Resulta curiosa, y un poco contradictoria, la manera en la cual la conservación clásica aborda la relación entre humanos y los ecosistemas; se hace énfasis en que los seres humanos somos parte de la naturaleza y debemos vivir en harmonía con el resto de la biodiversidad, pero en la práctica mucho del trabajo de la conservación se basa en delimitar áreas y ecosistemas para que sean protegidos de la actividad humana.
Esta situación fomenta la idea de que la conservación es un esfuerzo que ocurre en lugares lejanos y la noción incorrecta de que la humanidad y la naturaleza sólo pueden coexistir si se encuentran separadas, sin embargo estas ideas están quedando atrás a la luz de nuevos descubrimientos que podrían redefinir la relación entre los humanos y el ecosistema.
El campo creciente de la ecología de la reconciliación propone que esta división con fines de conservación hace más daño al ecosistema y la biodiversidad de él que previene y plantea que la mejor manera de afrontar la crisis de conservación que se cierne sobre nosotros es modificar los hábitos de vida y la infraestructura de las áreas aprovechadas por los humanos para permitir que un mayor volumen de biodiversidad se desarrolle en los paisajes modificados por acciones antropogénicas.
Aunque este enfoque pueda parecer alocado a primera vista responde a una lógica bien establecida, los animales y plantas pueden adaptarse a las condiciones del entorno modificado por los humanos y se estima que su presencia puede traer beneficios adicionales para la humanidad.
Reconciliación teórica
Las carreteras construidas para ser inundables permiten un mejor desarrollo de la vegetación en áreas urbanas.
La ecología de la restauración puede parecer un ideal utópico de armonía entre la naturaleza y los seres humanos pero en realidad está basada en cálculos precisos y objetivos.
Después de años de estudio una creciente cantidad de investigadores consideran que, dadas las tendencias de crecimiento poblacional en humanos y la filosofía actual de conservación basada en proteger y restaurar paisajes naturales, los medios convencionales para proteger a la biodiversidad resultan insuficientes.
La mayor parte del territorio disponible sobre la superficie del planeta ha sido modificado en mayor o menor grado por la humanidad haciendo que sea mucho más lógico modificar esos ecosistemas para albergar un mayor volumen de fauna y flora silvestre en lugar de solo concentrarse en proteger los parajes prístinos dónde la mano del hombre aún no llega.
Adaptar los paisajes humanos para mantener una mayor biodiversidad ayudaría a la aparición y subsistencia de poblaciones más grandes y robustas que no solo se adaptan mejor sino que según los principios de la ecología ayudarían a fortalecer todo su ecosistema. De esta manera la ecología de reconciliación se propone convertir las ciudades en ecosistemas robustos que contribuyen a mantener la biodiversidad.
Ciudades ecológicas
Sembrar árboles robustos en los campos de cultivo favorece la salud del suelo y la resistencia de los cultivos.
Puede ser difícil de imaginar en el presente pero la ecología de reconciliación podría dar forma a las ciudades del futuro. Vivimos en una época de cambios importantes donde se está tomando conciencia de la importancia de la ecología y el valor de la biodiversidad, en un futuro en el que se reduzca el uso de combustibles fósiles, reemplazando los estacionamientos y carreteras con parques y jardines donde la humanidad y la naturaleza puedan reconciliarse.