Sólo con observar con detenimiento la composición de los dentífricos comerciales nos daremos cuenta de que no son tan saludables como nos los venden y menos aquellos que contengan flúor. Estos incluso llevan un mensaje de advertencia, lo que ya pone en evidencia que el producto no es muy beneficioso para la salud.
El flúor revolucionó en su día la industria de la higiene bucal gracias a su capacidad bactericida y de fortalecer el esmalte dental pero hoy en día se puede afirmar que el flúor es tóxico y nocivo para nuestra salud. Este mineral resulta inofensivo en pequeñas dosis pero en exceso puede traer consecuencias muy graves en nuestra salud, sobretodo en nuestro sistema nervioso central. En el caso del fúor debemos tener en cuenta que ya lo consumimos habitualmente ya que lo encontramos en alimentos como el agua, la sal, el pescado, algunas aves, las espinacas, los tomates… incluso en ciudades con una elevada polución estamos aportando flúor a nuestro organismo a través del aire.
Pero a parte del flúor, los dentífricos contienen otros aditivos que no le convienen a nuestro organismo y por ello, elaborar nuestro propio dentífrico es una alternativa natural, saludable y económica y como no tan eficaz o incluso más que los que podemos encontrar comercializados.
Para elaborar un dentífrico natural necesitamos:
Salvia por sus propiedades antisépticas, astringentes y antiinflamatorias. Es eficaz contra infecciones bucofaríngeas como la gingivitis y la faringitis.
El tomillo posee una gran capacidad antibacteriana y es muy efectivo para tratar la halitosis.
La stevia a parte de aportar un buen sabor, posee propiedades antibióticas que son beneficiosas especialmente contra las bacterias que atacan las mucosas bucales.
La sal, reconocida en medicina natural por su poder antiinflamatorio y además incrementa la acción de la arcilla blanca.
La menta aporta ese sabor y sensación refrescante. Evita la halitosis y calma los dolores dentales y de encías.
La arcilla blanca es la base de nuestro dentífrico. Tiene efectos antiinflamatorios, cicatrizantes, purificadores, calmantes y antibacterianos que impiden la proliferación de bacterias. Contiene oligoelementos que contribuyen a la conservación dental y además refuerza las defensas de nuestro organismo.
Ingredientes:
1 cucharadita de salvia
1 cucharadita de tomillo
1 cucharadita de stevia
25 ml de agua
1/4 de cucharadita de sal
3 cucharadas de arcilla blanca comestible (caolín)
5 gotas de aceite esencial de menta o árbol de te
1/4 cucharadita de bicarbonato (opcional, si queremos aportar un efecto blanqueador, aunque no conviene utilizarlo con mucha frecuencia ya que puede dañar el esmalte)
Elaboración:
Preparamos una infusión con el agua, la salvia, el tomillo y la stevia.
Dejamos hervir 5 minutos, retiramos del fuego y la filtramos.
Añadimos la sal y removemos hasta que se disuelva.
Seguidamente añadimos la arcilla blanca y el aceite esencial de menta.
Mezclamos hasta obtener una pasta consistente, al gusto, añadiendo más arcilla si es necesario. Yo, en esta ocasión he preferido una textura más tipo gel, no tan consistente.
Envasamos en un tarro de cristal.
Nota: Si realizamos bastante cantidad conviene guardarla en el frigorífico para asegurar su conservación durante meses.
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