Y qué mejor manera de hacerlo que compartir una estrategia que personalmente me lleva funcionando varios años y que se resume en hacernos tres sencillas preguntas antes de adquirir algo nuevo. ¿Quieres saber cuáles son?
PRIMERA PREGUNTA CLAVE: ¿LO NECESITO O SIMPLEMENTE LO QUIERO?
Esta es una pregunta muy útil sobre todo cuando compramos algo para nosotros, aunque también se puede aplicar a regalos: ¿lo necesita? Y si no lo hace ¿le aportará algo positivo a su vida? ¿le hará mucha ilusión porque es algo que le apasiona o nos hace más ilusión a nosotros regalarlo porque nos deja en buen lugar?…
Pero volvamos al consumo propio. Me ha pasado ya varias veces al hablar del armario cápsula, que algunos lectores no se llegan a creer que puedas vestir tres meses con una veintena de prendas, incluyendo zapatos y complementos varios. Sin embargo, de lo que no nos damos cuenta es de que este número es bajo desde la perspectiva del capitalismo occidental de los últimos años, porque para el resto del mundo (o para generaciones anteriores) es una cantidad de ropa casi obscena.
Quería poner este ejemplo porque ilustra muy bien que el problema no es que creamos que no podemos vivir sin esas prendas, sino que elegir esa cantidad de ropa implica renunciar conscientemente al nivel de consumo al que estamos acostumbrados. Nos hemos habituado de tal manera a la satisfacción inmediata, que planificar nuestro armario acorde con nuestras necesidades nos parece ilógico y necesitamos tener la certeza de que si queremos algo, lo podemos tener. En definitiva hemos convertido la verdadera necesidad en la última de nuestras prioridades.
Por eso es tan necesaria esta primera pregunta clave. Porque todos, sin excepción, nos dejamos de vez en cuando llevar por esos impulsos de querer algo con todas nuestras fuerzas, sin realmente necesitarlo.
SEGUNDA PREGUNTA CLAVE: ¿HA SUFRIDO ALGUIEN PARA QUE YO POSEA/REGALE ESTO?
Lo tengo comprobado, la mayoría de la gente es buena persona, seres humanos que intentan pasar por el mundo dejando un buen recuerdo. Por eso me parece curioso que, como sociedad, hayamos desarrollado una capacidad de ceguera tan importante a nivel de consumo. Un ejemplo habitual es ver cómo adquirimos productos para hacer felices a personas cercanas sin reparar en que ese mismo producto está empeorando la vida de alguien al otro lado del planeta.
Ojo, que nadie se tome esto como algo de lo que sentirnos culpables, sino como pensamientos para la reflexión y el cambio. ¿Merece la pena dar nuestro dinero a una empresa que mantiene esas prácticas? ¿realmente nos sentimos cómodos regalando a nuestros hijos ropa confeccionada por madres que no pueden ver a los suyos debido a sus duras condiciones de trabajo? Lo que digo, material rumiante para darle al coco.
TERCERA PREGUNTA CLAVE: ¿CÓMO AFECTA ESTE PRODUCTO AL PLANETA?
Para hacernos una idea aproximada del impacto del producto que vamos a adquirir en la naturaleza, debemos tener en cuenta varios factores:
Transporte: ¿Es un producto local o ha tenido que viajar para llegar hasta mí? Si ha viajado, ¿cuántos km ha hecho este producto? ¿Puedo encontrar un producto similar más cerca?
Materiales: ¿De qué está hecho este producto? ¿Lleva algún tinte tóxico? ¿Está fabricado con materiales renovables que luego pueda reutilizar o reciclar correctamente? ¿Está envuelto en plástico?
Vida útil: ¿Cuánto voy a utilizar este producto? ¿Le voy a sacar partido? ¿Alguien puede utilizarlo cuando yo acabe con él? Si se estropea ¿es fácilmente reparable?
UNA COSTUMBRE MÁS SENCILLA CON EL TIEMPO
Aunque al principio, ante un impulso de compra tengamos que hacer un esfuerzo consciente por preguntarnos cada una de estas tres cuestiones, comprobarás que con el paso del tiempo, éstas te surgirán con toda naturalidad. ¡Espero que me lo cuentes!
P.D. Y tú ¿vas a ejercitar estas tres preguntas para unas compras más éticas? ¿Tienes algún que otro truco que te sirva a la hora de comprar de manera consciente? ¡Compártelo en comentarios!
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