Todo empieza en la escuela
A día de hoy se han logrado grandes avances en cuanto al acceso a la educación de las niñas situando en un 89% su tasa de escolarización a nivel mundial. Sin embargo, aunque 4 de cada 5 niñas completan la educación primaria, solo 2 de ellas finalizan la secundaria. Estas cifras muestran que siguen siendo las niñas las que, en situaciones de vulnerabilidad, tienen mayor probabilidad de ser excluidas del sistema educativo.
El reto de permanecer
Las niñas se enfrentan a mayores obstáculos para permanecer en la escuela. Las causas van desde la pobreza, a las normas y prácticas culturales que aún persisten en determinadas sociedades.
Por otra parte, acceder a la educación en igualdad de condiciones no resuelve todo. La escolarización de las niñas no debe limitarse solo a su asistencia a las clases sino también a garantizar su aprendizaje y que se sientan seguras mientras están en la escuela. Además, a medida que vayan completando más niveles de enseñanza durante su formación irán consolidando las competencias necesarias para ingresar en el mercado laboral, así como las habilidades socioemocionales necesarias que le ayudarán a tomar sus propias decisiones, tener un papel activo en sus comunidades y a desenvolverse en un entorno cada vez más cambiante.
La UNESCO en su informe Una nueva generación: 25 años de esfuerzos en favor de la igualdad de género en la educación, afirma que las hijas de madres educadas permanecen más tiempo en la escuela. Por ello, es esencial apoyar a esta generación de niñas para que estudien y sigan formándose. De esta forma se está dando apoyo también a próximas generaciones, unos beneficios que sin duda alguna revertirán en salud, empoderamiento y participación femenina en distintos ámbitos sociales.
Con la llegada de la COVID -19, según estimaciones de UNICEF, unos 11 millones de niñas menores de 12 años se quedarán fuera del sistema educativo tras el cierre temporal de los centros docentes. Esta cifra no sólo supone un retroceso en cuanto a los progresos logrados en educación, sino que también agrava la situación de vulnerabilidad de las niñas poniéndolas en riesgo de embarazos de adolescentes y las expone a otras formas de violación de sus derechos como son la trata de menores y el matrimonio forzado.
A nivel laboral es fundamental que se adopten leyes que refuercen los derechos y oportunidades de las mujeres con el fin de lograr un mundo más inclusivo e igualitario. En la actualidad la brecha salarial sigue afectando a las mujeres a lo largo de todas las etapas de su vida profesional: desde las jóvenes que consiguen su primer empleo hasta las mujeres que están a un paso de su jubilación. Las brechas más persistentes se reflejan en los ámbitos de la remuneración y la parentalidad. Según el informe La mujer, la empresa y el derecho 2022 del Banco Mundial, casi 2.400 millones de mujeres en edad activa en todo el mundo no tienen las mismas condiciones económicas que sus homólogos hombres.
Si la educación es la base del desarrollo de los pueblos, las mujeres y las niñas representan la mitad de la población, por tanto, la mitad de su potencial. En esta línea la Agenda 2030, impulsada por Naciones Unidas en 2015, propone entre sus metas el acceso a una formación técnica, profesional y superior, de calidad para todas y todos como uno de los pilares fundamentales para lograr la equidad de género efectiva y empoderar a todas las mujeres y niñas.