Minería #Chile y Cambio Climático: Transición hacia una Economía Circular

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El 2015 será considerado un año histórico para la humanidad, debido al acuerdo universal alcanzado en la Cumbre del Clima COP21 en París, donde 195 países han acordado mitigar el cambio climático de manera que el planeta no aumente su temperatura por encima de los 2°C, sustituyendo así al Protocolo de Kyoto a partir del 2020. Este acuerdo, que finalmente incorpora a China –actualmente el mayor país contaminante del mundo- entrará en vigor cuando los países que lo ratifiquen sumen, como mínimo, el 55% de las emisiones globales, con una fecha límite hasta el 21 de abril de 2017.

La minería en Chile es intensiva en el uso de agua y energía. Una característica fundamental de estos recursos es su interconexión, conocida como el ‘Nexo Agua-Energía’, debido al principio de que la generación de energía requiere de agua y la energía permite el transporte y tratamiento de agua. Naturalmente, el cambio climático tiene un efecto directo y negativo sobre este equilibrio, por lo que la industria minera debe adoptar un rol protagónico en la lucha contra el calentamiento global, como lo ha hecho en su compromiso por el desarrollo sustentable de sus procesos productivos y la contribución al desarrollo social y económico de sus comunidades.

Durante los últimos quince años, la minería en Chile ha aumentando sus emisiones de gases invernadero a una tasa anual de aproximandamente 5,3%, debido principalmente a leyes más bajas, mayor transporte y un aumento en la producción que derivan en un mayor consumo eléctrico –energía obtenida principalmente del Sistema Interconectado del Norte Grande (SING) que utiliza principalmente carbón- y de combustibles.

Según un estudio del Comité de Cambio Climático de la Cámara Chileno Británica de Comercio (BRITCHAM), en 2014, solo un 0,01% de las empresas en Chile medían su huella de carbono, entre ellas las principales compañías mineras del país. Actualmente, Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi es la única empresa minera que verifica su huella de carbono en sus tres alcances, organizacional y de producto, bajo estándares internacionales como la norma UNE ISO 14.064-1:2006, el referencial GHG Protocol y la norma inglesa PAS 2050. Esto nos permite tener un valor real y representativo de las emisiones de una faena minera: De un total de 2.068.991 toneladas de CO2 emitidas el año 2014, el 24% son emisiones directas, 23% son emisiones indirectas (transporte nacional de los productos, los vuelos nacionales, los lubricantes, entre otras) y 53% emisiones indirectas por compra de electricidad.

La aplicación de políticas de eficiencia energética y la incorporación de fuentes de energías renovables no convencionales a la matriz energética constituyen actualmente las principales medidas utilizadas por las compañías mineras para disminuir su huella de carbono. Ya en 2009, un estudio de COCHILCO planteaba que los esfuerzos puestos en un escenario de eficiencia energética, reduciendo el consumo de energía en un 23%, ofrecería a la industria minera un potencial de mitigación de emisiones de CO2 de un 18% al 2020. Sin embargo, en 2015, la presidenta Michelle Bachelet asumió un compromiso en la Asamblea de las Naciones Unidas a reducir las emisiones de dióxido de carbono de Chile en un 30% y hasta un 45% al 2030, principalmente a través de la promulgación de una ley de eficiencia energética, la aplicación de impuesto a la emisión de carbono -incorporado en la reciente reforma tributaria- y la incorporación de fuentes de generación eléctrica con energías renovables, comprometiéndose a alcanzar un 60% el 2035 y 70% al 2050.

La minería ha dado pasos importantes en su transformación hacia una industria sustentable y las políticas de transición hacia el uso de energías renovables ayudarán a reducir de manera importante las emisiones indirectas por compra de electricidad que en las principales faenas alcanza hasta un 53%. Sin embargo, las políticas de eficiencia energética no son suficientes para reducir de manera significativa las emisiones directas e indirectas, que actualmente representan hasta el 47% de las emisiones totales de una compañía minera, ni para cumplir con los compromisos asumidos por el gobierno al 2030.

Si bien la minería es una actividad extractiva y no se caracteriza por producir bienes y servicios, en Chile se ha transformando en el principal motor económico y de desarrollo de tecnología, emprendimiento e innovación. Esto le permite asumir un papel protagónico en la nueva era industrial que se está desarrollando a nivel global. Esta nueva etapa, que el World Economic Forum ha denominado una Cuarta Revolución Industrial (2016), no solo plantea el uso de nuevas tecnologías de manufactura e información, la incorporación de fuentes de energía renovables y combustibles alternativos o el uso de nanotecnología, robótica e inteligencia artificial, sino que además tiene como objetivo el reemplazo del actual modelo lineal de consumo -que históricamente ha dispuesto de grandes cantidades de energía y materias primas de fácil acceso y bajo costo- y que ha estado basado en el principio de producir-usar-tirar, por un modelo circular que utilice los recursos –valiosos, escasos y finitos- de manera eficiente y responsable con una baja emisión de gases de efecto invernadero. Este nuevo modelo es conocido hoy a nivel mundial como Economía Circular.

Modelo de Economía Circular de Neptuno Pumps (2016)

Como su nombre lo indica, la economía circular, es un concepto económico sostenible, reparador y regenerativo basado en tres pilares fundamentales: uso de energía renovable, eficiencia energética y uso eficiente de los recursos. El modelo circular plantea la producción de bienes y servicios, cerrando el ciclo de vida de los mismos y reduciendo el consumo y desechos de materias primas, agua y energía. Además, la economía circular extiende el ciclo de vida de los productos ya que, como filosofía de diseño, facilita la reutilización y reciclaje de materiales y componentes, así como remanufactura de productos y equipos.

En Chile, una faena minera genera entre 300 y 400 toneladas mensuales de desechos en materiales, componentes y equipos que son generalmente vendidos o simplemente desechados como chatarra con un precio por kilo al mejor postor. Sin embargo, bajo un modelo de economía circular, la reutilización de materiales y la remanufactura de productos puede significar, para las empresas proveedoras, una disminución del consumo energético de hasta un 60%, una reducción en las emisiones de CO2 de hasta un 70% y una disminución de sus desechos en hasta un 75%. En la actualidad ya existen empresas chilenas proveedoras de la minería que ofrecen hasta el 60% de sus productos fabricados y remanufacturados con materiales 100% reciclados que han sido reconocidas internacionalmente por ser pioneras en la implementación del modelo de economía circular a nivel mundial.

La irrupción de nuevas tecnologías como la impresión 3D e Internet of Things (IoT), están acelerando la transición hacia una economía circular basada en capacidades locales de diseño y manufactura que se ajustan a la medida de las necesidades de cada cliente. Al mismo tiempo, la minería no ha estado ajena a los nuevos modelos de negocio basados en el concepto de Sharing Economy o economía colaborativa que han impactado de manera transversal a todas las industrias, transformando los modelos de negocio convencionales -basados en la venta de productos y servicios post-venta- en nuevos modelos de Product-as-a-Service (Paas) o producto como servicio. Este modelo se ajusta completamente al concepto de economía circular, debido a que el fabricante es el dueño del producto –materiales y componentes- y por lo tanto puede disponer del mismo a través del diseño, uso, mantención, reutilización, reciclaje y remanufactura durante todo el ciclo de vida, ofreciéndole al usuario final un servicio a cambio de una tarifa periódica. Esto permite tener acceso a productos sustentables y de mejor calidad debido a que el usuario no debe comprarlos, dejando la responsabilidad de disponibilidad, confiabilidad y eficiencia al proveedor que, a su vez, reduce su consumo de energía, uso de materias primas y generación de desechos durante toda la vida del producto.

El cluster minero en Chile, reúne condiciones favorables para la implementación del modelo de economía circular y el desarrollo de soluciones innovadoras que permitan una mejora en la productividad, el uso eficiente de los recursos –energía, agua y materias primas- y la reducción de las emisiones de CO2 directas e indirectas de las operaciones mineras. Además, la introducción de la economía circular puede actualizar y dar un nuevo impulso a iniciativas que han tenido resultados de alto impacto en el circulo virtuoso minera-proveedor, como el Programa de Proveedores de Clase-Mundial (PPCM) de BHP Billiton y Codelco, así como crear nuevas políticas público-privadas que busquen emular experiencias exitosas –como el caso de Australia- de desarrollo de la industria de METS (mining equipment, technology and services).

En los últimos años, empresas de industrias tan diversas como Google, Unilever, Ikea, Coca-Cola, HP, Philips y Caterpillar han adoptado medidas para transitar hacia una economía circular, siendo apoyado por instituciones privadas reconocidas a nivel global como Ellen MacArthur Foundation y el World Economic Forum. A nivel gubernamental, el mensaje ha ido escalando hasta instancias como la Comisión Europea que en Diciembre de 2015 adoptó un ambicioso e histórico paquete de medidas sobre economía circular involucrando inversiones de 650 millones de euros para investigación e innovación, así como 5.500 millones de euros, con cargo a fondos estructurales, para invertir en procesos regenerativos y mejorar la gestión de residuos, esperando elevar el PIB en un 1% y creando más de dos millones de empleos. Chile y su industria minera no pueden quedar fuera de este proceso ya que no solo representa una oportunidad para impulsar la competitividad de las empresas, crear empleo y utilizar recursos de modo más sostenible, sino que una herramienta efectiva para reducir su huella de carbono y combatir el cambio climático.

Fuente: www.innovationthatflows.com @petarostojic

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