La iluminación artificial impulsó el desarrollo social desde sus inicios al representar un mayor aprovechamiento del tiempo en las actividades humanas, garantizando más seguridad y productividad.
Con el desarrollo y expansión de las grandes urbes luminosas, la bombilla incandescente vino a ser unos de los factores que demandaba un alto consumo de energía eléctrica y, por lo tanto, una fuerte influencia en el ambiente, dado que los recursos naturales que permiten la generación de energía eléctrica no son inagotables.
Es importante conocer cuáles son las opciones de iluminación que disponemos actualmente para reducir nuestra factura eléctrica, analizando las ventajas y desventajas que tienen la iluminación que producen los distintos tipos de bombillas:
Bombillas incandescentes: Producen luz mediante el calentamiento de un filamento metálico, en concreto de tungsteno o wolframio, hasta ponerlo al rojo blanco, mediante el paso de corriente eléctrica. En la actualidad, se consideran poco eficientes porque el 85 % de la electricidad que se consume la transforma en calor y solo el 15 % restante en luz. Su vida útil en el mejor de los casos es de 1 año.
Estas bombillas están en proceso de reemplazo a nivel mundial, puesto que tiene muchas desventajas: el ahorro en energía eléctrica es nulo y emite radiación UV, por otra parte, al desecharlos liberan contaminantes como carbón y tungsteno.
Bombillas fluorescentes compactas: Funcionan de manera similar a los tubos fluorescentes; la sustancia que recubre la pared interior convierte a los rayos ultravioleta en radiación de luz visible, el gas argón y vapor de mercurio que llenan el tubo ayudan al proceso de encendido de la lámpara mediante un balastro electrónico.
Son de alta eficiencia y bajo consumo. El ahorro energético está en el rango de un 40 a 60 %. Su eficiencia lumínica es del 60 % y su vida útil promedio es de 2 años Entre sus desventajas está que este sistema de iluminación contiene una pequeña porción de mercurio (entre los 3 y los 6 mg), esto las convierte en un residuo peligroso por lo que se debe entregar en puntos especiales de reciclaje.
Bombillas y luminarias LED: Conocidas también como lámparas de iluminación en estado sólido; consisten de un semiconductor inorgánico recubierto por una resina epóxica transparente, el cual está unido a dos terminales (cátodo y ánodo). Al recibir energía eléctrica se produce el efecto de electroluminiscencia originando luz. Su consumo energético es muy bajo y su vida útil es muchísimo más larga, estimada en 8 años. El ahorro energético oscila entre el 75 % al 90 % y su eficiencia lumínica es del 90 %.
Estas bombillas presentan más bondades y ventajas que las incandescentes y las fluorescentes. De momento no se considera que tengan efectos adversos al ambiente. No obstante, están comenzando a aparecer estudios que revelan que pueden tener ciertos efectos adversos en la salud (la alteración de los ritmos circadianos al exponerse de manera prolongada a este tipo de iluminación en horas nocturnas). A nivel ambiental, contribuye mucho más a la contaminación lumínica. Por otra parte, requiere del desarrollo de un proceso de reciclaje eficiente.
La organización Greenpeace ha recomendado a los gobiernos del mundo reemplazar por completo las bombillas incandescentes para mitigar el efecto del calentamiento global y reducir el consumo de energía eléctrica. En torno al problema que representa el mercurio en las fluorescentes compactas, esta organización alienta hacia una tecnología de transición y es eso lo que ha influido en la creciente aceptación que tiene la iluminación basada en LED.
Desde nuestro hogar podemos contribuir a ello, no solo para proteger al ambiente, también la economía familiar, pues la iluminación viene a representar un porcentaje importante en la factura del servicio eléctrico.
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Pedro Churion l Redactor Especialista
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