Un grupo de invertebrados conocidos como colémbolos podría fungir como evidencia del nivel de contaminación de los suelos debido a los hidrocabruros, de acuerdo con los resultados del estudio realizado por investigadores del laboratorio de Ecología y Sistemática de Microartrópodos de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Departamento de Protección Ambiental del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP).
“[La] abundancia, la diversidad de especies y características [de los colémbolos] provee información sobre el impacto ambiental de los ecosistemas”, explican los autores de la investigación denominada Colémbolos (Hexapoda) como bioindicadores de la calidad de suelos contaminados con hidrocarburos en el sureste de México, publicada en la Revista Mexicana de Biodiversidad.Al considerar los resultados obtenidos en su trabajo, los investigadores no descartan la posibilidad de emplear a estos diminutos insectos como bioindicadores, a través del análisis de su abundancia y diversidad, para conocer el estado de deterioro de zonas contaminadas con hidrocarburos.
Los colémbolos forman parte de una importante fauna que habita en los suelos; los científicos los consideran un indicador biogeográfico y ecológico, entre otras razones, porque tienen una gran capacidad para reproducirse y así ramificarse en una amplia variedad de especies; por su ciclo corto de vida, porque pueden degradar la materia orgánica, y porque sólo pueden vivir en los suelos. Por si fuera poco, los colémbolos están adaptados para tolerar la contaminación de su entorno con metales pesados, como el plomo, el zinc o el cobre.
El equipo de investigadores recolectó muestras de una zona de pantano localizada en el municipio de Minatitlán, en Veracruz, donde se ha registrado actividad petrolera desde hace varias décadas.
De la superficie pantanosa seleccionada se extrajeron un total de 12 muestras de suelo al azar, las cuales contenían ácaros, colémbolos y larvas de dípteros (es decir, insectos que pican y chupan, y que tienen un par de alas).
Las muestras de suelo del pantano fueron sometidas a análisis fisicoquímico y ecológico para determinar la calidad del terreno y su grado de contaminación.
Durante el análisis fisicoquímico, se examinó la presencia en las muestras de compuestos originados en el petróleo crudo, llamados hidrocarburos totales del petróleo, o HTP. También se analizó la presencia de sustancias químicas derivadas de la combustión incompleta del petróleo, conocidas como hidrocarburos aromáticos policíclicos, o HAP, mismas que pueden causar tumores y cáncer, y producir mutaciones y malformaciones en los organismos. En el estudio además se consideraron ciertas características del suelo, como la porosidad, la textura, su composición química y su acidez.
Los resultados de este análisis revelaron que en algunas muestras del suelo, los compuestos del petróleo crudo rebasaron los límites permitidos para uso de suelo industrial.
El análisis fisicoquímico también encontró que en algunas áreas del pantano, la presencia de los HAP sobrepasa los límites permitidos establecidos en la norma mexicana. Debido a su alto nivel de toxicidad, tales áreas no pueden utilizarse con fines residenciales, agrícolas, forestales, recreativos y de conservación.
Por su parte, el análisis ecológico se concentró en el estudio de los insectos del suelo del pantano, en relación a ciertos parámetros biológicos, como la cantidad de especies presentes, cuántos individuos había de cada especie, cuánta biodiversidad existía en cada muestra del pantano y cuán similares eran las muestras, en relación a los seres vivos que contenían.
Tomando en cuenta la abundancia y la riqueza de la fauna invertebrada encontrada en las muestras, el análisis reveló que los ácaros fueron más abundantes en zonas poco perturbadas, es decir, en lugares donde no se presentan grandes efectos de la actividad humana sobre el suelo, mientras que los colémbolos fueron más abundantes en zonas contaminadas, particularmente la especie Ballistura sp.
“Probablemente se deba al aumento de su capacidad reproductiva por algún contaminante”, explica la investigación, que también manifiesta la habilidad de estos insectos de resistir los efectos de algunos contaminantes y de degradarlos.Los autores advierten que la resistencia de esta especie de colémbolos a los hidrocarburos, aún necesita un mayor estudio, pues “se sabe que están genéticamente adaptados para tolerar metales pesados [pero] su resistencia a compuestos orgánicos no ha sido bien estudiada”.
El grupo de investigación está conformado por: Carlos H. Juárez Méndez, José G. Palacios Vargas, Leopoldo Cutz Pool y Blanca E. Mejía Recarmier, del Laboratorio de Ecología y Sistemática de Microartrópodos de la Facultad de Ciencias de la UNAM , y por Raúl Uribe Hernández y Marco A. Montes de Oca, del Departamento de Protección Ambiental del IMP.
Fuente: Denisse Joana Flores, DGDC-UNAM