Desde finales de la década de los 70, se determinó una sensible reducción en las concentraciones de ozono en la región de la estratosfera conocida como ozonosfera. Esta reducción era y es especialmente significativa en la zona antártica, formándose un agujero de enorme extensión durante la primavera polar.
En su momento, este hecho conmocionó a la comunidad científica. La capa de ozono está ubicada a una distancia de la superficie terrestre que varía entre 10 km y 50 km; y cumple una función muy importante para el sostenimiento de la vida terrestre, puesto que actúa como un escudo protector que impide el ingreso de radiaciones de alta energía (ultravioleta B) provenientes del sol. Estas radiaciones son particularmente dañinas para la salud, son causantes de cáncer en la piel (melanoma), cataratas en los ojos y supresión del sistema inmunitario. La radiación UV también afecta a los ecosistemas terrestres y acuáticos, al alterar el crecimiento, las cadenas de alimentos y los ciclos bioquímicos.
La disminución de la capa de ozono se debe a emisiones de cloro y bromo, generados por la actividad humana, que interactúan con el ozono (O3) transformándolo en oxígeno libre (O2) mediante una reacción en cadena. El cloro y el bromo son elementos que forman parte de unas sustancias llamadas clorofluorocarbonos (CFC), las cuales se usan como refrigerantes, fungicidas, solventes y propulsores (propelentes) de espumas y aerosoles.
En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal para controlar e ir reduciendo el uso de sustancias que dañan la capa de ozono, quedando en 1996 completamente prohibido el uso de los CFC. Gracias a esto, comenzaron a recuperarse lenta y progresivamente los niveles a partir del año 2000. Se ha estimado que para el 2050 esté plenamente recuperada.
¿Qué pasó en la zona polar ártica?
En marzo del 2020, mediante las imágenes aportadas por el satélite Sentinel-5P del Servicio de Monitoreo Atmosférico Copérnico (CAMS), los científicos detectaron un fenómeno extraordinario en la región ártica, un enorme agujero en la capa de ozono, estimado en un millón de kilómetros cuadrados, el más grande originado en el hemisferio norte, originado por un vórtice polar fuerte y prolongado, confirmado por la Agencia Espacial Europea (ESA) a comienzos de abril.
Pero lo más asombroso fue su completa desaparición. A partir del 20 de abril comenzó a cerrarse, pero su desaparición total fue confirmada por CAMS el 30 de diciembre, de acuerdo al reporte emitido en su cuenta de twitter. Se debió a una entrada de aire rico en ozono, provocando la división del vórtice polar, atribuido al aumento de las temperaturas en la estratosfera.
Aunque la disminución de los efectos de la contaminación por la reducción de la actividad humana, como consecuencia de la pandemia, ha evidenciado consecuencias positivas en el ambiente a nivel global, no ha tenido nada que ver con este fenómeno.
Por otra parte, actualmente el agujero situado en la antártica ha reducido sus dimensiones hasta un tamaño menor al que tenía cuando se descubrió, lo cual valida el efecto positivo de las medidas tomadas para la eliminación del uso de los CFC.