El incremento de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), han presentado un crecimiento acelerado de su aplicabilidad en el uso de las herramientas tecnológicas, lo que trae consigo el aumento de los desechos tóxicos, como consecuencia de la obsolescencia de los productos tecnológicos.
Desde la perspectiva ambiental, a través de la ética, se plantea la búsqueda de la eficiencia de los recursos, así como el aprovechamiento sostenible de los mismos, de una manera racional y rentable, todo ello a fin de conocer las medidas a tomar en cuanto a los desechos o basura tecnológica, con base en la importancia que estas políticas generan en relación con la sobrevivencia humana en el futuro.
Medidas preventivas en el uso de la basura tecnológica
La basura tecnológica es responsabilidad de quien la utiliza y la genera, como lo es el ser humano, por lo que se asocia con intereses económicos mezquinos, la inconsciencia en su uso, la ignorancia o la inexperiencia, por lo que se debe concientizar a la población en la búsqueda de soluciones adecuadas para el desecho o reciclaje de los productos tecnológicos.
Mantener los equipos encendidos, sólo mientras esté trabajando, a fin de lograr un ahorro de energía.
Colaborar con los programas de reciclaje para la reutilización de partes y componentes de computadoras, teléfonos, entre otros.
Informarse, promover, colaborar y participar en iniciativas que trabajen en procesos de reciclaje, reutilización y conservación ambiental.
Peligros de la basura electrónica
Camacho y Velasco, 2020, señalan que, en el caso de la basura tecnológica o desechos tóxicos, es de importancia destacar que un metal pesado representa un elemento con una densidad igual o superior a 5gr/cm3 y el ser humano en su actividad diaria aumenta su concentración de metales pesados del suelo, lo cual resulta muy tóxico para la flora y la fauna, así como para el ser humano.
Los aparatos eléctricos y electrónicos como los computadores generan residuos al final de su vida útil, ya que contienen elementos tóxicos como el cadmio, plomo y mercurio, que requieren de un tratamiento específico y diferencial al final de su vida útil, que garantice una correcta disposición de esos elementos para así evitar un impacto negativo en la salud de las personas y en el medio ambiente.
En el caso de las baterías de un teléfono celular, este contiene arsénico y cadmio, cuyos elementos producen enfermedades respiratorias y cutáneas, así como riesgos cancerígenos.