Los calzados que utilizaban los incas hace cinco siglos.

Hay algunos elementos de la cotidianeidad que acompañaron a los seres humanos desde tiempos inmemorables.

Justamente, por ser tan comunes, a veces se pierde de vista la importancia que tuvieron y tendrán.

En esta primera entrega conoceremos los diferentes tipos de calzado que utilizaban los incas hace cinco siglos, para ello tendremos en cuenta no solo los documentos históricos, sino también la evidencia directa que nos ofrecen los restos arqueológicos.
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Sandalias llanke del Llullaillaco, Salta. Foto: Gentileza - Museo de Arqueología de Alta Montaña, MAAM


Las fuentes históricas.
Las fuentes históricas son de gran ayuda para interpretar la evidencia arqueológica, gracias a ellas y todo lo escrito acerca del Tawantinsuyu (estado inca), hoy podemos tener un panorama general de lo que fue la vida en el tiempo de los incas.

Entre los numerosos cronistas del siglo XVI y XVII, destacamos a Felipe Guamán Poma de Ayala, quien relata detalles de la historia inca antes y después de la conquista, con abundantes dibujos, donde podemos apreciar los diferentes calzados usados en la época.
Niño del Llullaillaco, Salta. Foto: Gentileza de Lisardo Maggipinto Museo de Arqueología de Alta Montaña


El Alguacil Mayor.
Dentro de la estructura administrativa de los incas se encontraban los alguaciles menores (chacnay camayoc) y los alguaciles mayores (uatay camayoc). Estos cargos no eran para el común de la gente, sino, exclusivo de los hijos de las concubinas del inca o sus sobrinos y los hijos de los principales personajes de la nobleza incaica.
Leer también: Volver Los Ojos Hacia La Realidad Indígena.El Alguacil Mayor se encargaba de impartir justicia y hacer respetar las leyes incas, teniendo la facultad de castigar o apresar a quienes no las cumplían.

Además de la vestimenta que lo identificaba como noble, durante las misiones de control, el Alguacil Mayor llevaba como insignia la chuspa (bolsa) y un par de llanke (sandalias) del Inca.
El emperador era considerado hijo del sol, la principal deidad, por tal motivo él era una deidad y los calzados y la chuspa eran elementos que había utilizado y por ende estaban embebidos de sacralidad y poder.
Alguacil Mayor portando las sandalias y bolsa del emperador como insignia de poder.
Grabado de Felipe Guamán Poma de Ayala, 1615


Pauau Pallac.
Las Pauau pallac eran niñas de 9 a 12 años de edad y se dedicaban a recoger distintos tipos de flores y plantas que servían para las ofrendas al sol y a las capacochas (ofrendas humanas como las del Llullaillaco, Aconcagua, Chañi, Chuscha, Ampato, Misti, Plomo y otras montañas). Los elementos recolectados eran llevados a los depósitos (collcas) de la nobleza inca, donde las Acllas o vírgenes del sol luego las procesaban. Con estas y otras materias primas se fabricaban ropas y calzados para la nobleza inca y las ofrendas a realizarse en las altas montañas u otras huacas (lugares sagrados).
Pauau pallac, niñas que recolectaban flores y materia prima para la elaboración de calzados para la nobleza entre otras cosas.
Grabado de Felipe Guamán Poma de Ayala, 1615


Vírgenes del Sol.
Las Acllas o vírgenes del sol, eran mujeres de gran belleza y perfección física, escogidas para la elaboración de finos tejidos, calzados, bebidas y otros elementos que servían para las ofrendas al inca y a las huacas.

Vivían en reclusión en unos edificios llamados accllahuasi (casas de las acllas). De estos lugares debieron salir los finos textiles (cumbi) de los niños ofrendados en las altas montañas como el Llullaillaco (Argentina-Chile), Plomo (Chile), Ampato (Perú) entre otras.
Existían diferentes tipos de acllas de acuerdo a las funciones que cumplían y para quien. Las Aclla pampa eran las vírgenes comunes, se distribuían en todo el Tawantinsuyu, estaban las Acllap Chacran (sementera de las escogidas) que trabajaban en los campos de cultivo para los tambos reales y para servir en las fiestas, también hubo acllas dedicadas a la música y al canto. En algunos casos reclutaban niñas de cuatro años Uinachicoc Aclla (escogida que hacen crecer) a quienes les enseñaban a tejer, hilar y todas las labores que fuesen necesarias.
Vírgenes del Sol hilando para el Inca y las ofrendas principales.
Grabado de Felipe Guamán Poma de Ayala, 1615


Los calzados incas.
En el mundo andino, con una gran diversidad de ambientes geográficos y grupos étnicos, hubo diferentes tipos de calzados. Se pueden generalizar en dos variedades, uno abierto como sandalia, donde los dedos están descubiertos y otro cerrado, similar a un mocasín. Los más generalizados fueron los primeros y se conocen cuatro variedades.

La ojota (usuta o ushuta) es el término más conocido para denominar a las sandalias andinas y suele usarse como sinónimo. Las ushutas tienen una suela de cuero o fibra vegetal de donde salen tres amarres, dos para el talón y uno que pasa entre el dedo gordo y el siguiente. En estos amarres se sujetan los cordeles de lana, cintas de cuero o de fibra vegetal que fijan el pie a la suela.
Los calzados conocidos como Abarca o Shukuy, Chapito, y Llanke son variedades de un mismo tipo de calzado cuyas correas (de lana, fibra vegetal o cuero) cruzan el empeine en diagonal desde los dos amarres del costado de la parte anterior, hasta los dos posteriores que fijan luego el talón.

De los calzados cerrados tipo mocasín se pueden mencionar en términos generales el Pollco y el Kawkachu. Fabricados con cueros de camélido, venado o lobos marinos, los primeros de fina confección para las ceremonias y las ofrendas, los segundos muy resistentes a las inclemencias del clima y a las largas caminatas que realizaban los caravaneros con sus recuas de llamas a través de la cordillera.


Calzado inca, Pollqo del Llullaillaco. Foto: Lisardo Maggipinto MAAM

Sandalias incas, Llanke del Volcán Quewar. Foto: Lisardo Maggipinto MAAM

Calzados de las ofrendas humanas en las montañas.

Los hallazgos arqueológicos realizados en las altas cumbres de la cordillera de los Andes nos muestran de forma directa los calzados empleados por los incas. Antes de describirlos, vale la pena un comentario a tener en cuenta. Las montañas fueron un lugar sagrado de gran importancia para los incas y las culturas que los precedieron. Muchas culturas tienen la premisa de ingresar descalzos a los lugares sagrados, de hecho, las estatuillas humanas en miniatura halladas en contextos de ofrendas a las montañas están descalzas.

Sin embargo, los niños ofrendados en las montañas calzan unos finos mocasines (pollqo) y uno se pregunta el por qué de esta situación. En respuesta se puede decir que estos niños, tras las ceremonias realizadas en el Cusco, la capital política y religiosa del Tawantinsuyu y en presencia del propio emperador inca, dejaban de ser mortales comunes y pasaban a ser deidades. Realizarían un viaje al lugar de los ancestros y muy cerca del sol, estarían en un lugar de gran valor religioso, por tal motivo conservaron sus calzados.

Describiremos a continuación los dos tipos de calzados que aparecen con mayor frecuencia en las ofrendas humanas realizadas en las montañas, el llanke y el pollqo.

Llanke.
Este calzado fue utilizado en todo el continente americano en tiempos prehispánicos, confeccionados en una suela de fibra vegetal o de cuero. De la suela salen cuatro amarres, los dos de la parte posterior sirven para sostener el talón a través de unos cordeles de fibra vegetal o lana. En el empeine los cordeles se unen y en ellos se teje un cuadrángulo o rectángulo para luego bifurcarse y fijarse en los amarres laterales. Estos cordeles eran tejidos en el mismo lugar, evitando de esta forma los nudos y un mejor acomodamiento del pie al calzado.

El llanke fue el calzado más utilizado por los incas, se observa en los dibujos de los cronistas y está presente en las ofrendas humanas realizadas en el Llullaillaco, Quewar, Aconcagua y otras.
La siguiente cita de Bernabé Cobo nos da cuenta de la confusión respecto al nombre, pues utiliza el genérico “usuta” pero describe al llanke:

«Al calzado que usaban llamaban usuta; hácenlo de una suela más corta que lo largo del pie, de suerte que traen los dedos fuera dellos, para agarrar con ellos cuando suben cuesta arriba. No tienen más obra estos zapatos que las dichas suelas, atadas de los talones al empeine del pie con ciertos cordones de lana tan gruesos como el dedo, hechos con gran curiosidad, porque son redondos y blandos, por tener sacado el pelo como rizo o como pelo de alfombra, de colores muy vivos y hermosas labores, respecto de que toda la gala del calzado la ponen en estas ligaduras» (COBO B. 1962 [1653], t.II: 238).
Dos tipos de sandalias muy utilizadas por los incas, especialmente el Llanke. Dibujo Dra. Teresa Michieli



Sandalia tipo llanke que formaba parte del ajuar funerario de la momia del vocán Quewar (Salta, Argentina) de 6.180 m.
Foto: Gentileza de Lisardo Maggipinto Museo de Arqueología de Alta Montaña




Pollqo.

Los especialistas afirman que se trata del calzado típicamente inca. Se confeccionaba con la piel fresca del cuello de camélidos, ciervos y lobos marinos, cerrando la pieza a la altura del empeine donde se cosían los bordes dejando una abertura en el extremo anterior. Para darle la forma al calzado, utilizaban el cuero mojado sobre hormas que le daban una forma estandarizada. Debieron existir moldes y hormas para los diferentes tamaños de pollqo que se confeccionaban. Los bordes de la abertura se remataban con finos textiles con diseños geométricos.

Los niños del Llullaillaco están calzados con unos finos zapatos tipo pollqo, uno de los más refinados que se hicieron en el tiempo de los incas.


Calzado tipo pollqo que formaba parte del ajuar funerario de una de las momias del volcán Llullaillaco (Salta, Argentina) de 6.739 m. Foto: Gentileza de Lisardo Maggipinto Museo de Arqueología de Alta Montaña

La Doncella del Llullaillaco calza unos finos pollqo que posiblemente hayan sido confeccionados por las Acllas en el Cusco.
Foto: Gentileza de Lisardo Maggipinto Museo de Arqueología de Alta Montaña

Este breve y superficial recorrido por el mundo de los calzados incas nos sirve de base para poder referirnos a otra variedad de calzado hasta ahora desconocida, me refiero a los que se usaron los incas para subir a más de 6.000 metros de altura, sin duda un calzado especialmente preparado para resistir las inclemencias del tiempo en un ambiente tal hostil. Un hallazgo arqueológico sin precedentes en los Andes y que nos ayuda a entender mejor la dimensión humana de estos montañistas místicos del pasado, pero de eso hablaremos en una próxima nota.
Pollqo del Llullaillaco. Foto: Lisardo Maggipinto MAAM

Restauración Fotográfica: Centro Cultural Argentino de Montaña, Natalia Fernández Juárez
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