Uno de los grandes retos para transitar hacia la sustentabilidad es lograr que la sociedad, en su conjunto, participe en la construcción de soluciones a estos problemas. Para ello, se requiere de nuevos modelos de desarrollo basados en el uso sustentable de los ecosistemas y sus recursos renovables, que minimice la degradación ambiental. La comunidad científica, entre ellos los ecólogos, puede contribuir a generar tales modelos.
Distintos profesionales han demostrado que el uso combinado de la ecología y la tecnología, supone un proceso de construcción menos contaminante con la Tierra, más limpio e incluso económico.
El nacimiento de la industria supuso la proliferación de fábricas y un aumento de los niveles de producción que solo se podía cumplir surtiendo estas plantas con más y más energías, que hace décadas solo se obtenía quemando combustibles fósiles o mediante las centrales nucleares. Sin embargo, la tendencia está cambiando. Ahora las necesidades energéticas son otras y el progreso técnico suele venir acompañado de un mayor compromiso ecológico.
Esta iniciativa “verde” se ha implementado alrededor del mundo, y ha dejado ver proyectos que proponen no solo la construcción de edificaciones conformados por tecnologías ahorradoras de energía, sino estructuras que favorecen el reciclaje de agua y de materiales de desecho.
Un interesante ejemplo es el proyecto denominado “Observatorios flotantes”, diseñado en colaboración por las firmas de arquitectura DSBA y Upgrade-Studio.
El proyecto, de imagen “ultra-contemporánea” fue inspirado en la geografía de Taiwan, y asemeja un árbol, integrado por ocho hojas o miradores que se distribuyen a lo largo de un enorme tronco.
Esta estructura pretende ser un modelo de arquitectura ecológica, por lo cual está integrado por una serie de superficies verdes, sistemas ahorradores de energía y sistemas de recolección de aguas entre otros equipamientos sustentables.
Propuestas que también plantean la relación entre tecnología y ecología, son las denominadas arquitecturas genéticas, que son mucho más complejas, pues van más allá de la simple inspiración formal, proponiendo literalmente estructuras “vivas”.
Para este tipo de proyectos, los arquitectos además de hacer uso de las tecnologías más avanzadas, colaboran con especialistas en genética, medicina, biología, etc., para darle forma a las más insólitas estructuras, que pueden transformarse según las condiciones climáticas, auto-repararse y acoplarse al entorno natural como lo hace un organismo vivo.
La tecnología abre un mundo de posibilidades en lo arquitectónico y en la vida en general, por lo que esta relación ecológica debe ser fundamental para el desarrollo de futuras obras. Es un hecho necesario, sobre todo pensando en que son soluciones que podrían ayudar a evitar un colapso ambiental.
Autor:
Redacción |Rubén Peña
Comunicador social. Vivo con el constante deseo de aprender más.