Hace ya muchos años, (es curioso, empiezo como el cuento) cayó en mis manos una cinta casette que narraba una historia que me encantó: "El hombre que plantaba árboles". Perdí la cinta pero no la historia. Luego, con la aparición de Internet, pude recuperarlo y enterarme de todas las circunstancias que rodeaban al cuento lo que me decidió a darle mi versión. Empecé a grabar imágenes en los bosques cántabros de los valles de los ríos Saja, Besaya y Asón, en Campóo, Valderredible y La Lora con alguna incursión en la provincia de Burgos (Lorilla y Orbaneja del Castillo). Los robledales de Bermillo y las casas, cocinas y fuentes de Almeida de Sayago en Zamora me ayudaron a ambientar adecuadamente el cuento. La música me la he bajado de Internet. Pero lo más valioso sin duda ha sido el apoyo humano de mi familia y de mis grandes amigos de siempre. Fue suficiente con comentarles la idea para que pusieran en marcha toda la maquinaria e imaginación. Ellos diseñaron todo el vestuario y, en un fin de semana rodamos las escenas más entrañables en Riocorvo y Bárcena Mayor en un trabajo que rompió la monotonía y alucinó un poco a los habitantes de los dos pueblos pero que nos proporcionó a todo el grupo de amigos dos más que añadir a la interminable lista de días felices que hemos disfrutado en compañía. Mi mayor deseo sería que este cuento ayudara a conseguir el objetivo que su autor soñó al escribirlo: "Hacer amar a los árboles, o mejor, hacer amar plantar árboles".
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