La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realiza actualmente un monitoreo constante del proceso de adopción, impacto y beneficios que las ecotecnologías brindan a los usuarios, especialmente a aquellas comunidades más retiradas del país. Sin embargo, su implementación requiere ir más allá de la transferencia tecnológica para asegurar que los resultados impacten en su entorno y para conocer su utilidad, así como las áreas de oportunidad que puedan ofrecer.
La doctora Ilse Ruiz Mercado, adscrita al Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES), ubicado en Morelia, desarrolla herramientas metodológicas para monitorear la adopción y medir los impactos del uso de las ecotecnologías, con lo que busca contribuir a que estas sean un eje de cambio compatible con las costumbres de uso de las regiones donde sean más provechosas.
El estudio que la investigadora lleva a cabo determina los procesos de implementación y adopción que requieren estas contribuciones tecnológicas, señalando a largo plazo la funcionalidad y las ventajas que pueden dar al medio ambiente y a la sociedad, de manera que asegure el florecimiento de los beneficios de estas alternativas, que van desde estufas que ahorran leña y reducen los daños a la salud y al ambiente al emitir menos contaminantes, hasta sistemas de captación o de desinfección de agua en las regiones del país donde este líquido vital es especialmente difícil de conseguir.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿En qué consiste el proceso de adopción ecotecnológica?
Ilse Ruiz Mercado (IRM): Las ecotecnologías, ya sean dispositivos o prácticas, son interfaces a través de las cuales interactuamos con los ecosistemas y establecemos relaciones que promueven el bienestar. Por ejemplo, cuando usamos nuestra bici para transportarnos y evitamos la emisión de contaminantes, además de mejorar nuestra salud. O bien, cuando utilizamos técnicas de control biológico para evitar plagas en la cosecha de nuestros alimentos, evitando el uso de químicos que pueden contaminar el agua, deteriorar el suelo o dañarnos.
Estos beneficios solo ocurren si las ecotecnologías se aceptan y se adoptan, es decir, si funcionan para obtener el beneficio que deseamos y si las comunidades que las usan se apropian de ellas, las hacen parte de sus vidas, las mejoran o las generan. La adopción ecotecnológica es uno de los procesos que mantiene la cohesión entre estas tecnologías y el socioecosistema, permitiendo que se den los beneficios de las interacciones. El monitoreo ecotecnológico consiste justamente en asegurar que las ecotecnologías funcionan, se usan y mantienen su desempeño en el largo plazo, es decir, que continúan con vida y saludables.
AIC: ¿Qué herramientas existen para monitorear la adopción de ecotecnologías?
IRM: Para la recolección de datos, en la última década hemos utilizado una tríada de instrumentos para el monitoreo: primero usamos los métodos tradicionales como los cuestionarios, entrevistas grabadas o en papel, los diarios y notas de campo. También usamos las tecnologías de la información que han permitido tener aplicaciones en dispositivos móviles que agilizan la generación de bases de datos y su georreferenciación, permitiendo cubrir poblaciones de mayor tamaño y realizar diagnóstico rápido.
Por último, la nueva generación de detectores electrónicos que abrieron las puertas a obtener mediciones objetivas y detalladas de la adopción y del desempeño de las ecotecnologías en condiciones reales de operación, su monitoreo de largo plazo, el preprocesamiento en tiempo real y en algunos casos la transmisión inalámbrica de datos. La herramienta depende de la pregunta que se quiera contestar, la ecotecnología y el contexto del proyecto.
AIC: ¿Cómo se analizan los datos que son recolectados?
IRM: Utilizamos técnicas computacionales para las estadísticas que analizan señales y se identifican patrones. Se está haciendo también común la minería de grandes cantidades de datos para obtener información de bases de datos secundarias. En el caso del monitoreo de adopción de estufas de leña, por ejemplo, implementé desde 2007 los monitores de uso de estufa (SUM, por sus siglas en inglés), que son pequeños detectores de temperatura digitales con memoria digital, del tamaño de una moneda de diez centavos.
Estamos desarrollando también con otros colegas la plataforma en línea SoftSUMit, que integra el manejo de archivos de los SUM, el análisis de las señales, su análisis estadístico y la generación de reportes y bases de datos. Este desarrollo, pionero en su tipo, busca acortar los tiempos y recursos necesarios para el análisis de datos, así como el monitoreo costo-efectivo. Actualmente trabajo en la construcción de un repositorio nacional para que las bases de datos que generamos y las de otros proyectos puedan ser consultadas, analizadas y usadas en la toma de decisiones y política pública.
AIC: Una de las más grandes innovaciones ecotecnológicas desarrolladas en el estado de Michoacán son las estufas de leña Patsari, ¿cómo han aplicado el monitoreo a esta tecnología en específico?
IRM: En las últimas décadas, el Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada, A.C. (GIRA) y la UNAM han realizado juntos varios estudios para monitorear en campo y laboratorio el desempeño técnico de las estufas, así como sus impactos en la salud de los usuarios y en la reducción de emisiones al ambiente. Se han realizado también estudios para conocer las percepciones de las personas sobre la tecnología y los impactos socioecológicos de su uso sostenido. Podría decirse que la Patsari es una de las estufas de leña que se han estudiado de manera más completa.
Los protocolos de prueba y herramientas que se han desarrollado a partir de esta experiencia han servido para monitorear el diseño e implementación de otros modelos de estufas. En cuanto a monitoreo de adopción, en el caso de la Patsari hemos utilizado la tríada de herramientas que menciono, incluyendo los SUM. Una contribución muy importante de la investigación que realizamos en México en esta área es, sin duda, el monitoreo de la adopción y de los patrones de uso de estufas de biomasa, temas en los que somos referente internacional.
AIC: ¿Los programas de monitoreo reciben el apoyo de alguna institución?
IRM: Hay pocos programas de monitoreo como tal fuera de los proyectos de investigación. Comúnmente solo se reportan el número de unidades vendidas, construidas o entregadas, sin importar que se abandonen o dejen de funcionar al poco tiempo. Uno de los principales retos que enfrentan los programas de monitoreo que existen en organizaciones civiles es la falta de presupuesto para mantenerlos.
Desafortunadamente muchas veces el monitoreo no se considera indispensable para que los beneficios lleguen a los usuarios, no se valora ni se incluye como parte del costo del proceso ecotecnológico. A veces es también ambiguo en quién recae la responsabilidad de realizarlo. Es muy importante impulsar y garantizar los recursos para monitoreo, seguimiento y evaluación, particularmente en los programas de mayor escala.
AIC: ¿Cuál es la importancia de este monitoreo para la sustentabilidad en el futuro de nuestro país?
IRM: Sin asomarnos a la realidad no sabemos si se materializan los beneficios de las ecotecnologías y, por tanto, ignoramos si las metas hacia el desarrollo sustentable se están alcanzando, además de que limitamos nuestra capacidad de adaptarnos. La falta de monitoreo pone en juego toda la inversión que se realiza en programas que implementan soluciones ecotecnológicas, además de que se pierde la oportunidad aprendiendo cómo mejorar, o de contar con evidencia robusta de casos exitosos para generar políticas públicas y consolidar financiamientos.
Es importante formar recursos humanos y seguir desarrollando herramientas y metodologías para fortalecer las capacidades en México de monitoreo ecotecnológico, pero es igualmente necesario crear los mecanismos para que los programas de implementación de ecotecnologías, particularmente los de mayor escala como los estatales y federales, destinen fondos específicos e incentivos para asegurar la inclusión de tareas de monitoreo y evaluación.