Estas cifras han levantado inquietudes entre el público, aunque los expertos habían advertido desde hace años que la forma en la que se estima el nivel de contaminación causado por las actividades aeronáuticas subestima el efecto que esta causa sobre el ambiente.
En general, se ha venido estimando durante los últimos años que el aporte de los vuelos comerciales al calentamiento global se correlaciona a sus emisiones de dióxido de carbono (CO2). Según esta premisa, los aviones serían responsables de alrededor de un 2 % del calentamiento global. Sin embargo, nuevos estudios han revelado que el CO2 está lejos de ser el único aporte de la industria aeronáutica al calentamiento global, y al tomar en cuenta todas las emisiones generadas por los aviones, se calcula que su aporte real es de alrededor del 6 %.
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Emisiones totales de CO2 que afectan la atmosfera generadas por aviones
Ante esta nueva evidencia, la Unión Europea se encuentra frente a una situación compleja, pues debe reconciliar estas nuevas estimaciones con sus planes existentes para disminuir la contaminación atmosférica y los efectos del calentamiento global.
Sin embargo, la importancia del transporte aéreo en nuestro mundo moderno es inestimable y a muchas personas de diversos ámbitos les resulta difícil concebir regulaciones efectivas que no pongan un freno al desarrollo económico del continente.
No solo dióxido de carbono
Aunque el dióxido de carbono es uno de los principales responsables de la contaminación atmosférica, no es el principal aporte al calentamiento global generado por la industria de la aviación. Los motores a reacción usados por la mayoría de las aeronaves modernas generan por lo menos otros tres tipos de emisiones capaces de afectar el clima.
Los óxidos de nitrógeno expulsados por los motores no son en principio gases de efecto invernadero, pero al reaccionar con otros gases en presencia de luz solar, dan lugar a ozono. El ozono que se forma cerca de la tierra genera peligrosos casos de contaminación ambiental, pero en las capas superiores de la atmósfera actúa como un gas de efecto invernadero reteniendo calor dentro de la atmósfera.
También es necesario tener en cuenta las líneas de condensación (contrails en inglés) producidas por los aviones. Estas son las reconocibles estelas de nubes que dejan los motores a reacción detrás de sí, y se forman cuando las partículas de vapor de agua se condensan a bajas temperaturas. La forma de estas nubes permite el paso de radiación solar al mismo tiempo que disminuye la cantidad de radiación que escapa de la atmósfera al ser reflejada por la tierra, contribuyendo al calentamiento global.
Por último están las partículas de material expulsadas por los motores de los aviones, las que están compuestas principalmente por sulfatos y hollín. Estos compuestos absorben el calor del sol y sirven como núcleos para la formación de nubes cirrus y líneas de condensación que convierten la humedad atmosférica en largas nubes lineales que contribuyen al calentamiento global.
Cielos del futuro
Este reporte representa un duro despertar no solo para la Unión Europea, que tendrá que gestionar de una manera más responsable su tráfico aéreo y replantear los incentivos que brinda a las empresas aeronáuticas, sino para todo el mundo, que debe comprender la realidad de que los viajes en avión tienen un peso mucho mayor de lo que se había pensado hasta ahora en lo referente a la contaminación atmosférica y el calentamiento global.
Por lo pronto, la UE plantea una serie de medidas que podrían entrar en vigencia en los próximos años, pero las asociaciones ecologistas exigen reformas inmediatas que ayuden a mitigar el efecto de los aviones. Medidas como reducir la altura de los vuelos, disminuir los vuelos nocturnos y limitar el número de vuelos en general podrían ayudar a reducir el impacto de la aviación sobre el medio ambiente.