Recientemente ha llamado la atención la noticia de que un bebé delfín ha muerto en Argentina porque una multitud de personas lo sacaron del agua para hacerse selfies con él. La gran mayoría de personas, al leer esto, se sienten, como poco, indignadas ante tal estupidez e ignorancia. Pero me temo que la tragedia no ha terminado todavía.
De hecho, hace mucho que empezó, y no fue con un pequeño delfín. En inglés existe una palabra, bycatch, de las que pocos son conscientes. Podemos traducirlo como captura incidental o accesoria, y hace referencia a la cantidad de especies marinas que son capturadas, accidentalmente, durante la pesca de una especie en concreto.
Así pues, una tortuga marina puede convertirse en un bycatch por un barco pesquero en busca de atún o cangrejos. El problema es que, al ver a esta tortuga, los pescadores no van a exclamar ¡recórcholis! y devolverla al mar. No sobrevivirá, y su cadáver será devuelto al mar, o directamente desechado. Y esto ocurre no con una, sino con docenas de miles de tortugas, peces, delfines, ballenas, aves marinas, tiburones, algas, y demás vida acuática.
Por algo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha definido la captura accidental como el total de la mortalidad resultado de la pesca. Bycatch equivale a muerte; no solo de distintas especies, sino también de los océanos. Y ya sabemos lo que opina el Capitán Paul Watson de eso (If oceans die, we die).
La cuestión es que miles de redes se echan al agua cada día, y a pesar de que los instrumentos de pesca modernos son altamente eficaces para capturar a cualquier animal que esté en su camino, a causa de nuestro apetito selectivo, a las normas culturales, y a las cuotas de pesca, solo consumimos el 10% de lo capturado. Sí, sí, el restante 90% suele acabar como capturas accesorias o, en otras palabras, muertes accidentales.
La fotografía de la izquierda es moralmente aceptable, pero la de la derecha nos parece trágica e insultante.
Se calcula que alrededor de 300.000 cetáceos mueren cada año por la industria pesquera. El comer salmón los viernes, pues, se ha convertido en la razón principal de mortalidad de esos animales. Y, para colmo, el bycatch de delfines y otros cetáceos ha aumentado en intensidad y frecuencia en los últimos años.
A pesar de todo, en los medios solo aparece el pobre delfín bebé que se ha topado en Argentina con un grupo de individuos con cuentas de Instagram. Ni una sola palabra de los demás animales marítimos que sufren a diario un mismo, sino peor, destino.
Mi pregunta es, ¿cuándo se ha convertido matar a miles de delfines para comer un sándwich de atún socialmente más aceptable que matar a uno solo para hacerse una foto? Si te sientes ofendido y horrorizado por los recientes acontecimientos, tal vez es hora de que consideres qué otras muertes absurdas estamos provocando con nuestro estilo de vida.