Esta vez el lugar elegido fue el restaurante El Coto del Casar, en la calle Corazón de María, 30, de Madrid. Hemos de agradecer a Andrés y a todo su equipo el trato, las facilidades y el excelente menú que degustamos porque nos sentimos como en casa, algo difícil de conseguir si no se cuenta con la profesionalidad y simpatía de los camareros que nos atendieron: un lujazo que, muy probablemente, no será la única vez que disfrutemos.
Y hablando de comida, uff, es difícil elegir qué estaba más rico, si el paté del Coto con puré de higos, la ensalada de quinoa y guacamole o esas croquetas caseras de jamón ibérico, de queso y de morcilla. Creo que no dejamos ni las migas. De segundo, a elegir, comimos cordón ibérico con verduritas al wok, o bien bacalao al pil-pil. A pesar de que ya estábamos llenos, también cayeron sin problemas. Y, para terminar de la mejor forma, una tarta de chocolate deliciosa. Por supuesto, todo ello regado con buenos caldos de La Rioja, cerveza o lo que cada uno decidiera pedir.
Desde luego, como verás, nos cuidamos mal... aunque había una buena razón: teníamos que coger fuerzas para ir, a continuación, a darlo todo al karaoke Katakana. Pero no te cuento más; lo que pasa en la comida de padrinos, se queda en la comida de padrinos.
Otra vez más, diecisietecosas cosas nos mandó, para recaudar dinero, esas maravillas que crea y que ha reunido, para nosotros y para ti también, por supuesto, en la colección África. Colgantes y gargantillas con el continente de nuestros ahijados y ahijadas, otros con la cara de un leopardo, pulseras, llaveros,... todo un surtido del que creo que ha quedado poco por vender. De hecho, incluso otros clientes que estaban en el Coto del Casar, también se decidieron a comprar el producto. Muchas, muchas gracias, de parte de todos los padrinos, a esta artista por ayudarnos.
Sin embargo, lo mejor fueron dos cosas. Por un lado, las personas. Aunque faltaron muchos, a los que echamos de menos, como nuestra directora de proyecto, Cristina Saavedra, hubo grandes refuerzos (nos apuntamos cuarenta y uno, ni más ni menos). Algunos venían de nuevas y no sabían dónde se estaban metiendo, pero disfrutaron como el que más y ya son parte de la gran familia de Bodouakro.
Bienvenidos a todos los que terminaron apadrinando. Daba igual la procedencia, Galicia, Cataluña, Valencia, Extremadura, Madrid,... lo importante fue y es la gente y su generosidad, que demostraron de largo.
Y, por otro lado, que lo que recaudamos consiguió pagar las matrículas de nuestros niños para el presente curso escolar que acaban de empezar. Todos ellos, más de trescientos, podrán disfrutar de la educación que se merecen. Es, sin duda, la mejor noticia.
Quiero agradecer, desde estas líneas, que esa pedazo de coordinadora de padrinos que es Aidén Calvo, nos permitiera a algunos de nosotros organizar la comida y nos diera los consejos pertinentes para que todo saliera tan bien como salió.
Es de recibo mencionar a mis compañeras organizadoras. A Helena, que se lo curró conmigo y se encargó de cobrar en la puerta del restaurante; a Estefi, que estuvo ahí para diseñarlo todo tan bien como lo hizo y del contacto con diecisiete cosas; a Gaëlle, por encargarse de las ventas; y a María Tejero, por hacer las cuentas y que cuadrasen a la perfección. Con semejante equipo, el éxito estaba asegurado.
Ya estamos deseando que llegue la próxima. Mientras tanto, tú que nos lees y que aún no te has decidido a apadrinar a un niño o a una niña, ¿a qué esperas? Ya sabes que nos encantará tenerte en la familia Bodouakro.
Solo puedo terminar con un ¡¡gracias a todos y por todo!! Nos vemos pronto, seguro.
María Rubio