En Europa se han evidenciado los efectos del cambio climático en diversas zonas urbanas. Estos se manifiestan de varias maneras en periodos estacionales más largos, retroceso de los glaciares, migraciones de especies naturales, desbordamiento de ríos, erosión e intensas inundaciones en las zonas costeras, olas de calor intenso y escasez de agua, lo que impacta en las personas afectando negativamente en su salud y vida.
Desde la aprobación del Protocolo de Kyoto (2005) las dos estrategias que básicamente se han planteado como solución para enfrentar la amenaza del cambio climático son la mitigación y la adaptación, las cuales deben abordarse de manera coherente y sinérgica. Estrategias a las cuales se han comprometido a implementar los estados que han suscrito dicho protocolo.
En el continente europeo, las principales iniciativas frente a los efectos producidos por el cambio climático que se han adelantado, han estado orientadas hacia la mitigación que se traduce en la disminución plena de las emisiones de gases de efecto invernadero, con el propósito de no superar cierto umbral de temperatura, a partir de la cual se producirían cambios irreversibles en el ambiente.
El proceso de adaptación al cambio climático ha sido tardío, puesto que no ha sido abordado como una política global por los estados miembros de la unión
De qué se trata la adaptación
La adaptación al cambio climático consiste en la adopción de una serie de medidas proactivas que permiten reducir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y humanos ante los efectos reales o esperados frente a esta amenaza. Medidas que se traducen en acciones tales como:
La investigación y desarrollo sobre posibles catástrofes.
Monitoreo del incremento de la temperatura.
La reforestación de bosques y restauración del paisaje natural.
Construcción de obras e instalaciones que ofrezcan mayor seguridad.
Mejoramiento de los cultivos en cuanto a variedad y flexibilidad que faciliten condiciones de almacenamiento de cosechas frente a las catástrofes naturales.
Medidas de prevención y precaución.
Servicios médicos (construcción de nuevos hospitales) y sanitarios.
La Unión Europea ha sugerido a sus estados miembros la adopción de Planes Nacionales de Adaptación (PNA), sin embargo, estos se han mostrado reticentes y opuestos a adoptar normas vinculantes. Ciertamente, la Unión Europea no posee, por el momento, instrumentos jurídicos que le permitan ejercer un mandato supranacional para estos asuntos.
No obstante, de manera regional, muchas ciudades europeas están desarrollando las estrategias de adaptación, sustentados por la comunidad científica sobre base de proyectos y estudios realizados, observándose su implementación en ciudades como Londres, Stuttgart, Viena o Gante.
España es un país muy vulnerable a los efectos del cambio climático debido a su ubicación geográfica y características socioeconómicas. Es por ello que ha mostrado avances significativos en estos aspectos, diseñando estrategias y herramientas para enfrentar el cambio climático, pero, al igual que sus vecinos europeos, ha puesto mayor énfasis en la mitigación que en la adaptación, donde todas las iniciativas han sido impulsadas por las comunidades autónomas.
El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que se ha desarrollado en España, representa un avance significativo en cuanto al desarrollo de herramientas y estrategias frente a esta amenaza. Permite implementar las políticas de adaptación elaboradas desde la firma del protocolo de Kyoto, contribuye a articular e intercambiar todos estos esfuerzos que se llevan a nivel regional, pero dentro de un marco de referencia que facilita la coordinación entre las distintas administraciones autónomas.