Angelo Giordano es un ingeniero agrónomo, mientras que Valerio Tanzarella es un abogado que trabajó durante años en el departamento jurídico de un canal televisivo italiano. Ambos son de Ceglie Messapica y cinco años y medio atrás ellos crearon la Ex Terra, una empresa privada pero que a su vez también una sociedad benéfica.
“Además de ser una empresa lucrativa, como todas las demás, la nuestra también busca objetivos éticos. Juntos, tenemos una empresa que lidia con semillas de variedades olvidadas, raras y preciosas, antiguas y particulares, para cultivarlas, estudiarlas y estudiarlas difundirlas “, dicen ellos.
Un camino que va contracorriente en la era de Monsanto-Bayer y de Syngenta, empresas gigantes que producen plaguicidas y glifosato. Angelo y Valerio, por otro lado, apuntan a mejorar y proteger la agrobiodiversidad local.
“La elección de centrarse en la biodiversidad tiene varias razones, en primer lugar razones éticas y culturales. Cada territorio tiene su vocación, es impensable seguir cultivando vegetales híbridos que son el resultado de investigaciones realizadas en laboratorios que no tienen nada que ver con la en el que se cultivan después. Los intentos de imponer cultivos viables en todo el mundo, en cualquier latitud, están de hecho empobreciendo y masacrando el trabajo hecho por la madre naturaleza y el hombre a lo largo de miles de años “, dicen.
Tomates, patatas y mucho más
Desde 2012, los dos tienen más de 7 mil variedades diferentes, incluyendo 1200 tipos de tomates.
“Tenemos 20 variedades de berenjena, 200 de pimientos y pimientas, 30 de patatas, 15 de guisantes, 15 de gránulos, 30 de alubias y guisantes, 10 de garbanzos, 100 de melones y calabazas y una vid compuesta por cerca de 20 variedades de uvas diferentes “.
Todos los frutos de naturaleza extraordinaria que no necesitan fertilizantes ni pesticidas.
“El agricultor es alentado a usar estas semillas de las multinacionales, porque ellas garantizan desempeño y también financiación europea, en detrimento de la calidad”, dice Valerio.
“Un agricultor no se arriesga a cambiar el juego, porque él es esclavo de un sector del que no puede liberarse: si yo produzco muchos tipos de tomates, la empresa distribuidora tiene una máquina formateada sólo para algunas medidas específicas de 5 variedades de tomate. Y en el caso de las semillas de las multinacionales, los fertilizantes, las máquinas para encapsular las semillas tienen siempre la misma configuración para aquellas pocas variedades de élite en manos de Monsanto y Syngenta, todo el mundo agrícola se construye sobre esas pocas especies que están en manos de las multinacionales ” , dice Angelo.
El cambio para estos agricultores comenzó con el trueque de semillas con los agricultores de la zona, algo que hoy ha vuelto a ser rutina en la región y que puso en marcha nuevamente las recientes crisis en el país, aunque existan leyes contrarias en Italia contra este tipo de intercambios.
“Si usted tiene mucho dinero, puede registrar las variedades, inventa una en el laboratorio y la registra en los registros nacionales y europeos. Este método, sin embargo, es perjudicial para los pequeños agricultores que no pueden gastar mucho dinero para patentar sus pequeñas variedades ni perder tiempo esperando por esa patente, sin mencionar los documentos, estudios e investigaciones, los documentos legales a ser anexados para solicitar la aprobación “.
Estos dos Agricultores piensan dar la pelea y plantarle cara a las multinacionales con el rescate y la propagación de variedades locales, algunas olvidadas, y poner semillas de calidad y a precios competitivos en la mano de los campesinos.
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