Ciudades bajo tierra

May 2015

En muchos sentidos, la casa de tres habitaciones de Bernadette Roberts es como cualquier otra. "Salón, comedor, cocina, con todas las comodidades modernas. Es como una casa normal". Solo que vive bajo tierra y es residente de Coober Pedy, un pequeño pueblo 846 kilómetros al norte de Adelaida, en el sur de Australia.

El pueblo es conocido por dos cosas: sus minas de ópalo y sus "búnkeres", casas subterráneas excavadas en la roca, que albergan al 80 por ciento de la población. Coober Pedy es un lugar inhóspito, donde las temperaturas pueden alcanzar los 50 grados centígrados.

Hace un siglo los mineros se dieron cuenta de que era mucho más fresco vivir bajo tierra, y los residentes han vivido así desde entonces. Roberts dice que "un buen día", cuando las temperaturas fuera oscilan entre los 30 y los 40 grados, la temperatura en su casa está en 23 o 25 grados. "Es como entrar en una habitación con aire acondicionado", dice.

Con dos tercios de la población mundial viviendo en ciudades en 2050, se espera que el terreno urbano se convierta en un recurso cada vez más limitado.

"Rascasuelos"

En otros casos, el terreno es escaso debido a limitaciones de protección del patrimonio cultural. En ciudad de México, por ejemplo, hay estrictas limitaciones en el centro histórico. Es por ello que el estudio de arquitectura BNKR ha diseñado una enorme pirámide invertida de 300 metros de profundidad, denominada "Rascasuelos".

El fundador y director de BNKR, Esteban Suárez, espera que el Rascasuelos inspire a una nueva "especie" de edificios. En China, la demanda de vivienda asequible en Pekín está forzando a la gente a mudarse bajo tierra en condiciones menos glamurosas.

Annette Kim, directora del Laboratorio de Análisis Espacial de la Universidad del Sur de California, pasó casi un año en la capital china, entre 2013 y 2014, estudiando las condiciones de quienes viven en las viviendas subterráneas: una mezcla de refugios antiaéreos y sótanos reconvertidos en pequeñas unidades dormitorio.

Kim cree que dos factores han propiciado esta situación: el enorme boom de la construcción en China, que ha creado una mayor oferta de espacio subterráneo disponible, y la escasez de viviendas a precios asequibles.

La temperatura es también un factor en Helsinki, Finlandia, donde las autoridades han construido nueve millones de metros cúbicos de instalaciones por debajo de la ciudad: tiendas, una pista para correr, una pista de hielo y una piscina.

La diseñadora principal del proyecto subterráneo de la ciudad, Eija Kivilaakso, dice que las condiciones bajo tierra son con frecuencia más favorables que en la superficie, sobre todo en invierno, cuando las temperaturas pueden bajar hasta los -20 grados centígrados.

Cuando no hay espacio...

Singapur es uno de los países más abarrotados del planeta. Sus habitantes, casi 5.5 millones, viven apretados en una ciudad estado de solo 710 kilómetros cuadrados. "Para este país la principal razón para construir bajo tierra es solventar la escasez de terreno", dice Zhou Yingxin, del Centro asociado de investigación sobre espacio urbano subterráneo de la ciudad, una organización no gubernamental de expertos que diseñan y analizan los espacios subterráneos de las ciudades.

Un proyecto que está sobre la mesa en la actualidad es el de la Ciudad de la Ciencia Subterránea. Diseñada para albergar 300 mil metros cuadrados de instalaciones dedicadas a la investigación y el desarrollo, entre los 30 y los 80 metros debajo de la superficie, la ciudad apoyará a las industrias biomédica y bioquímica, entre otras. Si se completa, se estima que allí trabajarán unas 4 mil 200 personas.

Miedos oscuros

Pero, ¿estamos dispuestos a pasar largos períodos de tiempo en edificios subterráneos? "La mente humana está naturalmente predispuesta a temer los espacios subterráneos, a los que asocia con ambientes oscuros, pequeños, cavernosos y con el peligro de ser enterrado vivo", dice Esteban Suárez. Para un pequeño porcentaje de personas, el sólo pensamiento de estar bajo tierra en un espacio cerrado puede ser terrorífico.

Gunnar D Jenssen, que investiga la psicología bajo tierra y el diseño de espacios para la organización de investigación escandinava SINTEF, ha descubierto que cerca del tres por ciento de las personas son muy claustrofóbicas. Pero hay formas de contrarrestar sus miedos.

"Si le das a estas personas algo que les hace percibir que tienen control sobre la situación, aceptan estar en ella. Esa es la clave. Transferir esto a la arquitectura, al diseño, es la línea de trabajo que estamos siguiendo".

Lawrence Palinkas, de la Universidad de California del Sur, dice que la falta de luz del sol puede provocar problemas para dormir y alterar las funciones hormonales y del comportamiento, lo que puede causar distintas enfermedades crónicas.

Pero "la coordinación y la exposición rutinaria a una luz radiante que puede emular las propiedades de la luz del sol puede permitir a las personas vivir bajo tierra durante largos periodos".

Fuente: BBC Mundo

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