Por Lizbeth Barojas Vázquez
Con el objetivo de investigar los factores que intervienen en la toma de decisiones de tipo ético-moral, el doctor en filosofía Fabio Morandín Ahuerma, egresado de la Universidad Veracruzana (UV), desarrolló una investigación fundamentada en los derechos humanos.
Comencé el proyecto buscando una fundamentación de los derechos humanos, el cual es un problema clásico de la filosofía. Sin embargo, esto me llevó a un problema más específico, saber qué hay detrás del bien y el mal per se. Lo que hice fue una reconstrucción histórica que trae a la modernidad problemas clásicos que se vienen planteando desde el siglo VI, después de la Edad Media, y que con la Ilustración se pierden, poniendo al hombre como centro del universo, convirtiendo los problemas morales en subjetivos, enfocados en la opinión del propio sujeto, dejando de lado su racionalidad. En pocas palabras, lo que yo quería saber era si existía algún tipo de justificación para tomar una decisión u otra, es decir, los cimientos de los juicios morales.
La intuición moral y la toma de decisiones
A través de su trabajo de tesis doctoral La sindéresis como principio ontológico de racionalidad práctica, con el cual ganó el Premio Arte, Ciencia, Luz 2015, de la Universidad Veracruzana, por su aportación original en el área de humanidades, Morandín Ahuerma cuestionó el significado original de la sindéresis, que se refiere a la capacidad natural para juzgar rectamente, especialmente para la toma de resoluciones del tipo ético-moral.
Esto me llevó por caminos muy interesantes, descubriendo que las decisiones que consideramos racionales, resulta que no lo son tanto, existe en el ser humano una tendencia a tomar fallos intuitivos. Pareciera que son racionales pero no, al final nos guiamos por nuestra intuición, de forma espontánea, sobre todo, cuando el número de las variables va en aumento, explicó el filósofo.
De acuerdo con Morandín Ahuerma, a mayor número de variables que se presentan en nuestro camino, el nivel de incertidumbre crece, entonces la elección se vuelve más intuitiva que racional. Sin embargo, encontré que existe un tipo de intuición moral, en donde consciente o inconscientemente la persona sabe de antemano qué decisión es la correcta. Los medievales lo definían simplemente como buscar el bien y evitar el mal.
Es decir, el hombre no tiene otro propósito que sí mismo, pero esa construcción del propio ser es trabajo individual, de otro modo es la sociedad la que modela al sujeto con valores intersubjetivos o amoralmente.
El cerebro y su sentido de la moral
Este proyecto que vio la luz durante el doctorado que hizo Morandín Ahuerma, en el Instituto de Filosofía de la Universidad Veracruzana dentro del Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), lo ha llevado a investigar cuáles son los mecanismos en la arquitectura del cerebro para la toma en las decisiones morales.
El filósofo explicó que hay partes del cerebro como la corteza prefrontal ventromedial que, de acuerdo con algunos estudios, se apunta que muchas de las decisiones que tomamos, especialmente las de carácter ético, están relacionadas con la actividad mayor o menor de esta corteza.
Ahora me interesa saber, por ejemplo, en diálogo interdisciplinario con otras áreas, ¿cuál es el papel que realmente juegan algunas partes específicas del cerebro, como la corteza prefrontal ventromedial en la toma de decisiones morales? No se trata, como alguna vez se anunció, de descubrir el mal o el bien en el cerebro, por el contrario, realizar un trabajo al lado de especialistas para comprender, desde un punto de vista filosófico, la lógica para construir una creencia justificada y, sobre todo, por qué actuar en consecuencia. Cómo es que tomamos una decisión en lugar de otra, especialmente cuando se trata de implicaciones éticas, es un tema fascinante y en ella se imbrican, por supuesto, la empatía, la sociabilidad, el estado de derecho y el respeto por las minorías, entre otras importantes consecuencias prácticas.
El trabajo del doctor Morandín Ahuerma busca encontrar una justificación racional de las decisiones de tipo moral. Lo que él sostiene es que el cerebro sabe de antemano lo que está bien y lo que está mal; que existe en el cerebro humano un sentido de la moral. Lo que yo defiendo es que la sindéresis es una facultad que tenemos, una potencia para discernir entre lo que es correcto y lo que es incorrecto.
El investigador afirma que somos seres morales por excelencia, que poseemos instancias éticas desde que nacemos; nuestro comportamiento no es solamente una cuestión social, como las corrientes modernas lo han dictaminado, sino exactamente todo lo contrario, es decir, el hombre es producto de la cultura, los valores son relativos y tienen que ver con la educación que hemos recibido.
Más que conciencia, intuición
El doctor Morandín Ahuerma expone que logrando descubrir el funcionamiento racional de nuestro cerebro encontraremos problemas más profundos que tienen relación entre espíritu y materia, el cual ha sido una cuestión desde la antigüedad y que, contemporáneamente, le llamamos problemas de mente y cuerpo, aunque algunos autores hablan de cerebro y conciencia.
Sin embargo, el investigador hace a un lado el tema de la conciencia para hacer hincapié en la intuición que tenemos los seres humanos al momento de tomar decisiones de carácter moral y ético. La intuición es aquello que surge cuando pensamos.
El doctor en filosofía sostiene que existe un fundamento que nos ayuda a tomar el camino correcto. Vender a tus hijos, por ejemplo, hay una intuición que te dicta que no está bien. Lo que yo afirmo es que los seres humanos tenemos una intuición innata de lo que está bien y lo que no, aunque socialmente se crea lo contrario.
Fabio Morandín Ahuerma cree firmemente que muchos de los problemas sociales han sido ocasionados porque se ha desdibujado la idea de la conciencia, volviendo todo relativo. Tenemos la idea de que cuestiones como la corrupción es una cuestión cultural; sin embargo, es intuitiva, todo esto ha tenido que ver estrechamente con la pérdida de la dignidad que el hombre tiene.
Por último, el también maestro en estudios diplomáticos por el Instituto Matías Romero de la Cancillería Mexicana, dijo que uno de los mayores beneficios que estaría otorgando su investigación es poner en plano de duda aquellas creencias y corrientes que se pensaban absolutas. Si somos capaces de encontrar cuál es la arquitectura del cerebro humano para la toma de decisiones, sería mucho más sencillo entenderlas en todos los sentidos, sabiendo de antemano que estas tienen consecuencias.
Fuente: CONACYT