En 2009 estudié Monitor de Educación Ambiental y fue algo que plantó en mi un sentimiento que antes no tenía, un sentimiento de culpabilidad pero al mismo tiempo un conocimiento que te hace sentirte capaz de salvar el mundo o al menos de sentar precedente y dar ejemplo. De hecho lo más hermoso de aquel curso fue el aprender a enseñar a otros todo lo que conocía, aunque quizá es en lo que menos ahondaron, en didáctica.
Pero enseñar lo que aprendo es algo que nunca me ha costado, como educadora ya me he formado para ello y además disfruto enseñando y viendo como quien me escucha o me lee profundiza en lo que le cuento.
¿De qué va esto de la ecología?
La ecología se basa en tres leyes básicas:
Todas las formas de vida dependen las unas de las otras. Es un bello concepto que a veces olvidamos cuando nos da por exterminar especies como el mosquito. La excusa con la que exterminamos es que transmite enfermedades como el Zika que tanto preocupa ultimamente. Pero si exterminamos a los mosquitos por completo, tiene consecuencias. Hay aves que se alimentan de mosquitos, como la golondrina que perdería ese aporte en su dieta y puede que lo buscara en otra zona donde otra ave se alimenta de mosquitos desplazando a esta segunda ave a otro lugar. Esto se conoce como desplazamiento de nichos ecológicos y tiene un gran impacto en los ecosistemas ya constituidos.
La existencia de la vida natural depende de su diversidad y riqueza. Un bosque tropical es por tanto muy estable porque conviven en él cientos de especies de plantas, aves e insectos. Y como hemos dicho en la primera de las leyes todas las formas de vida dependen unas de otras: los insectos comen plantas, las aves insectos y cuantos más árboles más protegidos están.
Todos los seres vivos y todos los recursos son limitados. Esta es obvia aunque como las otras dos, a veces se nos olvida y vivimos nuestra vida loca, que es la que nos ha tocado, sin pensar demasiado en el agua que gastamos, la de alimentos que producimos como sociedad o la emisión de gases contaminantes que se cargan uno de nuestros mayores recursos: el aire.
A mi todo esto me resulta triste, pero a la vez hermoso. Romántico. Salvar nuestro planeta es un querer y no poder y frustración es lo que siento, hasta que recuerdo la máxima ecológica que dice:
“Piensa globalmente y actúa localmente”
Esta frase viene a decirnos que lo que tenemos que hacer es aportar lo que podamos, pensar en los grandes problemas que ocasionamos a nuestro planeta para luego planear una solución en la medida de nuestras posibilidades. Una solución partiendo de nosotros, nuestro modo de relacionarnos con la Naturaleza y que comience aplicándose en nuestro ámbito más próximo: nuestra casa.
A continuación te cuento algunos de los tipos de contaminación que causamos a nuestro entorno al llevar el ritmo de vida que llevamos pasando muy de puntillas por los causantes de este tipo de contaminación:
Contaminación del agua: líquidos tóxicos, vertidos, exceso de nutrientes, basura, sobrepesca, superpoblación
Contaminación del suelo: agricultura, turismo, generación de energía, tratamiento de basuras, deforestación, desertización, extinción de especies, superpoblación
Contaminación del aire: el transporte, el impacto ambiental del turismo, la generación de energía para consumo humano, superpoblación
Contaminación acústica: impacto del turismo, aglomeración en ciudades, transporte, superpoblación
Contaminación térmica: calentamiento global, generación de energía, superpoblación
Todo esto es como tener una flecha enorme sobre nuestras cabezas con la palabra culpable, pero tampoco es plan de odiarnos por ello. Es el mundo que hemos heredado. Todo esto ya estaba aquí cuando nacimos y todo tiene solución, aunque en este caso la solución pasa por un cambio de percepción global. ¿Qué podemos hacer mientras esperamos que más gente quiera amar su Madre Tierra? Aportar lo que podamos.
Si nosotros, los padres, madres y maestros hacemos las cosas correctamente, quienes vienen detrás nuestra conocerán de nuestra mano los errores que no hay que cometer y lo harán correctamente también.
Y tampoco hay que ser radicales y apagar la luz, cortar el agua y volver a lavarnos en barreños, pero hay ciertos pequeños gestos que podemos hacer y que suman un número más en la cifra de esperanza de vida de nuestro planeta.
Tú, que me lees, que seguramente tengas hijos, sobrinos, nietos, sienta en él una base sólida, enséñale la primera ley de la ecología, esa que dice que todos los seres vivos dependemos los unos de los otros. Enséñale a amar a los árboles. Puedes empezar por este artículo (click) de De mi casa al mundo, que es hermoso y acerca a los niños al amor por la naturaleza y la conexión energética con esta.
Hay cientos de libros para iniciar a los más peques en la ecología, enseñarles a querer a su planeta y a los seres que en él habitan.
En casa tenemos uno de Susaeta : Nuestra Madre la Tierra. Es muy simple, con pequeñas rimas consigue conectar con el niño hablándole de diferentes ecosistemas y los animales que en él habitan, las características de las cuales han sido dotados por la Naturaleza y la forma en la cual conectan esos animales con la Madre Tierra.
Es sencillo, mucho, de cartón y adornado con imágenes de animales en su hábitat, globos terrestres y relieves brillantes.
Ya pasa que a menudo lo más sencillo es lo más bello. Merece la pena adquirirlo por menos de 5 euros.
Iníciales en la ecología: disfruta con tu hijo/a de espacios naturales, que aprenda a respetar las plantas y animales sin desear dominarlos como si fueran sus posesiones. Visita centros como Fundación MONA para crear en ellos esa consciencia de que la raza humana tiene que dejar de poseer a otras especies, porque eso las hace sufrir y las destruye. (ACLARACIÓN: No me pagan nada, pero quedé tan impactada que quiero que todos conozcan lo que hacen y por eso le doy tanta difusión )
Este tema como estás viendo me motiva mucho, y la motivación es algo que venía necesitando desde que entró el año.
Y ahora puede que te caiga mal mi motivación (o no) porque he escrito un poema infantil que te puede ir muy bien para iniciar a tu hijo/a en este primer aspecto de la ecología.
No juzgues duramente mi rima, como he dicho, pretende ser un poema infantil o si te lo propones y tienes maña para esas cosas lo puedes convertir en canción.
Es la historia de cómo afectó a Lolita, la cochinilla algo tan sencillo como que la cogiera una curiosa niña.
La cochinilla viajera
Lolita era una cochinilla
correcta, educada y sencilla.
¡¿No sabes lo que es?!
Es un insecto pequeño,
que tiene muchos pies.
Es bastante veloz
pero de ella, lo mejor
es cuando siente un peligro,
encoge su cuerpo y se hace un ovillo.
Lolita iba una mañana
camino del prado
donde la esperaban.
De pronto una sombra
salió de la nada
se alzó sobre ella
y mientras temblaba
vio que era una niña
enorme, curiosa y muy despeinada.
Quería observar qué bicho era ese
de gracioso andar
que se hacía bola
al irlo a tocar.
¡Qué miedo!
La niña con dos dedos
y mucho cuidado
lo puso en la palma de su mano
y continuó andando.
Lolita de vez en cuando
deshacía un poco su bola
para ver a dónde andaban
y pudo ver que cerca del prado pasaban.
Se metieron en el colegio
donde hubo muchos más
que observaron a Lolita
con gran curiosidad.
Con sus dedos la empujaban
para ver si conseguían
verla caminar con su típica alegría.
Pero no sirvió de mucho
pues la pobre cochinilla
tenía demasiado miedo
de que la hicieran papilla.
De pronto uno de esos seres
mucho más grande
preguntó a la niña:
¿Andrea, qué escondes?
Un bicho señorita, uno que se hace bolita.
La maestra cogió a Lolita.
Dejó a la cochinilla sobre la mesa
“¡Qué sorpresa!
Me han liberado”
Ahora podía escapar.
Echó a correr sin mirar
y no no se dio ni cuenta
que hacia el final de la mesa
corría tan dispuesta.
Por suerte para ella,
los niños la observaban
y pudieron cogerla
antes de que se estampara.
De nuevo habló la maestra:
– Tenemos que liberarla.
Hecha una bola en la mano
fueron al patio a soltarla.
Todos desaparecieron
y Lolita ahora sí
que corrió con alegría,
pero ¿cómo volvería?
Sus amigas estaban
esperándola para jugar.
Quizá se hubieran enfadado
por no llegar a tiempo al prado…
Intentó recordar
por donde la habían traído
y comezó a caminar
por el mismo camino.
Ese día Lolita vivió
su mayor aventura:
12 veces estuvo
a punto de ser pisada,
un pájaro la persiguió
hasta que, agotada,
se escondió en una grieta.
Al día siguiente, de madrugada,
continuó andando
terriblemente asustada.
Llegó a su casa,
y su madre al verla
se alegró mucho
aunque le había dado
un tremendo susto.
Contó su aventura
a su madre y sus amigas
y todas ellas, fueron muy comprensivas.
Tú, niño curioso
si ves cualquier insecto,
acuérdate de esta historia
que hoy te cuento.
Los bichos tienen su vida,
y está muy mal,
que los cojas y los lleves
donde pueden peligrar.
Observa el mundo que tienes
pero recuerda siempre
que los debes respetar
así que, cuando veas un animal:
Mirar y tal vez tocar,
pero nunca transportar.
Espero que te guste y la quieras compartir con tus niños/as. Si quieres descargar la poesía en un documento, te dejo el enlace aquí para que la descargues en pdf: La cochinilla viajera.
Para complementar la poesía me he descargado un dibujo para colorear de una cochinilla de la página Dibujos y juegos. Accede a el dibujo aquí: Dibujo Lolita y que tus peques se den el gusto de imaginar de qué color puede ser su nueva amiga Lolita.
En entradas futuras seguiré hablando sobre el resto de leyes de la ecología, contaminantes, sostenibilidad…qué podemos hacer en casa y como abordar estos temas con nuestros hijos/as.
¿Te parece la ecología un aspecto vital tan fascinante como a mi?
Si quieres que hable sobre algún aspecto en particular o difunda alguna iniciativa ecológica en la que andes metido/a, házmelo saber y con gusto me pongo a ello.
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