Sí, he tardado mucho en contarlo en el blog porque quería hacerlo bien. Eso, o que no me ha dado la gana de hacerlo antes.
El caso es que durante 2017 me propuse no comprar. Nada de cosas inútiles, ni necesidades inventadas. Nada de consumismo.
Y en este artículo quiero contarte cómo fue la experiencia, mis reflexiones y que he aprendido. Si lees hasta el final hay premio. Promess ;)
¿Por qué me metí en semejante berenjenal?
Tomé la decisión un poco a lo loco, allá por el lejano enero de 2017. Te aseguro que no reflexioné una mierda. Un poco inspirada por una familia de Tennessee, solo dije: voy a hacerlo, voy a estar un año sin comprar porque no me gusta la sociedad de consumo en la que vivimos.
Nunca me he considerado consumista. De hecho no me gusta nada ir a comprar. Pero todos tenemos esa parte que se deja seducir por algo nuevo o bonito y el consumo cero era algo radical que me iba cambiar para siempre.
También me empezó a agobiar un poco el tema de tener tantas cosas después de varias mudanzas seguidas.
Mis pertenencias nunca han ocupado más que mi habitación y en todas esas mudanzas me deshice de muchas. Pero aun así, para mí son demasiadas. Es por eso que este reto me ha llevado a algo más, pero te lo cuento luego…
Además de sentir que tenía más de lo que necesito. Mi Conciencia no dejaba de repetirme que todo eso tiene un impacto ambiental enorme.
Cada tontería que nos compramos implica residuos, contaminación, emisiones de gases de efecto invernadero, etc, etc. Ya es hora de hacernos cargo de nuestras malas decisiones de compra, ¿no?
De poco vale reciclar si no reducimos. De nada sirve comprar productos “sostenibles” si compramos lo que nos dé la gana. Es como aquel que para hacer adelgazar come productos light pero se zampa lo de 3 personas.
Así que el porqué del reto de consumo cero, son en realidad dos porqués: por el medio ambiente y por mí.
¿Cómo me lo he montado?
Bien, el consumo cero está muy bien, pero seamos realistas: No existe. Dentro de esto de no comprar cosas tenía que haber excepciones, porque por desgracia no produzco mis alimentos, no soy mi propia farmacia, etc.
¿Qué estaría genial no tener que comprar nada de nada? Pues sí, pero, o vuelves atrás en el tiempo aprendiendo caza, recolección y agricultura, o chungo…
Así que como no estaba dispuesta a retroceder tanto, pues simplemente marqué una serie de excepciones que si podía comprar:
- Comida y bebida. En general, sin darle más vueltas. ¿Se ingiere? Pues vale.
- Medicamentos. Ni este reto era para que me muriese ni para desatar pandemias, así que medicinas okey.
- Productos de aseo. Con esto incluí champú, gel, pasta de dientes, desodorante, crema hidrante (una que tiene la piel sequísima) y crema solar. Sí sí, soy consciente de que todo esto lo puedo hacer yo misma. Pero implicaría comprar ingredientes y utensilios, así que, era lo mismo.
La intención de esto tampoco era alejarme de las personas que me importan o dejar de hacer cosas que me gustan, así que el ocio, siempre que no implicase comprar objetos, estaba permitido.
En este ocio se han incluido cosas como: el deporte nacional de ir a tomar algo al bar, ir al cine, al teatro, a cenar, viajar, y creo que poco más he hecho. Pensé que tenía una vida más interesante…
Lo que sí he comprado…
Si me has seguido a los largo de los meses habrás visto que algunas cosas sí que he comprado por necesidades reales o creadas. De algunas me arrepentí y me sentí culpable. De otras no tanto.
En resumen, estas fueron mis compras durante el año:
Las compras de enero pude haberlas evitado. Sí, estaba empezando con el reto y no me había dado cuenta de que realmente pude haber prescindido de ellas.
En marzo me fui de viaje, y tenía que llevar conmigo un líquido para los oídos que me había recetado el médico. Con tan mala suerte de que el frasco en el que venía era de 125mL y como ya sabrás, en el avión no permiten más de 100mL. No me quedó más remedio que comprar uno, porque en casa no tenía.
Llegó abril, empecé a trabajar en un parque botánico y empecé a necesitar calzado adaptado a la zona. En este caso estuve buscando de segunda mano, pero no encontré lo que necesitaba de mi número. Así nada, me tocó comprarlo nuevo.
Y hasta agosto no compré nada. Pero aquí caí. Estaba acostumbrada a pasar de ofertas, de publicidad, de falsos deseos, de escaparates, de vendedores. Todo me la traía al pairo. Pero no estaba preparada para decir que no a la camiseta de grupo de las fiestas del pueblo de mis amigos.
Dije que sí sin pensar. Y tardé en darme cuenta de que estaba comprando algo. Aún me siento mal por ello…
Pero bueno, no es cuestión de que eso empañe los otros 8 meses en los que compré 0 cosas.
Llegados a este punto me planteo un par de preguntas:
- ¿Se puede estar un año sin comprar nada? Desde luego que sí, y más tiempo también. Pero es muy fácil fallar sin darnos cuenta.
- ¿El reto fue un éxito o un fracaso? Para mí fue un exitazo, porque he aprendido más de lo que me hubiese imaginado nunca.
Un mes después…
Ya ha pasado un mes desde que terminó mi año sin compras. ¿Qué ha pasado desde entonces?
Muchos de los que me rodean estaban esperando a que me volviese loca comprando el primer día, otros han estado esperando a “lincharme” en cuanto hiciese la primera compra. A otros muchos les da absolutamente igual lo que haga y deje de hacer.
Si te preguntas que ha pasado, te diré que sí que he comprado cosas.
Me he comprado un móvil de segunda mano, porque el anterior estaba loco y hacía lo que le daba la gana.
Además me he ido de viaje a Marruecos y he comprado algún regalo y para mí un turbante y una chilaba bereber.
¡Ah! Y unos tapones para los oídos para el viaje.
No he seguido con lo de no comprar cosas pero tampoco me he vuelto loca comprado. Lo que si he notado es que no me he sentido bien al comprar estas cosas. Esa sensación “agradable” que quizás podía tener antes ahora se transformado en algo muy diferente.
¿Cómo me ha cambiado?
Sin duda esta experiencia ha cambiado cosas en mí. Pero creo que todas a mejor.
Soy capaz de ignorar todas esas cosas que nos crean necesidades falsas: la publicidad, las ofertas, los descuentos, el último nosequé, la moda, la obsolescencia percibida… Todo eso ya no importa como antes.
También soy capaz de distinguir mucho mejor cuando realmente necesito algo. Lo cierto es que casi nunca necesitamos nada (aparte de comida y esas cosas), pero se nos crea una necesidad ficticia por cualquier razón.
Si antes me gustaba poco comprar, ahora me gusta mucho menos. Es un coñazo y no me produce ningún tipo de satisfacción. En serio, ninguno.
Por ejemplo, cuando cambié el móvil creí que estaría más contenta porque le tenía mucha manía al anterior (en serio, estaba muy loco). Pues nada. Me da igual. Solo es un objeto y no me ha causado ningún tipo de bienestar. Al contrario, si tal me he sentido algo culpable porque el anterior aún seguía funcionando. Mal, pero funcionaba.
También me pienso todo mucho más, y ante la reflexión siempre acabo diciendo que “no lo necesito”. La siguiente cuestión es si me hace feliz, y casi siempre es “no”.
En general puedo decir que el consumo cero me ha llevado al consumo responsable.
¿Qué he aprendido con esto?
Probablemente lo que escriba aquí solo será un pequeñísimo reflejo de las cosas que me ha enseñado este año sin compras. Pero ahí va:
- No necesitamos casi nada. Esto te lo puedes imaginar, pero no hasta qué punto no necesitamos esas 20.000 cosas que nos rodean. Nos complicamos demasiado y hacemos nuestras vidas complejas y abarrotadas de trastos. ¿Para qué?
- Las cosas atan. Cuanto más cosas tienes más te atas a un lugar, a una forma de vida, a unas obligaciones, a un tener que mantener el trabajo para mantener esas cosas, a la necesidad… Las cosas te quitan libertad.
- Comprar no te hace feliz. Venga si, esto también te lo puedes imaginar. Pero no sabes lo feliz que me hacía a mí el hecho de no tener que comprar nada. Nada para mí ni para nadie. Sin colas, sin “prueba esto”, elige aquello, decide, gasta, paga, no vale, devuelve, descuento, oferta, publicidad, aquello es mejor, más y más. Sin necesidad.
- Las cosas gastan tiempo. Lo que compres lo pagas con tiempo, el tiempo que has invertido para ganar dinero para conseguir esas cosas. Además comprar te quita tiempo. Ordenar tus cosas y limpiar te quita tiempo. ¿Y sabes qué? Todo ese tiempo que has gastado para tener más y más, no vuelve nunca.
Pero… ¿la sociedad no necesita de nuestro consumo para mantenerse?
Nos han dicho muchas veces que necesitamos consumir para la que la sociedad vaya bien y todos tengamos trabajo.
He escuchado esto muchas veces durante mi año sin compras. “Si todos hiciésemos como tú, la sociedad se iría a pique" "La gente tiene que vivir de algo” “Pues menuda solución…” “Lo que promueves es peligroso”. Todas estas cosas me las han dicho más de una vez.
Pero, ¿Qué hay de cierto en esto?
Está claro que si el dinero no circula, la sociedad que conocemos no sería igual, pero eso no significa que fuese peor. Solo diferente.
Por otra parte no es que yo me guardase mi dinero bajo el colchón. Ha seguido moviéndose, pero hacía otras cosas.
Y si no fuese así, y decidiese vivir de una forma alternativa sin dinero, como esta mujer, los demás que hagan lo que quieran, ¿no?
Quiero tirar la casa por la ventana
No me basta con estar este año sin comprar. El consumo cero ha estado genial, pero sigo teniendo demasiadas cosas que no necesito y siento que me atan y me agobian.
Así que mi próximo paso va a ser deshacerme de cosas. Para ello voy a proponerme un reto que se llama "Una cosa (más) cada día". Pero esto te lo cuento la semana que viene, así que no te despistes porque seguro que te va a gustar.
Aún hay más… ¡Tu regalo por aguantarme!
Si has llegado hasta aquí leyendo todo, madre mía. Si has hecho scroll directamente, no importa, esto también es para ti.
Como he aprendido y experimentado más cosas de las que puedo contar en un post, y además estas cosas creo que pueden ser muy útiles para alguien como tú, he decidido hacer…
¡UN MINI-CURSO GRATUITO!
Le he llamado "Desconsumidos: consumo responsable para gente inteligente". El nombre se debe a que solo la gente inteligente se interesa por el consumo responsable. Es un hecho científico que seguro que ha estudiado alguna universidad americana...
¿Te interesa? Pues puedes anotarte dejando tu email ahí abajo ↓
Email Address ¡Muchas gracias!
Vas a recibir un email para que confirmes tu suscripción al curso "Descosumidos: consumo responsable para gente inteligente" y al blog Hay Eco.
Si no lo ves, revisa la carpeta de spam, porque a veces se cuela ahí.
Si no confirmas tu suscripción no recibirás los correos del curso.
Aún no tengo fecha de inicio definida porque quiero tomármelo con calma (vida slow y esas cosas), pero te iré avisando de las novedades por email.
Si estas casi 2000 palabras te han dejado con dudas o con ganas de decir algo, te leo en los comentarios :)