Las plantas parásitas son un grupo que comprende 19 familias y 227 géneros. Abarcan diversas morfologías, variadas estrategias de vida y versátiles formas de crecimiento. Se estima que en México, sus principales géneros son Psittacanthus, Cladocolea, Struthanthus, Arcethobium, Viscum y Phoradendron.
Este tipo de plantas puede tomar algunos o todos los recursos que necesitan de otra planta, el hospedero. Se instalan en éste, al que le extraen agua y/o azúcares a través de estructuras conocidas como haustorios.
Los muérdagos son un tipo de planta parásita que daña al hospedero provocándole cambios fisiológicos y bioquímicos. Por esta razón, los muérdagos son considerados patógenos de plantas leñosas, pero a diferencia de otros, los daños son graduales y lentos, lo cual permite que aumente con el tiempo el número de plantas parásitas por hospedero, llegándose a veces a proporciones increíbles.
En la República Mexicana, se ha considerado al muérdago Psittacanthus schiedeanus como la especie patógena de mayor impacto sobre especies maderables de importancia económica, ya que se han registrado más de 50 géneros de angiospermas y coníferas como sus hospederos. Sin embargo, a pesar del impacto económico negativo que representa en el arbolado urbano y rural o en plantaciones de importancia económica o áreas protegidas, el muérdago es ecológicamente importante en ecosistemas forestales, porque provee alimento, protección y sitios de anidamiento para una gran diversidad de aves, mamíferos e insectos.
El ciclo biológico de los muérdagos comienza cuando las semillas son ingeridas y dispersadas por aves frugívoras. El fruto es una baya con una semilla que está envuelta en una substancia llamada viscina, la cual es muy pegajosa y no se alteran sus propiedades físicas y químicas cuando pasa a través de tracto digestivo de las aves. Así, la viscina es considerada como el principal factor involucrado en la dispersión y supervivencia de las semillas de los muérdagos.
La viscina permite la adhesión de la semilla sobre cualquier superficie, por lo que la posibilidad de que una semilla impregnada de esta sustancia en el excremento de un ave haga contacto con la corteza de cualquier rama es alta. La semilla puede mantenerse fuertemente pegada a la corteza a pesar de los fenómenos climatológicos como el la luz del sol, la nieve, la lluvia o el viento. Para combatirlo se podrían remover del árbol los individuos más accesibles, pero para los que están en las alturas su erradicación es problemática.
El muérdago, además de ser es un elemento importantísimo en las redes tróficas de los ecosistemas con árboles, contiene sustancias que podrían servir para elaborar antisépticos, medicinas para curar la alopecia o para controlar la hipertensión, ya que algunos de sus componentes químicos tienen un efecto hipotensor en la sangre. Por eso, cuando el muérdago se convierte en plaga, su combate se debe concentrar en el control de las poblaciones, siendo amigable con el ambiente.
Para combatir al muérdago, se elaboró una sustancia cuya aplicación sólo eliminaría al parásito sin dañar al árbol hospedero ni al ambiente. Su formulación contiene sustancias naturales como vehículo y, como elemento activo, un compuesto que estimula la abscisión de las hojas y los tallos. El elemento activo es letal cuando se dispersa a través de los tejidos del muérdago. Acelera la caída de las hojas y modifica el metabolismo, causando necrosis de los tejidos de la parásita, que avanza desde el punto de aplicación hacia la parte más distal de la rama tratada.
Después de varios tropiezos, obtuvimos esa sustancia viscosa, muy pegajosa, insoluble en agua, con el compuesto activo incluido y otros elementos facilitadores de su difusión a través de los tejidos vivos, y por supuesto amigable con el ambiente.
La sustancia elaborada fue diseñada para que, al aplicarla, permaneciera en el sitio, desde donde el compuesto activo se liberaría paulatinamente. Esto como se menciona antes, primero provoca la defoliación y después la muerte celular, comenzando con el sitio de aplicación.
La segunda etapa consistió en el desarrollo de un dispositivo para aplicar la sustancia a los individuos más distantes habitantes de las alturas. La sustancia se incluye en cápsulas esféricas que son lanzadas por el dispositivo.
El aditamento tiene una mira telescópica, puede disparar una cápsula o una ráfaga con alcance de 25 metros. La cápsula disparada se impacta sobre una rama del muérdago o sobre el haustorio, que es la zona de donde se originan las ramas del muérdago y es el tejido de implante. Cuando la cápsula alcanza su objetivo, se revienta, parte de su contenido se impacta y adhiere sobre la corteza del muérdago. Allí la sustancia que quedó pegada empieza a secretar paulatinamente el principio activo letal que, al entrar en contacto con los tejidos vivos de la parásita, le modifica su fisiología. La aplicación de esta sustancia para controlar la diseminación del muérdago, por ser muy amigable con el ambiente, no es tóxica y su efectividad es del 80%.
En la formulación de la sustancia, la elaboración de las cápsulas y en la manufactura del dispositivo que las dispara participaron el Instituto de Ecología (INECOL) y el Centro de Tecnología Avanzada (CIATEQ). El proyecto tuvo una duración de 12 meses y actualmente se está trabajando en la búsqueda de inversiones para la producción masiva de las cápsulas y el dispositivo.
Hicimos recientemente una demostración del uso de esta nueva metodología en la Unidad Deportiva Cuemano, en la delegación Xochimilco, sobre 10 árboles infectados. Fue una aplicación demostrativa para la Secretaría del Ambiente del D.F. a la que concurrieron algunos funcionarios de la CONAFOR a los que se la entregó un proyecto de financiamiento.
Cabe mencionar que nuestro compuesto usado en las cápsulas para control del muérdago, está en trámite de patente. Esperamos que muy pronto lo podamos usar para el control del muérdago, que amenaza con extenderse rápidamente, como consecuencia del cambio climático.
Fuente: CONACYT