¿Y no sería más fácil hablar de cultura vegana y vegetariana que de Veg Friendly o Meat Less Monday (lunes sin carne) como si esto fuera un chiste sobre la moderna y cosmopolita que es siempre Barcelona? Posiblemente, pero en realidad se trata de campañas e iniciativas internacionales que han sido adoptadas por el ayuntamiento, así que nos conformaremos con un pequeño tirón de orejas lingüístico sin hacer demasiados chistes sobre el asunto.
Pero dejando a un lado la cosa idiomática, ¿qué implicaciones reales tendrá para la ciudad esta apuesta por la dieta vegana y vegetariana? Según lo que ha trascendido hasta ahora, y más allá de ser una simple declaración de intenciones para destacar los beneficios sociales, medioambientales y de salud de una dieta más vegetal y menos animal, también se contemplan medidas concretas.
Así, el ayuntamiento recogerá en una guía los restaurantes de la ciudad en los que no se sirve carne -a día de hoy unos 60, según explican-; impulsará una aplicación móvil que informe sobre los comercios con este tipo de productos veganos y vegetarianos; creará un punto de información (BCN Veg Point) y reunión para los interesados en el tema; y,además, se adherirá a la citada campaña de lunes sin carne.
¿Lunes sin carne? ¿Patrullas de soviets patrullando la ciudad en busca de carnívoros a los que enviar al gulag? Aunque seguramente más de un medio de comunicación ya estará especulando con esta idea aprovechando la jugada para atacar a la alcaldesa de Barcelona, parece que la medida es más sencilla: La alimentación que provenga de la administración será vegetariana los lunes, de forma voluntaria.
Eso significa que en comedores escolares, así como en otros gestionados por el ayuntamiento de Barcelona, los lunes se ofrecerá esa opción vegetariana, de acuerdo a la campaña promovida en su momento por nada menos que Paul McCartney.
Como si la carne fuera el problema de los comedores escolares, apunta el nutricionista Juan Revenga, que se muestra muy crítico con esta medida. O, mejor dicho, con la alta dosis de pose que tiene y la nula participación de expertos en nutrición en una política que, después de todo, también tiene que ver con comer. Los donuts sonveg-friendly, así que también pueden incluirse en ese menú de los lunes, comenta con sarcasmo en su blog.
Más allá de las prioridades a la hora de poner sobre la mesa problemas de alimentación, hay otro punto que chirría en esta declaración: el uso de ese apoyo a la cultura vegetariana y vegana como imán para los turistas. Lo que queremos es que Barcelona se convierta en uno de los destinos preferidos por los vegetarianos y veganos de todo el mundo, explica Leonardo Anselmi -portavoz de la ONG Libera, impulsora de la iniciativa- al diario El Comercio. Más turistas, justo lo que necesita Barcelona.
No se trata de cuestionar los evidentes beneficios de aumentar la cantidad de verduras y legumbres en la dieta, criticar el impacto ambiental de la ganadería intensiva o criticar la decisión de quienes eliminan de su menú los alimentos de origen animal. Los lunes (o martes o miércoles…) sin carne pueden ser una buena idea en esa dirección, claro.
El problema, en todo caso, son las prioridades. Porque si más allá de posar para la foto, atraer turismo o reírle la gracia a esos restaurantes vegetarianos con sandía en enero -no es una forma de hablar, es literal-, de lo que se trata es de fomentar una alimentación más saludable, justa y sostenible, hay medidas aparentemente más sencillas y cercanas al día a día de la mayoría.
Empezando por la defensa del mercado tradicional, del producto de proximidad, de los productores, del control de los comedores escolares… Fomentar, a fin de cuentas, ese vicio tan sano de ir a hacer la compra o cocinar.
rnss
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