Imagen: Organicus
*Lavad el jengibre con agua y secadlo con la ayuda de un trapo. También podéis pelarlo, pero a mí me gusta aprovecharlo todo.
*Cortad el jengibre en rodajas. Cuanto más finas, más rápido se secarán.
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*Colocad el jengibre directamente sobre el plato del microondas. Y ahora caña: 4 minutos a máxima potencia. Pasado este tiempo girad las piezas para que se sequen también por el otro lado (cuidado no os queméis al voltearlas). Otros 4 minutos más a máxima potencia. También lo podéis hacer en el horno, y si tenéis más tiempo, por el método tradicional: colocad el jengibre en un paño limpio y dejad las piezas al sol durante al menos 2 días.
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*Comprobad que el jengibre está bien seco; si no es el caso, alargad un poco más el tiempo en el microondas. Esto dependerá del tamaño de las rodajas que hayáis hecho. Este paso es clave para evitar que crezcan microorganismos. No debe quedar ni rastro de humedad.
*Una vez seco, directo a la trituradora. Cuando consigáis un polvo bien fino estará listo.
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*Almacenadlo en un bote de cristal cerrado y listo para utilizar durante años.
Podéis añadirlo a pescados, verduras, arroces, galletas, infusiones o incluso utilizarlo como ingrediente en alguna mascarilla facial. Sus beneficios son múltiples. Ahora bien, siempre que podáis, optar por el fresco, dado que su aroma es incomparable. Y otra cosa más: en general, media cucharada de jengibre seco en polvo equivale a una entera de fresco, lo digo por si alguien necesita la conversión.