¿Por que se hereda la profesión familiar?

*José Ignacio Azuela

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¿Recuerda cuando estaba en el jardín de niños y, durante el festejo del día del padre, junto a sus compañeros cantaba “yo quiero ser como mi papá, qué lindo sería parecerme a mi papá”?* Han pasado los años y le aseguro que, si no fue el caso de usted, más de uno de sus ex-compañeros siguió los pasos profesionales de su padre o madre. Si reconoce la anterior situación, ahora tal vez se estará preguntando ¿por qué algunas personas heredan la profesión familiar?

Los modelos económicos dedicados al análisis de la educación, concretamente enfocados a las decisiones individuales, han tratado de explicar la elección de una carrera tomando en cuenta los incentivos de carácter monetario.

Lo anterior supone que la ocupación es producto de una decisión racional e informada sobre el futuro laboral, por lo que un individuo elegirá realizar aquel trabajo que, después de comparar los beneficios esperados frente a los costes asociados, le provea mayores rendimientos. En estos casos, la información sobre los salarios esperados y la situación del mercado de trabajo son la base para tomar la decisión. Bajo esta premisa, el poco interés por algunas profesiones se explica simplemente por los bajos salarios o las pocas oportunidades de empleo atribuidas a ellas.1

Sin embargo —y aunque el modelo tradicional explica en gran medida las decisiones—, aún quedan muchos patrones de elección por explicar. Por ejemplo, este modelo no ha sido capaz de explicar la razón por la cual algunos eligen carreras que, con inversiones y esfuerzos similares a otras, ofrecen menores retribuciones económicas.2

Aparentes contradicciones, como la preferencia por carreras que ofrecen menos ingresos y bajas perspectivas laborales, han conducido a nuevas aproximaciones al fenómeno; por ello surgen propuestas que sugieren la influencia de factores no pecuniarios en la elección. El presente trabajo se centra en una de ellas: la herencia ocupacional, por lo que se tratará de explicar por qué, ante distintas opciones ocupacionales, una persona termina siguiendo los pasos de su progenitor. Pero también se verá que no siempre se trata de un problema de decisión entre distintas opciones, pues en algunos casos, la herencia ocupacional es resultado de la carencia de opciones, aunque existe una gran diversidad de elementos que influyen en la elección ocupacional de un individuo.

Herencia ocupacional



Desde los clásicos del pensamiento económico (entre ellos John Stuart Mill y Alfred Marshall), se discutía sobre la elección ocupacional vista como un fenómeno heredado. El primero de ellos lo veía como un problema de castas, en el cual cada clase social heredaría el oficio o profesión del progenitor.

Stuart Mill advertía el efecto de los factores que, ajenos a las capacidades del individuo, perpetuaban la ocupación familiar.3 En el extremo opuesto, Alfred Marshall4 se planteó la herencia ocupacional desde el ángulo del cúmulo de conocimientos y habilidades que un individuo puede aprender del oficio del progenitor, y creía que el aprendiz perfecto para cada ocupación se hallaba en el individuo que desde pequeño observaba el oficio.

Pero, ¿qué beneficios puede traer el seguir los pasos de papá o mamá? En términos generales, el pensamiento económico sugiere que la herencia ocupacional podría contribuir al éxito profesional, pues, heredar la ocupación supone la transmisión intergeneracional de conocimientos, renombre, vínculos profesionales y, en general, todos aquellos intangibles asociados a la profesión. De tal modo, quienes eligen seguir los pasos de sus progenitores (los llamados seguidores) pueden hacer adiciones al capital humano con menores inversiones de tiempo y dinero; los seguidores obtienen una ventaja comparativa frente a los no seguidores, al continuar con la profesión de los padres.5

Pero, además de toda esta transmisión de relaciones y vínculos profesionales (el capital relacional), ser como papá involucra otras ventajas. En un mundo donde se carece de plena información (o información imperfecta), los individuos dispondrán de más datos sobre la profesión de sus padres que del resto de alternativas ocupacionales, con lo cual, imitar a los progenitores es una manera efectiva de reducir el riesgo asociado a la decisión ocupacional.6

No obstante, la herencia ocupacional también puede ser causa de problemas de libertad de elección; en tales circunstancias, los sujetos permanecen involuntariamente en la ocupación del padre. Este fenómeno surge a raíz de una serie de barreras culturales que restringen tanto la entrada como la salida de ciertas ocupaciones. Como resultado tenemos que el nepotismo impone una fuerte barrera de entrada en ciertas ocupaciones. Y, por otro lado, la carencia de oportunidades supone una barrera de salida para aquellos cuyos progenitores tienen una ocupación con bajas retribuciones en el mercado.7

Desafortunadamente, el nepotismo no es la única barrera a la entrada de ciertas profesiones; la existencia de inadecuadas políticas públicas (o, incluso, su carencia), en especial de aquellas dirigidas a la salud y la educación, puede condicionar la movilidad intergeneracional y limitar las opciones de los individuos. Este fenómeno se acentúa cuando hablamos de países con grandes contrastes materiales en los que la fracción de ventajas o desventajas transmitidas de padre a hijo es mayor que la presente en países con poca desigualdad. Los programas de desayunos escolares u oportunidades son ejemplos de políticas públicas que pueden ayudar a reducir la desigualdad.

Así pues, en países con mucha desproporción de ingresos, las oportunidades serán mayores para aquellos cuyos progenitores obtengan ingresos altos. Mientras que, en el caso opuesto, la falta de oportunidades será una constante en sus vidas, provocando que factores externos a sus capacidades individuales (en este caso una redistribución desigual de la riqueza) perpetúen la ocupación familiar e impidan la movilidad de clases entre generaciones.

Conclusiones



Como se advirtió, detrás de la herencia ocupacional existe un sistema de transmisión de conocimientos, habilidades y, en general, de una cantidad importante de intangibles especializados, como reputación o poder de marca, los cuales sólo pueden ser aprovechados, si el individuo decide seguir los pasos de su progenitor.

En una profesión distinta, los beneficios de las habilidades heredadas se reducirían sensiblemente y no supondrían un diferenciador, en relación con el resto de la generación con la que se comparte el perfil profesional. Bajo estas circunstancias, aquellos individuos que deciden heredar la ocupación, frente a quienes no lo hicieron, tendrán ventajas importantes que, al final, se podrían traducir en mayores disposiciones de renta.

Lamentablemente, no todos los escenarios garantizan la libertad de decisión, pues, detrás de la herencia ocupacional puede haber un sistema de castas que restringe la elección, si ocurre alguno de los siguientes casos: prohibición del ingreso a ciertas ocupaciones y obstaculización de la salida de otras (por ejemplo, a través de la herencia de cargos públicos o el uso de influencias para conseguirlos).

Éste es el rostro menos amable de la herencia ocupacional que condiciona sensiblemente el futuro de los hijos, el cual, en ciertos casos, se traduce en actos de nepotismo, a través de los cuales los puestos públicos se van transmitiendo de generación en generación. Por otro lado, supone una condena para aquellos que heredan la ocupación, pero no por elección, sino por falta de oportunidades.

Ser como papá, cuando tal decisión no es producto de la ausencia de opciones, es una forma eficiente de incrementar nuestras habilidades y, con ello, obtener ventajas frente al resto de individuos que eligen la misma ocupación.

En fin, de no ser por el nepotismo o la ausencia de oportunidades, aquella popular canción sería un bonito himno que alentara a todas las generaciones a esforzarse por alcanzar sus sueños. Desafortunadamente, en algunos casos, en especial aquellos en los cuales el valor social y los ingresos derivados de la ocupación son muy bajos, “yo quiero ser como mi papá, que lindo sería parecerme a mi papá” más que un buen deseo, podría ser una condena que perpetúe la pobreza.

Referencias
1. E. Tacsir (2010). “Occupation Choice: Personal Factors and Social Aspects”. Munich Personal RePEc Archive, núm. 20432.

2. M. K. Humlum, K. J. Kleinjans y H. S. Nielsen (2012). “An Economic Analysis of Identity and Career Choice”. Economic Inquiry, 50(1), 39-61.

3. J. S. Mill (1848). Principles of Political Economy. [versión en español: Principios de Economía Política. México: Fondo de Cultura Económica, 1943].

4. A. Marshall (1920). Principles of Economics. Londres: MacMillan.

5. D. N. Laband y B. F. Lentz (1983). “Like Father, Like Son: Toward an Economic Theory of Occupational Following”. Southern Economic Association, 50(2), 474-493.

6. J. Prieto Rodríguez y M. J. Suárez Fernández (2006). “¿De tal palo tal astilla? Conexiones intergeneracionales en la ocupación y la elección de empleo en el sector público”. Hacienda Pública Española/Revista de Economía Pública, 178, 81-111.

7. P. M. Blau y O. D. Duncan (1967). The american occupational structure. Nueva York: John Wiley and Sons.




Autor

*José Ignacio Azuela es Doctor por la Universidad de Oviedo (España), con especialidad en Comportamiento del Consumidor. Actualmente, se desempeña como profesor investigador en la Facultad de Comercio y Administración de Tampico, de la Universidad Autónoma de Tamaulipas. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y cuenta con publicaciones tanto en revistas nacionales como internacionales.

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