El conjunto arquitectónico de San Pedro de Rocas está compuesto por la casa rectoral, la iglesia y un humilde cementerio; el bosque circundante envuelve todas las estructuras, fundiéndose con ellas para dar lugar a un armonioso paisaje que parece estar congelado en el tiempo.
El complejo fue designado como un bien de interés cultural en el año 1993 y pasó a ser un monumento del patrimonio histórico de España, convirtiéndose así en un gran atractivo turístico que atrae visitantes a Ribeira Sacra desde lugares lejanos; ansiosos de visitar su museo, observar su centro de interpretación y recorrer el camino idílico que se abre paso entre los árboles del bosque.
El valor histórico de este conjunto es tal que ha hecho a la UNESCO considerar la comarca de Ribeira Sacra como candidata para ser nombrada patrimonio de la humanidad. En su momento, esto animó a la Xunta a extender el estado de bien de interés cultural a todo el paisaje que rodea al monasterio, brindándole una mayor protección al bosque en cuyo seno se encuentra la construcción. De esta manera, se esperaba asegurar la posición de Ribeira Sacra y seguir impulsando el turismo en España.
Sin ver el bosque por los árboles
Paradójicamente, la propia Xunta ha sido la primera en vulnerar la protección del bosque que rodea la edificación con una propuesta que plantea la tala de gran cantidad de árboles con el objetivo de expandir la carretera que lleva hacia el convento. Esta medida ha sido recibida con rechazo y desconfianza por parte del público, impulsando a varios colectivos de la región que se oponen a la propuesta a alegar que puede amenazar las posibilidades que San Pedro de Rocas tiene para convertirse en patrimonio de la humanidad.
La problemática quedó temporalmente zanjada cuando el responsable del terreno interpuso un contencioso administrativo que impide la tala de la sección de bosque delimitada en el proyecto; este recurso, sin embargo, no representa una solución al problema y el destino de una sección importante del paisaje sigue en la balanza.
A primera vista podría parecer que es demasiado escándalo por unos cuantos árboles, pero hay que remarcar lo sensibles que son los bosques. La pérdida de un puñado de árboles puede comenzar una reacción en cadena que disminuya notablemente la extensión de la vegetación, dejando el terreno desprotegido y exponiendo lo que queda del convento a la erosión.
Un legado de belleza
Hoy en día los entornos en los que la belleza de la arquitectura y la maravilla de la naturaleza se encuentran son cada vez más escasos, hasta el punto de que a veces parece que nuestro mundo moderno se divide en lugares dominados por la humanidad y parajes destinados a la conservación del ambiente. Pero lugares como el monasterio de San Pedro de Rocas se remontan a un pasado más prístino, cuando el hombre y la naturaleza compartían los paisajes en vez de disputárselos.
Las ruinas del monasterio poseen una gran importancia histórica y sirven como una manera de examinar el pasado. Por otra parte, el bosque que se extiende alrededor forma parte de un presente en constante movimiento, brindando paz y belleza a toda el área. El pasado y el presente se encuentran es donde florece la vida y por eso es importante resguardar tanto el bosque como las ruinas, para que en el futuro las personas puedan seguir maravillándose con un paisaje que parece congelado en el pasado de Ribeira Sacra.
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