Desde los grandes estadios deportivos hasta las áreas verdes de conjuntos residenciales y hogares individuales, el césped o grama artificial se ha hecho presente reemplazando en muchos casos al natural. Tanto uno como el otro ofrecen ventajas y riesgos potenciales para el medioambiente.
El césped natural
En sus comienzos, el uso del césped constituyó un símbolo de nobleza y poder de la clase gobernante Inglesa.
Comenzando por el césped natural. Su origen se remonta a finales del siglo XVIII de la jardinería paisajística de palacios y residencias señoriales en Inglaterra.
A lo largo del siglo XX, se hizo más común su cultivo en los hogares de clases alta y media, en zonas suburbanas al igual que en conjuntos residenciales pasando por el ornato de en plazas, paseos, parques y demás áreas verdes citadinas así como soporte para la realización de actividades al aire libre en campos deportivos.
El césped o grama los constituye alrededor de 10.000 especies de plantas pertenecientes al grupo de las gramíneas de crecimiento corto, de hojas finas, cortas y tupidas, conformando una inmensa alfombra de verde intenso que invita tanto al descanso como a la recreación y las actividades deportivas.
El césped natural tiene como ventajas su gran capacidad para absorber dióxido de carbono y liberar oxígeno. Tiene un gran efecto purificador del aire en las grandes ciudades.
Por el contrario, en países como los Estados Unidos donde existe una cultura del césped más bien representa un gran problema ecológico.
Se ha calculado que existen 16 millones de hectáreas destinadas al césped en esta nación americana.
Esto implica un gran consumo de recursos hídricos para su mantenimiento, uso muchos de agroquímicos para control de plagas y fertilización así como la siega frecuente con podadoras que usan combustible fósil.
También se disminuye la biodiversidad vegetal al limitarse a un solo tipo de cultivo.
La grama artificial
El césped artificial resiste el uso intensivo de allí que se utiliza comúnmente en los campos deportivos. Este césped sintético o artificial se instaló por primera vez en 1965 para la inauguración del estadio Astrodome en Houston, Texas.
Desde ese momento se hicieron evidentes las ventajas que ofrecía para las instalaciones deportivas cubiertas. Su popularidad se extendió a lo largo de los años 70 y 80, pues sus ventajas son muchas.
El ahorro de agua y el bajo costo en mantenimiento fueron sus puntos a favor, puesto que no requiere de corte ni de agroquímicos como el césped natural. Además es reciclable.
Sin embargo, por ser más duro que el natural se le responsabiliza de lesiones en los deportistas. Durante un tiempo la FIFA cuestionó su uso en los estadios de fútbol, pero las mejoras tecnológicas continuaron y finalmente la FIFA estableció los parámetros de calidad necesarios para permitir su uso.
Sus características son las siguientes:
Sobre una base grava se extiende la alfombra
La alfombra consiste de un material de soporte y fibras que simulan al césped
Este césped tiene un material de relleno que tiene efecto amortiguador
Simula al suelo y mantiene las fibras en posición vertical
La popularidad del césped artificial ha pasado de las instalaciones deportivas a los hogares como elemento decorativo e incluso reemplazo del natural.
Las desventajas del césped artificial están en la naturaleza de los materiales sintéticos empleados en su elaboración.
Por ejemplo, para el material de relleno proviene de neumáticos reciclados que generalmente contienen metales pesados y compuestos orgánicos volátiles tóxicos entre otros.
Adicionalmente, está la liberación de microplásticos. La escorrentía por agua de lluvia puede llevar estos contaminantes al suelo y eventualmente a ríos y lagos.
Al no ser vegetación viva no absorbe el CO2, por lo tanto, no tiene acción purificadora del aire. En temporadas de calor, este césped puede alcanzar hasta 77º C de temperatura.
Como conclusión, ambos tipos de césped pueden ser completamente viables si se siguen una serie de recomendaciones. Tanto las ventajas como las desventajas deben ser sopesadas.
En el caso del natural, optar por césped orgánico, el cual es más adecuado a las zonas residenciales, parques y paseos. Es necesario utilizar plantas que no requieran el corte continuo y que la fertilización y control de malezas y plagas sea orgánico.
En cuanto al césped artificial, es fundamental el empleo de materiales menos agresivos al ambiente para su elaboración, utilizando rellenos no contaminantes como arena y derivados naturales (corcho, cáscaras de coco o nueces) que faciliten su reciclaje con mínimo efecto medioambiental.