El negocio puede ser pequeño, pero la visión tiene que ser grande.



Para empezar, un negocio de rico no necesitas dinero, solo requieres una decisión y una OPORTUNIDAD millonaria.

En este juego, el dinero va al final. Porque, a fin de cuentas, el dinero siempre aparece. Recuerde que a dónde va el empresario, ahí llega el dinero. Así que, si el dinero no es el problema, tampoco es la solución.

Señores, el factor determinante es la mentalidad. En pocas palabras, usted solo requiere tomar una decisión y crear una OPORTUNIDAD.

Veamos: su empresa tiene que instaurarse como un proyecto millonario y no como un negocio pesetero. El negocio pesetero es el que tiene que arrodillarse o estar rogando a unos cuantos clientes, llevándoles el amén porque si ellos se van, el negocio se queda en el aire. En algunos otros casos tienen que aceptar que les pisoteen, les ninguneen, les miren con desdén y, sobre todo, deben aceptar que les pongan las reglas de juego. Permiten que les traten como pyme necesitada.

Algunos dirán que así son los inicios, que así es al principio. Y es cierto, pero a fin de evitar fallas de origen, conviene recordar un par de cuestiones de orden mental:

#1 El negocio puede ser pequeño, pero la visión debe ser grande. En otras palabras, lo que importa es el tamaño del soñador.

#2 Defina qué clase de negocio quiere tener. Si usted quiere un negocio de sobrevivencia, entonces enfóquese en los detalles del día a día. Pero si, por el contrario, su objetivo es forjar un negocio millonario, entonces debe re direccionar sus esfuerzos.

El punto dos resulta fundamental toda vez que la claridad es determinante. Hay que estar claros: una cosa es hacer empresa para ganar bien y otra cosa es hacer negocios para hacerse RICO.

Muchos advertirán que no hay que pensar en eso. No pienses en hacerte rico, solo haz bien tu trabajo y lo otro llegará por consecuencia, dice el promedio.

Señores: lo uno no se opone a lo otro. Piense en hacer un esfuerzo de primera y en hacerse millonario. No hay nada de malo en eso. Por el contrario, eso define sus expectativas. Aquí la pregunta es: ¿por qué hacemos negocios? ¿Qué queremos lograr? ¿Queremos contribuir con el mundo y hacernos ricos o sólo queremos contribuir con el mundo? ¿Queremos hacer una mejor sociedad y de pasada hacernos millonarios? ¿Queremos llevar productos y/o servicios de nivel superior, que hagan una contribución excepcional en nuestro entorno y con ello facturar cifras de seis dígitos?

El futuro millonario no tiene que hacerle asco al dinero. No tiene que avergonzarse, ni excusarse por sus motivaciones. No tenemos que experimentar sentimientos de culpa.

Señores, la ganancia – nuestra facturación- es la prueba de que estamos haciendo bien las cosas. Es el resultado y no la causa. Es la forma como la sociedad nos recompensa por el esfuerzo que hacemos. Piense en estos términos: si ganamos millones es porque estamos ayudando a millones. Es nuestro premio por pensar y actuar distinto al común de mortales.

En virtud de lo expuesto, si usted ya tiene un negocio debe pensar como millonario. Y una de las primeras preguntas que debe hacerse es la siguiente:

¿El negocio que tengo es realmente mío?

En muchos casos, el emprendedor piensa que su negocio, en efecto, es suyo. Así lo indican los papeles. Sin embargo, financieramente hablando, el negocio todavía no les pertenece. El negocio es del banco al que puntualmente deben pagar. O de los empleados a los que, sea cual sea el resultado, hay que pagar a fin de mes.

Aquí la pregunta que usted debe responder a conciencia es la siguiente: ¿el negocio es suyo o va a ser suyo?

Esta pregunta resulta básica porque en América Latina tenemos cultura de comerciantes y no de empresarios. Advierta usted que algunos abiertamente se declaran pequeños empresarios.

Piensan como pequeños negociantes y no como millonarios. Y a los millonarios no nos define el dinero sino la actitud ante el dinero. No nos define el tamaño del negocio, sino nuestra visión sobre los negocios.

Pensemos en algunas diferencias:

El comerciante se enfoca en el producto. Quiere tener el producto estrella. Un producto de calidad y, si puede, aspira a venderlo a precio justo.

En contra parte, los empresarios nos enfocamos no en el producto, sino en el SISTEMA. El producto solo es una variable, pero no es en sí mismo el corazón del negocio. El empresario comprende que los millones están en el sistema, no en el producto. Entiende que SU producto es el sistema, no lo que se vende a los clientes finales.

El comerciante está enfocado en hacer clientes. Los empresarios estamos enfocados en crear mercados.

El empresario millonario entiende que hay una feroz guerra por los clientes. Meterse allí es cosa de poca visión. Lo más inteligente es crear mercados, tendencias. Los millones son para los pioneros, para los primeros. Todos los demás deben ir por las minucias. Los creadores, los impulsadores, los que corren el riesgo, esos nos llevamos la mejor parte del pastel. Lo que queda es para los segundos.

Un ejemplo:

La carne de pollo es, por así decirlo, la carne de mayor consumo en el hogar latino. Sin embargo, en el Perú a alguien se le ocurrió impulsar el mercado de la carne de pavo (que solo tiene mayor demanda en navidad). Entonces una empresa, a través de actividades propias del marketing, ha impulsado el Jueves de Pavita. Al mercado le están metiendo la idea de que los días jueves hay que consumir carne de pavo. Y el público responde. Y así poco a poco se va creando la costumbre, el hábito popular, de consumir carne de pavo. Se ha impulsado un nuevo mercado: hoy día la señora que antes solo despachaba carne de pollo, ofrece carne de pavo. ¿Quién es su proveedor? La empresa creadora del Jueves de Pavita.

La premisa se cumple en todos los rubros:

En el campo de la moda los gigantes de esa industria batallan por crear tendencias.

Señores, hay que pensar en grande. Hay que apuntar a la cima. Bill Gates dijo: hay que ver para dónde va el mundo y llegar primeros.

En un siguiente mensaje, hablaremos sobre los principios que hay detrás del negocio millonario. Los principios y la práctica. Por ejemplo, en términos prácticos el comerciante se enfoca en resolver problemas. Los empresarios nos enfocamos en explorar oportunidades. Y es que los problemas deben venir detrás de la oportunidad, no antes.

La clave es siempre la mentalidad. El juego del dinero es un juego sencillo, pero no siempre fácil. Mentalidad, carácter, son algunos de los rasgos que debe tener el empresario ganador.

Señores, hay dinero. La mesa está servida, ahora solo depende que el comensal tenga hambre.

TOMADO DE: Adn Millonario

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