El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2021-2030 es una herramienta cuyo principal objetivo es construir un país menos vulnerable, más seguro y resiliente a los impactos y riesgos del cambio climático
El Consejo de ministros y ministras ha dado luz verde al II Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) 2021-2030. El borrador, presentado en mayo de 2020 está listo para su tramitación parlamentaria tras pasar por un periodo de información pública donde se recibieron más de 1500 observaciones de 182 organizaciones y personas.
Este plan será el instrumento de planificación básico para promover la acción coordinada y coherente, desde una perspectiva transversal (desde distintos campos), multilateral (por parte de distintos actores) y multinivel (desde distintas escalas territoriales), ante los riesgos y amenazas que presenta el cambio climático en los diferentes ámbitos de la sociedad.
El nuevo texto ha sido creado a partir de 38 recomendaciones concretas realizadas por un grupo asesor de especialistas de diferentes ámbitos y supone una actualización de la anterior hoja de ruta de España para planificar y promover la acción coordinada frente a los efectos del cambio climático.
Incluye un total de 81 líneas de acción encuadradas en 18 ámbitos de trabajo, a desarrollar por parte de los diferentes sectores socioeconómicos del país. Entre ellos destacan: salud humana; agua y recursos hídricos; patrimonio natural; biodiversidad y áreas protegidas; costas y medio marino; protección forestal; lucha contra la desertificación; agricultura y ganadería, o seguridad alimentaria.
Este nuevo texto resultante se alinea con las nuevas políticas planteadas por el Consejo Europeo que vinculan la adaptación con las políticas de recuperación frente a la pandemia.
La vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, expresa que con las políticas de adaptación no solo evitaremos o minimizaremos daños; también aportaremos mayor estabilidad económica y social y nuevas oportunidades, ya que las inversiones en una adaptación planificada, ya sean públicas o privadas, pueden crear nuevas actividades económicas y posibilidades de empleo, reduciendo la incertidumbre asociada al cambio del clima.
El plan también recoge 30 indicadores que permitirán reconocer las tendencias de impactos y los progresos obtenidos en materia de adaptación. Entre ellos, destacan: días con olas de calor, fallecimientos por temperaturas extremas, sequía, especies silvestres amenazadas, daños económicos por tormentas costeras, personas desplazadas por eventos climáticos, muertes por incendios forestales, inundaciones y temporales costeros, y reparto estacional del turismo, entre otros.
El PNACC incorpora siete líneas de trabajo transversal a todos los ámbitos: vulnerabilidad territorial y social, efectos transfronterizos, perspectiva de género, prevención de la mala adaptación e incentivos perversos, costes y beneficios de la acción y la inacción, y la orientación a la acción.
En cuanto a su financiación el plan no detalla ningún tipo de partida presupuestaria concreta. Aun así, se sabe que contempla tanto la financiación pública, mediante instrumentos nacionales y europeos, como privada.