La mejor decisión de mi 2017

La primera vez que supe de Bodouakro fue por casualidad, que es como suelen aparecer las cosas más especiales. Hacía muchos meses que buscaba viajes de voluntariado en África y una ONG en la que apadrinar, y nada más decidirme me arrepentí de no haberlo hecho antes: sentí que algo cambió desde aquella misma tarde en la que me di cuenta de que esto, que se supone que va de ayudar a los demás, te ayuda primero a ti.


La escuela de Bodouakro.

Empecé por leer cada texto de este blog, la primera fuente de información e ilusión costamarfileña. A partir de ahí llegó el primer mail de Global Humanitaria, los de Aidén, las cariñosas bienvenidas tuiteras, la charla en la sede de Gran Vía, una pulsera que ya siempre me acompaña, soñar con pisar Bodouakro, conocer la identidad de la pequeña Safiatou, poder ponerle cara, pelearme con el traductor de Google al escribirle la primera carta, en francés, el grupo de WhatsApp con la lluvia de adorables fotos de los orgullosos padrinos y madrinas, las imágenes y los nuevos posts que tuitean Aidén y Estefi para alegrarnos las mañanas, encargar los regalos navideños para los chuloncitos, recibir la primera carta de Safi y no saber ni qué decir... Cualquiera de estos detalles, por pequeños que puedan parecer, se volvieron pronto motivos de felicidad, enseñanzas, recordatorios permanentes de que hay gente que lo tiene todo más difícil y lo afronta desde la lucha y la sonrisa.

No sé muy bien cómo explicarlo, pero pienso muchas veces cada día en Safi y en su familia, busco, miro y remiro las fotos que tengo de Bodouakro, y todo ello me es más que suficiente para cargar las pilas. No sé muy bien cómo describirlo, pero me agradezco cada día el dar aquel paso, que la pretensión de intentar mejorar la vida a uno de esos pequeños haya tenido justo ese efecto en la mía.

Ahora que se va acabando otro año y que es casi inevitable hacer balance, algo que cada diciembre me cuesta más, no tengo ninguna duda de que ser uno de los padrinos de Bodouakro, formar parte de esto tan grande, es la mejor decisión de mi 2017. Según empiece 2018, entre los abrazos regados por lágrimas con mi familia, me acordaré muy cariñosamente de Safi, que estará con nosotros pese a los más de 5.000 kilómetros que nos separan.

Mario Cortegana

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