Madrid es una ciudad que no deja de sorprenderme.
A veces para mal, como cuando la contaminación llega a niveles tan altos que las autoridades recomiendan no salir a correr al aire libre, ni siquiera por parques aislados del ruido de los los coches.
Pero hace un par de semanas, me sorprendió encontrar una especie de paraíso en uno de los barrios más céntricos de la ciudad, que podría pasar desapercibido si pasas con un poco de prisa por la calle en que está situado.
El huerto de Lucas, mitad mercado de abastos, mitad cantina situado en el barrio de Chueca. Se compone de una serie de puestos, en los que puedes comprar carne y embutidos 100% ecológicos:
Frutas y verduras:
Además de un surtido de panes, dulces y otros productos libres de gluten. No pregunté la composición, supongo que harinas de maíz, arroz que no pueden considerar paleo, pero si eres celíaco/a o simplemente te quieres permitir un capricho tienen una pinta estupenda:
La cantina
Además del mercado, el huerto tiene un restaurante en el que puedes consumir productos que venden en los puestos, como zumos, vino ecológico, cerveza artesanal… y lo que más me gusta: puedes elegir en la carnicería una pieza de carne que te prepararán amablemente en su cocina.
Pero si no te apetece esta opción o no te has dado cuenta a tiempo, como me sucedió a mi, tienes una carta deliciosa (aunque para mi gusto, excesivamente vegana), en la que se especifica qué platos están libres de los cuatro alergenos más comunes en nuestros días: gluten, lactosa, frutos secos y/o huevo.
Para compartir, pedimos un tabulé de quinoa y amaranto (cereales sin gluten):
De segundo, pedí una hamburguesa. “Al plato“- dije -. “Sin pan“… no sea que esté yo equivocada en el concepto. Finalmente me vino una hamburguesa solitaria y con pan, por lo que llamé al camarero, que se deshizo en disculpas y me preguntó por mis intolerancias.
Insistió en que probase el pan sin gluten, y accedí por comprobar qué tal sabía porque la última vez que me atreví a probar pan de hamburguesa sin gluten en un restaurante, casi muero ahogada por la densidad dela masa
Y esto fue el segundo intento. Tiene buena pinta, ¿verdad?
La carne increíble, y el pan no estaba mal, pero se desmoronaba un poco, así que me sigo quedando con la hamburguesa sola.
En cuanto al precio. El total por persona no lo pude ver porque mi querida amiga Bea tuvo a bien invitarme y ni siquiera me dejó ver el ticket. ¡Gracias, bonica!
Pero por lo que pude ver en la carta, los precios son bastante similares a los de un restaurante medio, con el aliciente de que los productos son ecológicos y cualquiera podría pensar que es mucho más caro, pero no.
Así que si pasas unos días en Madrid o vives por allí, no dudes en acercarte a disfrutar de este sitio encantador. A mi me ha encantado.
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