuestras vidas, su programa dejó al descubierto un problema del que aún no hablamos lo suficiente: la desigualdad de género.
Basta con ver los tres primeros episodios para notarlo. Las mujeres suelen ser las que se preocupan y se sienten más responsables del desorden doméstico.
Por ejemplo, en uno de los capítulos, una madre de familia rompe en llanto por la presión que siente al no poder mantener la casa ordenada.
Mientras tanto, uno de los participantes masculinos declara que limpiar no es su prioridad.
De acuerdo con Joni Simpson, experta en igualdad de género en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se trata de "un problema alrededor del mundo, un problema de los países desarrollados y en desarrollo".
Datos de la OIT arrojan que en los hogares, las mujeres se encargan de tres cuartas partes del trabajo no remunerado, es decir, de limpiar, cocinar y cuidar a los niños.
"Las mujeres terminan pagando una penalidad por la maternidad y por tener una familia", dijo Simpson respecto a lo que la desigualdad de género en casa provoca, pues las mujeres se ven atrapadas en empleos menores, debido a que no pueden tener empleos de tiempo completo con su carga laboral en casa.
Por otra parte, esto hace que haya cierta discriminación por los empleadores, al verlas como las cuidadoras primarias.
Aunque en las últimas décadas los hombres han contribuido más con el trabajo en el hogar, aún falta mucho para cerrar esa brecha de género. Unos 210 años para ser exactos, de acuerdo con un reporte de la OIT.