Reducir la quema de combustibles fósiles se perfila al mismo tiempo como uno de los objetivos principales del desarrollo sostenible y uno de sus desafíos más complejos. Aunque se ha establecido con creces que las emisiones producidas por la quema de estos combustibles tienen un efecto negativo sobre la salud de las personas y el bienestar del medio ambiente la triste realidad es que su abandono resulta difícil debido a la forma tan profunda en que el uso de combustibles fósiles está implicado dentro de la infraestructura de servicios urbanos.
Si el desarrollo sostenible se propone dejar atrás la dependencia de los combustibles fósiles debe conseguir una manera de replantear la movilidad urbana para alcanzar gradualmente un punto en el cual la viabilidad urbana pueda prescindir de los combustibles fósiles.
A primera vista puede parecer que eliminar el uso de combustibles fósiles en el ámbito del transporte urbano es una perspectiva fantasiosa, después de todo las calles abarrotadas de autos emitiendo gases son una imagen común en las grandes ciudades del planeta, pero actualmente se considera uno de los objetivos más cercanos en lo referente a las medidas de adaptación y mitigación del cambio climático.
Esto se debe a que en muchos países ya existe la tecnología y el interés en realizar una transición de los vehículos que usan combustibles fósiles a los que funcionan parcial o totalmente con electricidad que se materializa de una manera patente en la instauración de leyes y regulaciones que fomentan el paso del combustible fósil a la energía renovable.
Fomentando el progreso
El secreto para fomentar una transición sana y efectiva de los vehículos que usan combustibles fósiles a los que aprovechan las energías renovables es hacer un paso gradual de un paradigma al otro impulsado por una serie de medidas que recompensen la adquisición de vehículos eléctricos al mismo tiempo que reducen el atractivo de comprar y manejar vehículos que consumen combustibles fósiles.
Esto se logra mediante la planificación de normas que limitan la adquisición o registro de vehículos que consumen combustibles fósiles después de cierto periodo tiempo, estas hacen que la perspectiva a futuro de comercializarlos sea menos atractiva para los consumidores y los fabricantes. En la misma línea ciertos países con gran mercado de vehículos importados apuntan más bien a limitar las importaciones de vehículos que consumen combustibles fósiles logrando el mismo objetivo y estimulando la importación de vehículos eléctricos.
Finalmente la regulación más severa es una prohibición total de la circulación de los vehículos que usan combustibles fósiles en ciertas áreas durante ciertos periodos de tiempo, esta medida limita forzosamente el consumo de combustibles fósiles realizado por los vehículos al mismo tiempo que disminuye su atractivo para los ciudadanos. Según los objetivos del desarrollo sostenible se espera que para el año 2050 este tipo de regulación sea común alrededor del mundo.
Infraestructura sostenible
Los caminos para ciclistas y peatones contribuirán a facilitar la transición de la vialidad urbana.
Pero los vehículos no son lo único a tener en cuenta para lograr una transición exitosa, también es necesario reformar la infraestructura de los servicios de transporte de acuerdo a las necesidades de los vehículos eléctricos. Sería necesaria la adquisición y aprovisionamiento de autobuses y vehículos de rieles eléctricos para el transporte público, además de un trazado urbano que favorezca el uso de caminos para ciclistas y peatones con las facilidades que eso incluye.
Por último también se plantean otras opciones como servicios para convertir los vehículos que usen combustibles fósiles en eléctricos y facilidades para reemplazar las baterías de los vehículos y desecharlas de manera segura.
Son muchas cosas a tomar en cuenta pero las perspectivas son favorables y ofrecen un futuro con aire más limpio y un ambiente más sano siguiendo las directrices del desarrollo sostenible.