Una comida de padrinos es siempre una comida de padrinos pero nunca es igual. Da gusto volver a ver a personas tan solidarias, venidas de toda España (Inma, Estefi, Xavi, Diego, Cristian...), echar de menos a otras que, en esta ocasión, no pudieron acompañarnos, conocer a los nuevos miembros de esta gran familia que es Bodouakro... o que pronto lo serán (sin presiones, chicos), y disfrutar de una gran comida y de una sobremesa que se alarga, y se alarga, y se alarga, porque nos sentimos a gusto compartiendo experiencias.
El jardín prohibido
En todo ello, esta octava comida de padrinos, que celebramos el 22 de abril, fue como las demás; igual de entrañable y de divertida. Pero, como siempre también, fue muy especial. Sentadas en la mesa, María Tejero, Aida y yo intentábamos recordar cómo y dónde fueron las anteriores, incluyendo las dos primeras que me perdí. Y ya ninguna más pues el que viene, repite, excepto catástrofe o trabajo.
Qué tendrán estas comidas que surten tales efectos en nosotros. En primer lugar, contar con unas anfitrionas como Cristina, nuestra responsable de proyectos en Costa de Marfil, y Aidén, encargada de gestionar la locura de coordinarnos y técnica de apadrinamiento en Costa de Marfil. Y luego tener como compañeros de aventura a grandes personas que, en muchos casos, se han convertido en amigos o pronto lo serán.
Amigos que compartimos un sentimiento común. Amigos que disfrutamos ayudando. Amigos que nos emocionamos solo con ver a nuestros niños y niñas en una pantalla de televisión, y comprobar cómo es una clase; o a unas mujeres, vestidas con sus mejores galas, dando las gracias a través de cánticos y de bailes. Amigos que disfrutan de la compañía mutua. Y ahora, amigos que comparten unas bonitas pulseras solidarias como símbolos de un proyecto maravilloso que nos ha unido.
Pulseras de diferentes colores que llevan chapas con palabras como sonrisa (srilè) y futuro (tchaka). Por supuesto, también un “Mi corazón late por Bodouakro”. Si tardamos un poco más, acabamos con las existencias de diecisietecosas, la web que se ha implicado tanto con este proyecto que nos ofrece el 50% de lo recaudado con ellas por cada una de las compras. Por si te animas, aquí tienes el enlace: https://www.diecisietecosas.com/pulseras-solidarias
Y luego, tras la excelente comida en El Jardín Prohibido (es la segunda vez que repetimos, por algo será), alargamos la jornada en una terraza, disfrutando del aún buen tiempo de Madrid y de una
interesante conversación. El final, no tuvo precio. Ver a Xavi y a María Tejero cantando por Pimpinela o quedarme al borde de la afonía intentando seguir a un Diego brutal como antiguo cantante de Jotas que es (imagina el nivel), querer convencer sin éxito a Juanra y a Javi para que se decidieran a seguirnos,... fueron momentos inolvidables.
Gracias Global Humanitaria por el proyecto de Bodouakro y por el artículo sobre esta comida. Gracias Cristina y Aidén por juntarnos y aportarnos ese entusiasmo que imprimís. Gracias por permitirnos ayudar y dar una educación a niños y a mujeres para que tengan un futuro mejor. Gracias a diecisietecosas por su solidaridad y creatividad. Gracias al Jardín Prohibido por acogernos de nuevo y darnos todas las facilidades posibles. Y gracias a mis compañeros padrinos por ser como son.
Como siempre, me he quedado con ganas de repetir. ¿Para cuándo la siguiente?
María Rubio