Desde que comenzaron los estudios del efecto invernadero, la atención ha estado enfocada principalmente hacia el dióxido de carbono (CO2) atmosférico, cuyos niveles se han incrementado a concentraciones alarmantes gracias al acelerado desarrollo industrial y demás actividades antropogénicas. Sin embargo, con toda la relevancia que tiene, no es el único gas que provoca este efecto. El metano (CH4) es un gas que tiene una contribución importante al efecto invernadero, estimada en 25 %.
El poder calefactor del metano es 80 veces mayor que el del CO2 y puede permanecer en la atmósfera entre 12 a 15 años cuando se ha degradado.
Por esta razón se le considera como un contaminante climático de vida corta en comparación con dióxido de carbono, que puede durar cientos de años.
Esta vida relativamente corta deja entrever que, si se regulan sus emisiones, los efectos positivos podrán hacerse notables en menor tiempo.
La quema intencional del metano en las instalaciones petroleras representa el despilfarro de una fuente de energía y favorece el incremento de la contaminación ambiental.
Es objeto de preocupación el incremento acelerado de los niveles de este gas en la atmósfera, puesto que desde el año 2006 se ha medido en alrededor de 25 millones de toneladas por año.
El metano se encuentra fundamentalmente bajo tierra como producto de la descomposición orgánica en ausencia de oxígeno en eras geológicas pasadas, formando bolsas de gas o combinado con petróleo.
Este gas se libera de 2 maneras:
De forma natural (aporte de 40 %): Se desprende del derretimiento del permafrost, de las erupciones volcánicas y del burbujeo producido por fermentación en los humedales y pantanos.
Actividades humanas (aporte del 60 %): Acausa de las grandes industrias.
Principales fuentes antropogénicas de metano:
Fugas durante la explotación, procesamiento y transporte de gas natural y petróleo tanto por las técnicas convencionales como la más reciente del fracking.
Las minas de carbón abandonadas.
Los cultivos de arroz.
La ganadería intensiva.
Vertederos de basura por descomposición de los desechos orgánicos.
Los escapes de gas metano pueden traer consigo gases tóxicos como formaldehido, metilbenceno y benceno como contaminantes del aire y contribuyentes del efecto invernadero.
Además, la quema de dicho gas produce carbono negro que contribuye a aumentar los niveles de micropartículas (PM 2.5) así como compuestos orgánicos volátiles, formando el smog, el cual afecta negativamente las vías respiratorias.
La ganadería bovina como uno de los principales emisores de metano y efecto invernadero
Dentro de las actividades humanas, la ganadería produce el 14 % del metano responsable del efecto invernadero.
Se ha estimado que una vaca produce de 200 a 500 litros de metano al día originado por la fermentación entérica.
Siguiendo con los cálculos, cada año la ganadería bovina libera 100 millones de toneladas de este gas que causa el mismo efecto que 2.500 millones de toneladas de dióxido de carbono en la atmósfera.
Sin embargo, otro tanto de emisiones de este gas está asociado a las diferentes actividades intrínsecas de la ganadería como el mantenimiento de las granjas, manejo de desechos orgánicos, los piensos y la fertilización de los forrajes entre otros.
El crecimiento de la ganadería busca satisfacer la demanda creciente de carne, leche, queso y demás productos lácteos.
FAO propone una reducción tanto de la producción como del consumo sin llegar a imponer de manera radical una dieta vegana, la que tampoco traería una solución ambiental, en todo caso si por un consumo responsable y el ejercicio de una ganadería sostenible.
Una de las soluciones que está cobrando interés es la modificación de la microflora entérica de las vacas, de manera de reemplazar los microorganismos productores de metano por otros más benéficos al proceso digestivo.
Acciones recomendadas
Se ha recomendado a los gobiernos de los países donde se explota el metano como fuente de energía y los productores de petróleo, que implementen leyes que regulen al máximo las emisiones.
Monitoreo y corrección de los escapes en las instalaciones petroleras o de gas natural.
En la reciente Cumbre sobre el Cambio Climático (COP26) en Glasgow, 103 países se comprometieron a reducir las emisiones de metano en un 30 % antes del 2030.
Lo paradójico del asunto es que los principales países responsables de la mayor cantidad de emisiones, China, Rusia y la India, no suscribieron el acuerdo.