La idea es interesante y así tienen un destino más sostenible con la fabricación de ladrillos decorativos que funcionan como aislamiento térmico y acústico.
Cuando estudiaba arquitectura, la francesa Clarisse Merlet quedó impresionada por la cantidad de residuos que genera la industria textil: solo en Francia hay unos 4 millones de toneladas y en Estados Unidos, más de 17 millones. Lo más grave es que menos de un tercio de estos residuos, que consisten principalmente en restos de telas y ropa, se reutiliza o recicla.
Merlet se preocupó también por el impacto medioambiental de la construcción civil, la gran extracción de recursos naturales y residuos, y encontró una solución única a estos dos problemas al fabricar ladrillos decorativos y aislantes con restos de ropa. Este es el producto de la galardonada empresa fundada por Clarisse, FabBRICK.
El componente básico de los ladrillos es la ropa rota, comprada previamente a un proveedor de Normandía. Cada ladrillo utiliza el equivalente a dos o tres camisetas de material y, se puede utilizar cualquier tipo de tejido. Los residuos se mezclan con un pegamento ecológico, también desarrollado por Clarisse, y se prensan en un molde para ladrillos.
Este molde utiliza la compresión mecánica para formar los ladrillos, por lo que no requiere más energía que la necesaria para presionarlo. Los ladrillos húmedos se sacan del molde y se ponen a secar durante dos semanas antes de utilizarlos.
Es importante señalar que estos ladrillos no pueden utilizarse en la construcción de paredes o piezas estructurales, pero sí en la decoración y construcción de compartimentos y tabiques interiores, que se utilizan en diversos comercios.
Los ladrillos son resistentes al fuego y a la humedad y son un excelente aislante térmico y acústico. Las piezas pueden tener 4 tamaños diferentes y también se han utilizado en lámparas, mesas, bancos y mucho más.
Desde nuestra creación a finales de 2018, ya hemos diseñado más de 40.000 ladrillos que representan 12 toneladas de textiles reciclados, dice el fabricante.
Clarisse también explica que es posible utilizar las mascarillas quirúrgicas trituradas para hacer ladrillos, ayudando a dar un destino más sostenible a la inmensa cantidad de este material que se está generando desde el inicio de la pandemia. Todavía no sabemos cómo lo venderemos, porque aún tiene que pasar por una serie de pruebas de laboratorio, principalmente de fuego, pero la idea es construir algunos muebles pequeños y ver cómo funcionan, explica el empresario.
Clarisse y su equipo están trabajando en el desarrollo de ladrillos de tela que también puedan utilizarse en las partes estructurales de la industria de la construcción.
A pesar de ser una pequeña empresa aún en fase de desarrollo, FabBRICK tiene un enorme potencial, ya que ofrece una solución para un residuo que necesita un destino más sostenible, los residuos de la industria textil, y que puede sustituir el uso de recursos naturales utilizados en la fabricación de ladrillos convencionales u otros materiales.
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