Reducción de las desigualdades: redoblemos los esfuerzos en educación

La crisis del Covid19 nos ha hecho conscientes de la enorme importancia que juega la escuela en todos los ámbitos del desarrollo de los niños y niñas a lo largo y ancho del planeta. Hemos sido testigos de cómo se ha visto afectada la estructura familiar, la obtención de ingresos, el reparto de los cuidados en el momento en que una circunstancia ha afectado al ritmo normal del proceso educativo.

Ahora, vivimos con gran incertidumbre ante la posibilidad de que vuelvan a cerrar los colegios. Conocemos de primera mano la importancia que tiene la educación no solo para la estabilidad emocional de los más pequeños, sino para poder seguir progresando en aras de un futuro mejor.

Según datos del INE, un 19% de las familias en España no dispone de un ordenador en casa, mientras que a nivel global solo un 58,7% de la población mundial tiene acceso a Internet.

Para muchas familias en todo el mundo ha resultado extremadamente difícil mantener el acceso a la formación online. La interrupción de la actividad escolar pone a los menores ante una situación de desigualdad que se cebará, como siempre, con quienes ya eran más vulnerables antes de esta crisis.

Educación y reducción de la desigualdad

Cualquier retroceso en materia educativa lo será también en otros derechos fundamentales, dado el papel que tiene como motor para reducir la desigualdad.

Según numerosos estudios de Naciones Unidades, uno de los mayores impactos de la educación es que permite la movilidad socioeconómica ascendente, algo clave para salir de la pobreza. La educación contribuye a reducir las desigualdades y favorece la igualdad de género, empoderando a las personas para que pueden llevar una vida mejor.

Pero el efecto que tendrá el Covid19 será demoledor si no se doblan los esfuerzos. Se estima que entre 42 y 66 millones de niños y niñas podrían caer en la pobreza extrema como resultado de la crisis de este año, lo que se suma a los 386 millones que ya se calcula que estaban en la pobreza extrema en 2019.

Poner todas las medidas al alcance de los Gobiernos para que esto no suceda debe ser una prioridad. Durante la reunión de los ministros de Finanzas en las Naciones Unidas el pasado 8 de septiembre para debatir sobre la financiación para el desarrollo en la era del Covid19, la Unesco ha advertido que el déficit de financiación para alcanzar el ODS4 de Educación en los países más pobres podría aumentar a 200.000 millones anuales a causa del coronavirus si no se toman medidas urgentes.

En Global Humanitaria, desde el inicio de la pandemia, hemos puesto todos nuestros esfuerzos en monitorizar y apoyar cualquier esfuerzo educativo en nuestras comunidades, reformulando proyectos y trabajando de manera estrecha con las autoridades locales. Es el caso del trabajo en Guatemala para llevar guías educativas a escolares de comunidades mayas; en Jordania, donde de nuevo brindamos apoyo psicosocial a menores refugiados sirios; o en Colombia, donde el programa “Educando para la Paz” en Tumaco se ha adaptado al nuevo contexto marcado por la pandemia y el cierre de los centros escolares.

Ahora, más que nunca, se hace necesario redoblar los esfuerzos en materia de educación. Este es un tema prioritario que no debe ser dado de lado en la agenda de recuperación de los países, o se pondrán en riesgo los avances que tanto ha costado conseguir para mejorar el acceso a la educación a nivel mundial.

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