La alta tasa de pérdida de especies actual ha llevado a los científicos a afirmar que estamos viviendo la sexta gran extinción. La velocidad de pérdida de especies es similar a la de las otras cinco anteriores que han ocurrido en la Historia de la Tierra, como la que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años. La mano del hombre está detrás de esta desaparición en masa. Edward O. Wilson, profesor emérito de la Universidad de Harvard y padre del concepto de biodiversidad, aúna las causas de esta sexta extinción en la ya célebre palabra HIPPO (hipopótamo), las siglas en inglés de pérdida de hábitats, especies invasoras, contaminación, superpoblación y captura excesiva de especies salvajes.
Pero la fauna, las especies vegetales y otros muchos organismos que atraen menor atención tienen también un reto importante en el cambio climático. Los biólogos llevan años tratando de evaluar cómo y a qué velocidad afectará el aumento de la temperatura global a la biodiversidad. El problema es que las predicciones del porcentaje de especies que se extinguirán a consecuencia del cambio climático varían mucho dependiendo de las especies que se tengan en cuenta, la región geográfica o los factores que se tengan en cuenta.
Un investigador del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Connecticut (EEUU), Mark Urban, ha evaluado 131 trabajos científicos importantes publicados al respecto y ha incluido factores conocidos que afectan a la biodiversidad para tratar de obtener mediante un modelo una conclusión sobre cómo afectará el cambio climático a las especies en un futuro afectado por el cambio climático. Y las conclusiones, publicadas en la revista Science, son impactantes.
El primer dato relevante que presenta Urban es que cerca del 16% de las especies de todo el mundo desaparecerán si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan creciendo como hasta ahora. Dicho de otro modo, una de cada seis especies que conocemos no se las podremos enseñar más que en fotos a nuestros nietos.Además, las regiones que sufrirán en mayor medida el impacto del aumento de temperaturas son Sudamérica, Australia y Nueva Zelanda.
"En realidad, el estudio también llama la atención sobre regiones como Asia, donde hay pocos estudios científicos publicados y es difícil extraer una conclusión. Pero el trabajo indica que el rango podría ser de menos del 10% o de cerca del 30% de especies extintas", explica Mario Díaz, jefe del Departamento de Biogeografía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC. "Pero lo más llamativo no es tanto el porcentaje de especies que desaparecerán, sino lo claro que refleja el trabajo que la extinción de especies crecerá de forma exponencial con el aumento de la temperatura", dice el investigador español.
En realidad, los porcentajes resultantes en el estudio no deben ser tomados al pie de la letra. Tal y como explica Mario Díaz, los modelos incluyen muchos factores que pueden variar y hacer oscilar un resultado del 14% de especies perdidas hacia un 7% o hacia un 21%. Lo que es verdaderamente relevante del trabajo de Urban es la vinculación directa entre aumento de temperatura y extinción de especies. Y, más aún, que el aumento de la tasa de desaparición crece desproporcionadamente -de forma exponencial, no lineal- con cada aumento de una grado de temperatura.
Según Mark Urban, el porcentaje de extinciones actual es del 2,8%. Si se cumpliesen los objetivos a los que aspira la comunidad internacional y que han sido reconocidos en las Cumbres del Clima de Naciones Unidas de un aumento máximo de temperatura global de 2ºC, las especies desaparecidas a escala global serían el 5,2%. Pero si el aumento llegase a ser de 3ºC, la tasa de extinción pasaría al 8,5%. Y el el caso de que llegase a los 4,3ºC -escenario al que se llegaría con el ritmo actual de crecimiento de emisiones- las desapariciones alcanzarían al 16% de las especies.
"No debemos esperar a tener más datos para actuar contra el cambio climático, a ser posible reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero", escribe Janneke Hille Ris Lambers, de la Universidad de Washington, en un artículo que acompaña el trabajo de Urban. "Si no lo hacemos, está claro que pronto podremos observar directamente los impactos del cambio climático sobre la biodiversidad", sentencia.