Agua, salud y seguridad alimentaria. Escuelas resilientes contra el hambre en América Latina y el Caribe.

En un año marcado por la importancia del acceso a infraestructuras de agua y saneamiento adecuadas para evitar la propagación del coronavirus, el Día Mundial del Agua de 2021 significa una oportunidad para recordar el valor del agua como bien público global, esencial para garantizar la salud y la supervivencia de millones de niños y niñas en todo el mundo.

La crisis del Covid-19 ha puesto de relieve la indiscutible relación entre agua y salud. Según datos de UNICEF, 1.800 menores de 5 años mueren al día por enfermedades relacionadas con la falta de agua. Mientras, la falta de sistemas de riego adecuados, la desertificación y la sequía, asolan a millones de agricultores/as en todo el mundo, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de sus familias y comunidades.

Huertos escolares frente al cambio climático

En la última década, los proyectos de escuelas resilientes – que nacieron con el objetivo de mejorar la resistencia de las comunidades frente a los efectos del cambio climático – han supuesto una magnifica oportunidad para asegurar la soberanía alimentaria de las familias en muchas partes de América Latina.

Gracias a sistemas de generación de alimentos a pequeña escala a través de huertos escolares, la dotación de sistemas de riego y acciones de sensibilización sobre los efectos del cambio climático, las escuelas resilientes son un ejemplo de éxito para mejorar los índices de salud en muchas comunidades aquejadas de inseguridad alimentaria.

En el caso de comunidades indígenas, la apropiación de los mensajes relacionados con su filosofía cultural en cuanto al cuidado de la naturaleza y el equilibrio armónico con todas las formas de vida, garantizan la participación de la comunidad en este tipo de acciones.

Bolivia es un buen ejemplo de cómo esta iniciativa mejora las condiciones de vida de la población. Con más del 20% de su población en riesgo de padecer hambre, y uno de cada tres niños menores de 5 años afectado por desnutrición, es también uno de los países de la región con más amplias necesidades relacionadas con el agua y el saneamiento y uno de los más vulnerables al cambio climático.

“La tierra ya no produce alimentos como antes. Hace frío cuando antes hacía calor y hace calor cuando antes hacía frío. Y en estos años el clima ha cambiado por culpa de los seres humanos”, dice una de las niñas que participa en los proyectos de Global Humanitaria.

En regiones como Cochabamba o Vacas la inseguridad alimentaria es ya endémica, pero en este contexto son muchos los testimonios que cuentan las mejoras experimentadas gracias a los huertos escolares y las acciones asociadas a este tipo de proyectos, que ahora pueden ser replicadas en el ámbito familiar. En palabras de la FAO, “un Huerto Escolar puede ser reproducido fácilmente en los hogares de los niños, los escolares aprenden a sembrar, cuidar, cultivar, cosechar y preparar productos nutritivos además de crear hábitos alimentarios saludables”.

En la actualidad los organismos internacionales y las ONG trabajamos para que los huertos estén listos de nuevo para  cuando se retorne a las aulas de manera permanente.

Fransico Zambrana es responsable técnico de un huerto escolar: “Es estos meses en que se habían deteriorado los huertos, lo que hemos hecho es cambiar todo el sistema de riego, sustituir los aspersores por unos micro – aspersores más eficientes, hay un aprovechamiento de un 75% del agua en las plantas. La pérdida diaria es menor que con el anterior sistema de riego”. 

Mujeres líderes del cambio

Las mujeres son en buena parte motor de las trasformaciones en materia de agua y preservación de los recursos naturales como el suelo, especialmente en las comunidades rurales. En Guatemala, son parte esencial en los proyectos de huertos escolares y familiares. En zonas rurales donde se trabaja con mancomunidades especialmente frágiles, la capacitación de las mujeres y la formación de grupos de trabajo, resulta clave para garantizar la consolidación de los proyectos de cambio de gestión de los recursos.

La soberanía alimentaria, en riesgo

Las medidas de restricción de la movilidad y el cierre de miles de centros educativos que aun están aquejados de pausas intermitentes, han paralizado el mantenimiento y acceso a los huertos escolares.

En la actualidad, se trabaja para reorientar estas iniciativas en huertos familiares, exportando al ámbito doméstico las buenas prácticas recogidas en la implementación de huertos escolares.

Si quieres colaborar con la dotación de material para huertos escolares en América Latina, visita nuestra página de donativos. Puedes contribuir con un kit de herramientas para que puedan seguir trabajando en el mantenimiento de los huertos.

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