Aunque pueda parecer un término un poco extraño si no lo hemos oído, leído o utilizado nunca, la permacultura no es más que un intento de usar la tierra de la manera más sostenible posible, teniendo como concepto tierra tanto los terrenos de cultivo como los bosques y el suelo edificable.
De hecho, etimológicamente, la palabra permacultura no es otra cosa que la unión entre las palabras permanente y agricultura, teniendo en cuenta esa permanencia como algo sostenible en el tiempo. Por ello, la permacultura lo que viene a promover es un uso ético de la tierra.
Para ello, la permacultura se basa en 'copiar' los ecosistemas naturales para tratar de hacer un uso de la tierra, ya sea para cultivar o para edificar, económica y ecológicamente viable, con el objetivo de un crecimiento consecuente con el medio ambiente para evitar una sobreexplotación o contaminación del entorno.
Es decir, la permacultura vendría a ser, en pocas palabras, una forma de integrar la vida humana, la animal y la vegetal de manera sostenible, utilizando recursos naturales, ahorrando en materiales y en consumo y, por tanto, en impacto ecológico.
Imágenes/Flickr: Stazenbla y Anoop Joy